A mi amigo Aurelio Valencia

Te conocí recién llegado a Málaga adonde vine con la misión de poner en marcha la cirugía cardiaca. Formabas parte de un selecto grupo de profesionales que con una sólida formación, adquirida en gran parte en el extranjero, habían ido llegando, desde distintos puntos de España (que tiempos aquellos!!) para modernizar la medicina local.

Luchabas, entonces, por conseguir que la Neumología, tu especialidad, fuese un Servicio independiente como lo era en los hospitales donde te habías formado. Con tu esfuerzo conseguiste tu objetivo que nunca fue otro que el de poder dar el mejor trato a los pacientes de tu especialidad y enseñar a los mas jóvenes todo el saber que ibas acumulando.

Organizaste tu actividad privada, que desarrollaste, hasta el último día, de una manera ejemplar en la Clínica Santa Elena, que se benefició de tu buen hacer durante tantos años y a cuyo crecimiento contribuiste, junto a su fundador, de manera decisiva. Todos los que trabajamos en ella, desde el médico más importante a la más modesta limpiadora, las enfermeras y auxiliares y el personal administrativo admirabamos tu forma de trabajar y tu exquisito trato.

Has dejado a una esposa y a dos hijos extraordinarios a los que, con tu actitud ante la cardiopatía que te diagnosticaron hace 17 años, libraste de la carga emocional que habría supuesto saber que su padre estaba enfermo y gracias a ello han podido desarrollarse profesionalmente de manera envidiable.

Cuando ya no podías más quisiste poner en mis manos y en las de mi equipo la reparación de un corazón que desgraciadamente nos fue imposible conseguir. Puedes imaginarte lo que lo hemos sentido.

Tu familia, tus colegas, tus amigos y los miles de enfermos, que aliviaste a lo largo de tu brillante trayectoria profesional, debemos estar agradecidos por la oportunidad que nos diste de disfrutar de ti.

Qué bueno sería que personas como tú fueran el espejo en el que se mirase esta deprimida y desorientada sociedad nuestra.