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CON CINCO BASTA. Los dos hermanos MIguel Ángel y Antonio y sus mujeres Isabel y Mari Carmen posan con los bebés. / CARLOS MORET
Dos partos, cinco bebés y un bautizo
MÁLAGA

Dos partos, cinco bebés y un bautizo

Trajecito azul y rebequita beige. Igualitos. Son los cinco primos que ayer se bautizaron juntos. Mellizos y trillizos que le han dado la vida a las casas de dos hermanos. Toda una lección de logística

PILAR R. QUIRÓS

Domingo, 26 de octubre 2008, 03:11

«Isabel, el niño protesta», le espeta en mitad de la noche Antonio a su mujer. «¿Cuál de los dos?», le dice ella. «Pues, no sé», responde. Biberón de rapidez y vuelta a la cama con media legaña instalada para la posteridad. Otro llanto en mitad del silencio les pone en pie de nuevo. Y de repente, se aperciben de que, con el despiste, le han dado dos biberones seguidos a Manuel y que Alberto aún no ha comido. El acabose. Esta escena cotidiana, que sólo pueden entender los que malviven sin dormir porque tienen un bebé, se repite en la casa de Antonio e Isabel a menudo. Pero también en la de Miguel Ángel y Mari Carmen, pero en este caso repetida por tres. Los dos hermanos Antonio y Miguel Ángel Zúñiga han tenido mellizos y trillizos, respectivamente, con sólo cuatro meses de diferencia. Uno es policía local y el otro bombero. Así que en ambos casos están acostumbrados a las emergencias. Lo que no sabían es que la rapidez iba a tener que ser otra de las máximas. Cincuenta pañales en un día, quince biberones, cinco papillas de verduras, diez yogures, cinco papillas de frutas y centenares de juegos jalonan la vida de estas dos parejas que ayer pasaron por la iglesia de San Joaquín y Santa Ana, en Nueva Málaga, para bautizar a sus cinco retoños. Un pequeño equipo de baloncesto en toda regla. Todos igualitos. Trajecito celeste y rebequita beige clara. Sólo un pequeño detalle distingue a los mellizos de los trillizos: los calcetines. «No llegaban cinco zapatitos iguales y por eso tuvimos que hacer esta combinación», puntualizan las dos cuñadas casi al unísono. Silencio. Empieza la misa. Los padrinos ocupan casi media iglesia. Chari (hermana de Mari Carmen) y Raúl son padrinos de Miguel Ángel; Laura y Salvador, de Pablo; Isabel y Antonio (los papás de los mellizos), de Álvaro; Jorge y Mari Ángeles, de Alberto; y José Carlos y Susana, de Manuel. ¿Qué retahíla!, pensará el cura para sus adentros. Mientras tanto, en la iglesia no se oye un llanto. Increíble. Como si los tuvieran domesticados. Pero Isabel lo resume fácilmente: «Son tantos y estamos tantas veces juntos, que han aprendido a esperar su turno, y por eso son muy tranquilitos», asegura. Mari Carmen, que ha repartido a su prole entre los padrinos, hace bromas con los preparativos. «Esta mañana me he tenido que levantar a las seis de la mañana para maquillarme. Una vez que ellos se despiertan ya no hay manos para cubrir sus necesidades», dice entre bromas. Así que la logística es la máxima en la vida de estas dos cuñadas. Mari Carmen, técnico de emergencias sanitarias, ha dejado de trabajar un año porque organizarse con tres bebés es casi una locura, e Isabel hace malabarismos para llevarlos y recogerlos de la guardería y seguir con su quehacer en el negocio familiar. Y los papás cuando no trabajan no se van a correr ni a tomarse una cervecita. O curran fuera o curran en casa. No hay otra. Eso sí, cuando se divierten son una familia de primera. La pasada Feria de Málaga fueron con seis vestidos de corto, los cinco bebés y Antonio, de tres años, el hermano mayor de los mellizos. Se sentaron en un banco de la calle Larios a darles de comer y fueron la atracción de la fiesta. Los que pasaban les ayudaban a cambiarles de pañal, darles la papilla y a que echaran el eructito. Ahora se ríen a carcajadas, pero llegar hasta aquí ha sido duro. Viven el minuto. No hacen planes porque un resfriado múltiple o una gastroenteritis multiplicada por seis lo cambia todo. Pero una cosa tienen clara: su familia no se acaba.

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