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Viernes, 28 de marzo 2008, 02:57
SON amigos de toda la vida, de esos que a menudo quedan para tomar unas cervezas o jugar al fútbol. Pero la amistad no es lo único que les une, también su pasión por un clásico de las dos ruedas: la mítica Mobylette, de la que se fabricaron hasta 14 millones de ejemplares en sus diferentes versiones desde aquel primer modelo que salió al mercado en 1949. Entonces se creó un prototipo compuesto en base a la unión de elementos descartados de otras máquinas (como el cuadro reforzado de una bicicleta de 1938, o el motor del modelo 'Poney' de 49 centímetros cúbicos) que causó furor en la posguerra.
Con aquel ciclomotor habría sido imposible concebir la hazaña que acaban de realizar estos trece amigos. Aunque tampoco es que hayan ido muy sobrados con sus reliquias a la hora de recorrer los 906 kilómetros que separan Benalmádena de la localidad marroquí de Merzouga, atravesando incluso el desierto del Sahara.
Pero también había que volver a casa. La travesía concluyó la noche del miércoles, poniendo fin a once días en los que la climatología y las averías les han jugado más de una mala pasada. «Hemos pasado frío y calor, nos ha llovido en pleno desierto y nos ha nevado en el Atlas», comenta un exhausto Francisco Martín, orgulloso de su fiel compañera, una 'Cady' que hace 25 años rompió moldes al llevar intermitente, toda una innovación en estos ciclomotores.
La locura cogió fuerza
La idea se fraguó en el bar Los Leones, «sólo por el gusto de vivir una gran aventura». Al principio parecía una locura, pero poco a poco fue cogiendo forma. ¿Y por qué Marruecos? Pues porque, según Juan González, «en ese país es mucho más fácil que en España conseguir piezas de recambio para este modelo de moto en caso de avería». Normalmente las suele encontrar por Internet, aunque es difícil porque los dueños de Mobylette son reacios a la hora de venderlas. Por eso, algunos han tenido que fabricarse hasta los asientos.
Sin embargo, los motores han aguantado mejor de lo que esperaban. Aunque no han faltado los problemas mecánicos, todos se han podido solucionar casi de inmediato . «El mayor incidente lo sufrimos la primera noche. Estábamos a oscuras y sin saber qué les pasaba a dos ciclomotores. Al final pudimos remolcarlos y llegar al albergue, que estaba a siete kilómetros», narra Virgilio Trujillo, otro de los expedicionarios.
Estos vehículos pueden alcanzar los 50 o 55 kilómetros por hora. Pero en ningún momento han circulado a esa velocidad. «Primero para no forzar demasiado, y segundo porque en algunas zonas era prácticamente imposible, como en las dunas del desierto», recuerda Francisco, el único de los participantes que no es de Benalmádena (vive en Torremolinos). Cada día han recorrido unos 220 kilómetros, algunos incluso pedaleando. Aunque eso sí, sólo por la mañana, ya que los faros de la Mobylette no son los ideales para circular de noche por carreteras secundarias.
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