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NAIMA MOHATAR
Martes, 2 de septiembre 2008, 03:36
Hoy comienza el Ramadan, un mes sagrado para los musulmanes en el que la numerosa comunidad de Melilla se entrega al ayuno, al recogimiento, a la misericordia y al perdón. En el noveno mes del calendario islámico los practicantes no ingieren alimentos ni líquidos desde el alba hasta el ocaso, una práctica que constituye el tercero de los pilares del Islam y que, según el Corán, «ha sido prescrito para formar a los musulmanes en la autodisciplina y en la obediencia escrupulosa a los mandatos de Dios».
Este año el período de ayuno se prevé como uno de los más duros de los últimos años por casar en fechas con la temporada de verano. Teniendo en cuenta que el Ramadan se adelanta cada año quince días en el calendario occidental, el de 2008 coincide en su mayoría con días largos y calurosos que impedirán a los aproximadamente 30.000 fieles musulmanes de Melilla beber agua hasta pasadas las 21.00 horas. Durante el mes lunar que dura el Ramadan la abstinencia alimentaria se extiende también al ámbito de las relaciones sexuales, si bien ésta también se extingue al caer el sol.
La fuerza de voluntad y la fe que lleva a los musulmanes a practicar el ayuno hace que esta particularidad no les suponga un problema «porque lo importante es alimentar el espíritu y tomar conciencia de que muchas personas en el mundo no tienen nada que llevarse a la boca». Al ayuno acompaña este mes una intensa actividad religiosa que suma un rezo más a los cinco que cada día del año obliga el Corán a practicar a los musulmanes.
Por motivos de salud, los niños, ancianos y aquellos que realicen un trabajo físico especialmente duro están exentos de practicar el ayuno. Los preceptos del Islam también contemplan la exclusión de esta obligación a las mujeres embarazadas y cuando se encuentran en el período menstrual.
Celebración familiar
La jornada de abstinencia acaba con la puesta de sol, momento en la que las familias, por tradición, se reúnen en torno a la mesa para agradecer con una oración los alimentos que van a ingerir y vuelve a comenzar antes de que el sol salga con una última ingesta que ayudará «a pasar el día con algo de energía». A pesar de la dureza del ayuno, una práctica habitual en muchas religiones aunque no de manera tan continuada como en la musulmana, la gran mayoría de los consultados coinciden en afirmar que el Ramadan es una época «muy bonita para vivir en familia».
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