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POR ARANTZA FURUNDARENA
Viernes, 22 de agosto 2008, 04:05
DESDE que los vientres se alquilan como si fueran pisos y los úteros se subrogan cual si fueran hipotecas, no ganamos para sustos. El último nos lo ha dado Ricky Martin al convertirse en padre de dos varones gemelos sin necesidad de conocer mujer; o al menos, a la mujer que los ha traído al mundo. El milagro de la vida es cada vez más un milagro de la ciencia (¿inmobiliaria?).
Esas criaturas sí que pueden presumir de tener lo que una cubana con ganas de que la retiren llamaría un 'papirriqui con guaniquiqui'. Porque este nuevo papi es lo que se dice Ricky, es decir, está forrado y a sus criaturas no va a faltarles de nada (¿salvo una mamá, quizá?). En todo caso, el cantante ha decidido tomarse un año sabático para criarlos personalmente (a sus pechos, que se dice).
Hace tiempo que Ricky Martin venía manifestando el deseo de tener hijos. Era, según decía, una experiencia que no se quería perder... A mí esto siempre me ha sonado a comparar la paternidad con montarse en globo o lanzarse en paracaídas. Y es que cuando uno encarga 'hijos a la carta' como si las criaturas fueran un menú (de 10.000 dólares, en el caso de Martin) es evidente que está pensando sobre todo en sí mismo, en el festín de paternidad que se va a pegar.
Lo cual, y sin establecer comparaciones, me conduce directamente a Bali... Teníamos al caballero de la mano en el pecho, y ahora tenemos a la dama de la mano en la barriga. Pero nada que ver con el circunspecto retrato de El Greco. Se trata de la dicharachera Jacqueline de la Vega, que emerge de los arrozales balineses para proclamar al mundo su quinto mes de embarazo.
Poca broma, que Jackie lleva queriendo tener un hijo más tiempo que Mar Flores intentando ser actriz de culto. Varios abortos espontáneos y dos embarazos anunciados a bombo y platillo, que también se malograron, habían convertido a esta mexicana en eterna aspirante a medalla... (de la madre). Pero ahora, gracias a la fecundación 'in vitro', todo parece indicar que a la enésima va la vencida. Por cierto, será niño. A Jackie se lo acaba de confirmar su ginecólogo. Así que ella está que no se lo cree y por si acaso no para de sujetarse la tripa como si el bebé fuera a escaparse corriendo.
Todo esto (y más, porque ella no es de callarse nada) lo cuenta Jacqueline de la Vega esta semana en '¿Hola!', al tiempo que abre las puertas de su casa en Bali; un pedazo casoplón aún más prominente que su barriga, y con una de esas decoraciones sobrias y elegantes que resultan ideales. Pero ideales de la muerte, porque el abuso del negro (del color negro, se entiende), en paredes, muebles y tapicerías, hace que el visitante se sienta así como en la antesala de un tanatorio de cinco estrellas gran lujo. Con la aprensión que da eso (que se te encoge hasta el metatarsiano del dedo gordo del pie).
Soy de la opinión (nada cualificada, por cierto) de que tras un cegador abuso del blanco sobre blanco, y venga blanco (como si no tuviéramos ya bastante con Pepiño), los decoradores e interioristas se han abrazado al negro (al color negro, se entiende) con un entusiasmo digno de mejores causas. Y creo que con la crisis que padecemos ya pinta bastante negro el futuro como para que abras la puerta de tu domicilio y hasta las paredes te lo recuerden a gritos. Espero que para la habitación del bebé Jackie haya elegido otro tono. Y por cierto... habrá que ver el parque temático que les ha debido de montar en casa Ricky Martin a sus gemelos.
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