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FIELES A LA VICTORIA. La Iglesia de la Purísima Concepción se quedó pequeña para acoger a los cientos de fieles a la Patrona. / HERVA
Melilla

Melilla se rinde ante la Virgen de la Victoria y le pide que vele por la paz y el bienestar

Imbroda ruega por todos aquellos que ya no están entre nosotros «y que, con su trabajo, lucha y abnegación, hicieron posible esta ciudad». El vicario recuerda a las comunidades musulmana, hebrea e hindú

PALOMA S. HERVA

Martes, 9 de septiembre 2008, 03:43

Melilla se rindió ante Nuestra Señora de la Victoria. La festividad de la Patrona reunió a decenas de fieles y devotos en la Iglesia de la Purísima Concepción al calor de una misa oficiada por el vicario episcopal, Manuel Jiménez Bárcenas, en la que, como ya es tradición, los representantes de las Casas Regionales que se reparten por la península se encargaron de cubrir de flores los pies de la Virgen. La representación institucional estuvo encabezada por el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda y por el delegado del Gobierno, Gregorio Escobar, pero fueron muchos los melillenses anónimos que no faltaron a su cita anual con los actos organizados por la Real Congregación y Hermandad de Nuestra Señora de la Victoria.

Amaneció un día festivo en Melilla con amenaza de lluvia, pero, para contrarrestarlo, en el interior del templo se escucharon las oraciones de todo un pueblo que venera a la Alcaldesa Perpetua y que, el 8 de septiembre, venera a la Virgen de la Victoria «para recordarnos la protección que procura a la ciudad y el amor de Madre que regala a todos los que en ella vivimos». Recordó el vicario episcopal que, cada 8 de septiembre, los «coros celestiales» se tornan en las voces de los melillenes que, desde 1756, celebran a la Virgen de la Victoria como Patrona de la ciudad, «pero hoy se suman las súplicas, los agradecimientos y las inquietudes que queremos compartir con la vecina más insigne del pueblo y la melillense más histórica». Como era de esperar, y en base al carácter intercultural que define a esta tierra, el vicario episcopal recordó tanto a los miembros de la comunidad musulmana, inmersa en estos días en la celebración del Ramadán, como de la comunidad hebrea -que a punto está de iniciar el Yonki Pur- y de la hindú. «Todos estamos llamados a cumplir una misión muy especial en nuestras vidas porque todos somos producto de una historia que, aunque no siempre sea positiva, no es menoscabo para que trabajemos por un futuro mejor», relató.

Refiriéndose a la larga historia de «heroicidades, de luces y de progreso» desde la fundación de Melilla, defendió Jiménez Bárcenas que los errores cometidos en el pasado «no nos deben obligar a tener que pagarlos de por vida, sino que nos deben servir para levantarnos y mirar al futuro con optimismo, ilusión y ganas de trabajar por la paz, por la convivencia y por el bienestar de todos los habitantes de nuestra bella ciudad, sin que importante su condición ni, por supuesto, su credo».

Un año tranquilo

En representación de todos los melillenses, el presidente de la Ciudad fue el encargado de realizar una plegaria ante los pies de la Virgen de la Victoria. A la Patrona de Melilla y Alcaldesa Perpetua le agradeció Juan José Imbroda que, en los últimos doce meses, Melilla no haya sufrido sobresaltos «extraordinarios» y que haya seguido siendo un verdadero ejemplo de convivencia en paz. Pero también hubo tiempo para expresar una petición «por todos aquellos que ya no están con nosotros». «Le pido por esas personas que se fueron y que, con su trabajo, su lucha y su abnegación, hicieron posible esta ciudad que hoy nos legaron», reflexionó. Por último, pidió el presidente Imbroda por los melillenses «de cualquier condición» que están sufriendo, «pero también vengo a ofrecerte la conciencia plena de que los que somos servidores públicos sigamos sirviendo a los demás y trabajando para que en esta ciudad haya más progreso, más justicia y más solidaridad».

Una vez finalizado el oficio religioso, Imbroda no obvió su deseo de que la convivencia en paz que Melilla disfruta ahora siga siendo posible, «porque todos los ciudadanos sentimos como propias las celebraciones religiosas de los demás».

Pero la misa en honor a Nuestra Señora de la Victoria deparó una sorpresa para Teresa Nogales Moncada. Aunque «asaltando el protocolo» habitual, Francisco Verdugo le impuso la Medalla de la Real Congregación y Hermandad de Nuestra Señora de la Victoria para, de este modo, solventar una «deuda» con una persona «con la que siempre hemos podido contar».

Tres siglos de historia

Tras este emotivo acto, llegó el momento de que los representantes de las Casas Regionales de Melilla que se reparten por la península realizasen la ofrenda floral, no sin antes recordar un breve pasaje de la historia crucial para la ciudad: fue en 1756 cuando Antonio de Villalba y Angulo elevó una súplica al rey Fernando VI para que, pública y solemnemente, ratificase la proclamación de la Santísima Virgen de la Victoria como Patrona de Melilla.

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