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ESCONDITE. Una bolsa con droga, escondida en el cuerpo de una muñeca de trapo. / SUR
El gran negocio del menudeo
MÁLAGA

El gran negocio del menudeo

Pueden llegar a sacar hasta dos mil euros en un solo día. Utilizan toxicómanos para vender la mercancía. Son los entresijos del pequeño tráfico de drogas

GEMA MARTÍNEZ

Lunes, 8 de septiembre 2008, 03:33

Con cinco gramos de heroína y cinco de cocaína sacan 15 de revuelto. Con 15 gramos de revuelto, obtienen 375 papelinas de 0,04 gramos, que venden a seis euros cada una, lo que les reporta unas ganancias de casi 2.250 euros. «Si quitamos los 250 que han pagado por la droga, pueden ganar fácil en un día, e incluso en una mañana, unos dos mil euros».

Las cuentas las hace Juan Corral, jefe de Pequeño Tráfico de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) de la Comisaría Provincial de Málaga, que conoce bien de quiénes habla y, por ello, se aventura a decir que no son ricos porque con la misma rapidez que ganan gastan.

Así, el 'menudeo' de la droga o el llamado pequeño tráfico lo es sólo en cuanto a las cantidades de estupefacientes que manejan los traficantes, pero no en las ganancias que les reportan, ni tampoco en el daño que causan a sus consumidores, muchos de ellos convertidos a su vez en vendedores a cambio de dosis. Son también los primeros que suelen caer cuando la policía desarticula un punto de venta de droga.

El esquema que se repite en barrios como La Palmilla, Los Asperones, García Grana o Cruz Verde bien puede ser el siguiente: En la primera planta vive una familia de pequeños traficantes, que no suele comprar más de diez gramos cada vez. En la tercera plata del mismo bloque hay un toxicómano que sube y baja con cierta frecuencia al primero. Cada vez que lo hace le dan diez papelinas y una para él. Vuelve a subir al tercero, y allí, en una casa en la que no hay ni cocina, y en la que a veces sólo tiene un pequeño catre para dormir, vende el material.

Casas blindadas

«Sabemos de dónde sale la droga, pero a un juez no le basta que nosotros lo sepamos. Quiere pruebas», precisa Juan Corral. Y la única prueba es entrar en el primero y pillar a la familia con los diez gramos, pero diez gramos se tiran fácil al retrete o incluso se soplan por la ventana y vuelan. A la familia le puede dar tiempo a hacer desaparecer la droga porque, de hecho, las casas están bien blindadas, con puertas de hierro que dan a pasillos y a otras puertas de hierro, o con candados que hay que romper para entrar.

En una ocasión, la precaución de los traficantes llegó a tal extremo que colocaron delante de un muro de hormigón una puerta, como si esa fuera realmente la entrada, aunque en realidad a la vivienda se accedía por detrás. Evidentemente, no hubo forma de derribar la falsa puerta, ni siquiera con el 'black power', un gran cilindro de acero que los agentes utilizan para echar abajo esas especies de cámaras acorazadas. «En otra ocasión, la puerta estaba tan bien fijada que al tirarla se vino abajo toda la pared», recuerda Corral. En un vídeo de una de las intervenciones policiales se ve cómo se precisa de un todoterreno para poder arrancar la reja de una ventana.

Quienes sí suelen caer son los toxicómanos que venden las papelinas, a veces en otros pisos o en la misma calle. Por eso, los datos sobre la desarticulación de puntos negros de la droga hay que saber interpretarlos. El año pasado se desarticularon más de un centenar, pero el jefe de Pequeño Tráfico explica que, en un mismo punto, se ha podido actuar hasta tres veces: «Ha caído un toxicómano y han puesto a otro, y luego a otro», afirma. Juan Corral pide una y otra vez autorización a la Fiscalía para que estas viviendas, en las que ni siquiera hay cocina, sean clausuradas como lo que son: negocios del menudeo.

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