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MARÍA TAPIA
Martes, 12 de enero 2010, 02:49
Imagine que un día cualquiera viaja tranquilamente en el metro. Todo parece normal: la gente a su alrededor lee el periódico, habla por teléfono, escucha música... De pronto, el tipo sentado a su lado interrumpe su lectura, se pone de pie, se quita los pantalones y acto seguido los guarda en su mochila para volver a sentarse y continuar leyendo tan ancho. Probablemente -tras recuperarse del shock- decidiría cambiarse de asiento. La sorpresa es que no hay escapatoria porque el vagón está lleno de desinhibidos usuarios que hacen lo propio con la parte inferior de su atuendo. ¿Se asustaría? ¿Gritaría?
Pues lo que hicieron miles de viajeros alrededor del mundo el pasado domingo al presenciar este striptease espontáneo fue romper a reír. «Primero nos miraban disimuladamente y ponían cara de 'no entiendo nada'. Muchos no sabían cómo reaccionar, pero al final terminaban riendo», cuenta Lorena Yera, fundadora de Barnamob, el colectivo a cargo de impulsar en Barcelona el 'No pants subway ride', en castellano, 'Viaje en metro sin pantalones'. Se trata de una iniciativa nacida en Nueva York que este fin de semana celebró su novena edición con un llamamiento a nivel mundial al que respondieron más de cuarenta ciudades, entre ellas la capital catalana con más de 250 participantes de entre 18 y 55 años de edad.
Las reglas son sencillas. Lo primero es reunirse fuera de una estación de metro para repartir las rutas y acordar la hora en la que comenzará el show. Dicho esto, lo que sigue es montarse al metro y, una vez llegado el momento, desenfundarse los pantalones con total naturalidad, como quien se quita un gorro o un jersey. Lo importante es actuar como si todo fuera de lo más normal para provocar mayor impacto en la gente. No vale reírse ni mirar a los cómplices semidesnudos. «Lo que pretendemos es crear una escena impactante que logre que los participantes y los espectadores lo pasen bien», explica Lorena. «No somos exhibicionistas. De hecho, estaba prohibido llevar tangas o ropa interior con frases obscenas. La finalidad de esto no es ofender, sino hacer reír». Y lo lograron. Las risas abundaron entre los desprevenidos usuarios del metro, muchos de ellos sonrojados, que no encontraban dónde dirigir la vista. «Incluso un par de espontáneos se nos unieron y se quedaron en calzoncillos».
Amsterdam, Buenos Aires, Londres, Los Ángeles, Sydney y Tokio son sólo algunas de las ciudades que se unieron al movimiento 'No pants...'. En la Ciudad de México, Lina Obregón fue una de las organizadoras. «Conseguimos reunir a cincuenta personas por Facebook, y eso para nosotros es un gran logro. Fue un evento que llevamos a cabo con muchísimo respeto para pasar un buen rato y resultó realmente divertido». Tanto es así que la 'fiesta' continuó en algunos bares de la ciudad. «Andábamos por las calles en ropa interior. La gente nos miraba y se reía. Después fuimos a tomarnos algo para festejar», cuenta Lina.
Lo mismo hicieron en Barcelona, donde la reunión continuó fuera del metro. «Salimos a la Plaza Cataluña en bragas y calzoncillos para celebrar el éxito. La gente se reía y nos sacaba fotos con el móvil».
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