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PAULA ROSAS
Domingo, 12 de abril 2009, 04:51
Cuando termine su mandato en 2014, tendrá 77 años y llevará 52 en la política. Seguirá, probablemente, con su misma mala salud de hierro, pero podrá volver a presentarse hasta 2019, cuando tendrá 82 años. Y así sucesivamente, porque Abdelaziz Buteflika ha demostrado que se encuentra cómodo en su sillón de monarca republicano, y que, pese al paro, a la crisis o al terrorismo, sus súbditos le apoyarán en masa. Aunque no vayan a votar.
Como en los más recalcitrantes años del partido único, Buteflika acaba de ser reelegido presidente en Argelia con más del 90% de los votos. Los otros cinco candidatos, minoritarios y sin interventores, se han disputado el otro 10%. El presidente sólo tenía un rival que pudiera hacerle sombra, la abstención, pero incluso ahí ha salido victorioso con unas cifras de participación que superan el 74%.
Muchos se preguntan en Argelia cómo es posible. Especialmente después de que los grandes partidos de la oposición, los socialistas, los laicos y los islamistas boicotearan los comicios. «Es difícil de creer para el simple ciudadano que tres cuartas partes de los argelinos hayan votado en estas elecciones y que nueve de cada diez electores hayan puesto su confianza en el presidente Abdelaziz Buteflika», escribía en sus páginas el diario 'El Khabar'.
Pero el longevo presidente, bien sea apoyado por el Ejército como en sus primeros años de presidencia, o por la clase gobernante, como en estas elecciones, es un hombre que consigue siempre, o casi siempre, lo que se propone. Buteflika III, como ya lo han apodado algunos en su país, ha arrasado en las urnas, superando incluso el número de votos que recibió en las pasadas elecciones de 2004, una cifra demasiado alta como para no destapar sospechas. La oposición y cuatro de sus cinco oponentes han denunciado que las urnas se llenaron mágicamente.
El primer gobierno
Buteflika nació en Marruecos en 1937, en la ciudad fronteriza de Uxda, en el seno de una familia de inmigrantes argelinos, aunque este dato se ha eliminado de su biografía oficial. Desde muy joven, su vida ha estado ligada a los destinos de Argelia, primero a través de las armas y después mediante las urnas. Con diecinueve años se unió al Ejército de Liberación Nacional, que luchó por la independencia contra los franceses en 1956. Con veinticinco participó en el primer gobierno de la Argelia libre, el del presidente Ahmed Ben Bella, que lo nombró ministro de Juventud, Deportes y Turismo. Ocupó ese cargo hasta 1963, cuando pasó a encargarse de la cartera de Exteriores.
A pesar de la confianza que el primer presidente de la república había depositado en él, el joven Buteflika fue uno de los organizadores del golpe de Estado incruento contra Bella que sentó en el poder a Huari Bumedien en 1965. El nuevo presidente fue su gran mentor, con el que desempeñó el cargo de ministro de Exteriores durante catorce años. Durante esa época se ganó la fama de dandi que le acompañó durante décadas, debido a sus modales elegantes y algo soberbios.
Pero el Ministerio de Exteriores se le quedaba pequeño. Dos años antes de la muerte de Bumedien en 1978, Buteflika propuso la creación de un cargo de vicepresidente con el motivo de la elaboración de la Constitución argelina, puesto que él mismo desempeñaría. Su estrategia fue infructuosa.
Sin embargo, después de ocupar varios cargos en la sombra tras el fallecimiento de Bumedien, e incluso pasar por el exilio, en 1999 se presentó a las presidenciales y ganó su primer mandato. Cuatro años antes, en medio de la guerra civil, Buteflika había rechazado ser presidente interino.
Durante sus dos primeros mandatos ha llevado a cabo la denominada «política de reconciliación nacional», que concede el perdón a presos islamistas que abandonen las armas, y con la que ha conseguido una significativa reducción de la violencia en el país.
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