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Domingo, 11 de enero 2009, 04:04
EMPEZÓ de la nada con un capital de 15.000 pesetas. Treinta años después es el líder del grupo de empresas Vértice, que tiene más de mil empleados. Detrás de ese éxito hay muchas horas de trabajo y una habilidad innata. Lleva los negocios en la sangre desde muy niño. Ahora, con la satisfacción del deber cumplido, en sus ratos libres disfruta con el golf, un deporte que le apasiona y recomienda como cura de humildad. En dos o tres años, Juan Cruzado quiere pasar a un segundo plano y ver desde fuera cómo su creación sigue fructificando.
Nacido en un cortijo de Álora hace 54 años, fue alumno en una escuela rural. Desde pequeño era emprendedor. Le alquilaba sacapuntas y bolígrafos a sus compañeros, además de vender tomates y pimientos, que él mismo cultivaba en el huerto, y hacerle la competencia a la tienda de su madre. A los diez años intentó ingresar en el Seminario para hacer el bachillerato, pero como no tenía aún la edad no entró. Sus padres lo enviaron a estudiar a Ronda. Allí estuvo hasta cuarto de bachiller. Luego comenzó a trabajar en una bodega en Málaga. Las manos se le llenaron de callos de cargar vino en los camiones. La tarea era tan dura que volvió a los estudios. Se matriculó en el nocturno del Instituto Martiricos. En COU se fue a la mili de voluntario para recuperar un curso. Lo consiguió, pero un accidente de moto lo mantuvo escayolado nueve meses.
Ya con el título de maestro, en 1978, montó un pub con varios amigos en la calle Ayala. El negocio fue muy bien, pero él consideraba que era una vida demasiado loca y prefirió cambiar de camino. Al año siguiente abrió su primera academia. El dinero que ganó lo empleó en crear otra en el barrio de La Luz llamada Kefren, a la que siguió Keops. Llegó a tener siete academias bajo el nombre de Keops-Kefren, que siguen funcionando. Cuando se dio cuenta que ese negocio había tocado techo, inauguró una librería, tuvo dos gimnasios e invirtió en el sector de la informática. A mediados de los años noventa se dio cuenta de que la formación ligada a las nuevas tecnologías era el futuro. La decisión de salir de Málaga y expandirse por varias provincias españolas ha convertido al grupo Vértice en líder en la formación a través de las nuevas tecnologías, con una plantilla de más de mil personas, que trabajan en Málaga, Madrid, Barcelona, Valencia, Santiago de Compostela, Valladolid, Tenerife, Córdoba, Algeciras, etcétera. «Me da un poco de cosa decirlo en estos tiempos de crisis, pero el negocio nos va bien. Podemos llorar por un ojo», señala este maestro que nunca olvida sus tiempos de docente. Cuando la empresa cumplió su veinticinco aniversario le dio a los trabajadores el 25% de las acciones. «¿Por qué mis hijas van a poseer el cien por cien si aquí hay empleados que llevan mucho tiempo? No entiendo a los empresarios que creen que todo es suyo sin contar con los que les han ayudado a ganarlo», precisa.
Juan Cruzado disfruta con su trabajo, pero también saborea la vida dedicando sus ratos de ocio a aficiones como los toros o el golf. Aunque su inclinación por el arte taurino es antigua, ha experimentado un espaldarazo gracias a José Tomás. «Soy 'tomasista', sobre todo tras su reaparición. Siempre que puedo voy a verlo torear». Pero si una corrida de toros le gusta, hay algo a lo que no puede resistirse: ir a una capea y tirarse a la plaza para ponerse delante de una vaquilla o un novillo para dar capotazos e, incluso, unos muletazos. La afición por pegar pases la comparte con la de montar a caballo. Los equinos son otra de sus pasiones. Le gusta practicar en el campo, en solitario o con buenos amigos, alejado de miradas y de ostentaciones.
Hace nueve años descubrió un deporte que le ha ido enamorando, enganchando y apasionando más y más: el golf, del que dice que goza tanto en la victoria como en la derrota. Junto a un grupo de amigos organiza una competición denominada Málaga Ryder Cup. Todos los años, jugadores de Málaga oriental se enfrentan a otros de la zona occidental. Se lo toman muy en serio y siguen las pautas fijadas en el prestigioso torneo en el que compiten los mejores golfistas de América y de Europa. Una de las cosas que lleva más a gala, aparte de ser fiel seguidor del Real Madrid, es haber ganado una vez la Málaga Ryder Cup. Para ser un jugador aficionado ostenta un buen 'handicap': once. Y es que igual que en los negocios es un águila, en el golf se deja la piel en cada hoyo. Ya no vende tomates ni alquila sacapuntas, pero mantiene intactas la ilusión, las ganas y la sagacidad en los negocios que le han convertido en un empresario atípico.
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