Angelita Hernández, fiel defensora de la mantilla de España en Melilla para Ceuta

Nadie puede dudar de la hiperactividad de la Casa de Ceuta en Melilla. Cuando se habla de representación regional en confines lejanos, este puñado de buenos caballas demuestran con hechos que los hermanos de la parte más estrecha del Estrecho están muy bien representados en la fenicia y longeva Rusadir.

La Casa de Ceuta en Melilla que preside Ramón de la Cruz toma parte en todas las actividades lúdicas y culturales de Melilla. Cumple escrupulosamente con el calendario en todas las modalidades que se programan tanto desde la Ciudad Autónoma como desde otras instituciones. Son entusiastas de la participación social. No es extraño, en consecuencia, que el presidente de Ceuta, Juan Jesús Vivas, les aprecie y reconozca su entrañable e impagada labor.

Ese calendario de fiebre social pasa en estos momentos por la previa Cuaresma que antecede a la Semana Santa y existen iconos costumbristas desde hace siglos. La exaltación de la mantilla es un punto de inflexión en los días anteriores a la conmemoración de la muerte del gran revolucionario de todos los tiempos, Jesús de Nazaret.

Angelita Hernández ha pregonado a la mantilla en ese bello rincón de la calle de Lugo, sede de la institución regional. La poetisa melillense que con frecuencia hace llegar sus bellos sentimientos en clave de verso a través de los periódicos de papel, ha sido la encargada de enfatizar el papel que la prenda española juega en Semana Santa y no sólo en la primavera española.

Luciendo una mantilla negra clásica, ataviada elegantemente con un terno negro de los clásicos, Angelita emocionó al público que se dio cita en la Casa de Ceuta en Melilla. Lo hizo con palabras amables destacando que lucir mantilla es rendir homenaje a las mejores y más enraizadas costumbres españolas. La mantilla sirve tanto para llorar como para celebrar momentos felices, que de todo hay en la Viña del Señor.

Ceuta y Angelita, Ramón y Melilla...convivencia y respeto a las costumbres y tradiciones populares, participación social, ciudad. A todo eso huelen las cuatro paredes de ese hogar de ceutíes y melillenses.