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EL MIRADOR

La banalización de la inmoralidad

En el Ayuntamiento de Málaga rectificaron ayer forzados por las críticas, pero sólo por eso

Teodoro León Gross

Martes, 25 de noviembre 2014, 12:48

En los ochenta, un alcalde del norte cuestionado por usar a los funcionarios en su campaña electoral tuvo su minuto de gloria revolviéndose ante los micrófonos:

-Yo con mis funcionarios hago lo que me sale de los mismísimos, que para eso son míos.

La justificación piadosa para aquellos excesos era, por entonces, la dictadura reciente: el régimen había patrimonializado el país y a la democracia bisoña aún no se le había desprendido el pelo de la dehesa. Tres décadas después, se ve que el franquismo sociológico tenía raíces más profundas que el muérdago. Este fin de semana el Partido Popular ha presentado a su equipo de campaña para Málaga, y entre los sesenta -no dan, en términos militares, para un batallón pero son suficientes para formar una 'compañía'- había un buen puñado de cargos públicos, entre ellos el jefe de Comunicación del Ayuntamiento o la directora de la televisión municipal. ¿Para qué molestarse en disimular? Los usan porque son suyos, como decía aquel alcalde montaraz de los años duros. A calzón quitado.

A fuerza de costumbre, se acaba por perder el olfato de la decencia. No es más que eso. Parafraseando a Hannah Arendt, una 'banalización de la inmoralidad'. Cuando se está rodeado de nepotismo, al final no se le da importancia alguna al nepotismo; o al tráfico de influencias, o a los comisionistas, o los sobres, o los regalitos de pequeños sobornos. Y al final ni siquiera queda un mínimo aliento ético para el pudor. En condiciones normales a nadie se le ocurriría poner al director de una televisión a hacer campaña para el partido mientras cobra +60.000; pero eso, claro, sería en condiciones normales. No es el caso.

Se trata siquiera de estética. En realidad meter a la directora de Onda Azul a redactar argumetarios de campaña no es más que una proyección de su trabajo cotidiano. A eso se dedica día a día. Las televisiones públicas en España son maquinarias de propaganda al servicio del poder. Moncloa acaba de poner en TVE al director de Telemadrid que ya estuvo a sueldo del PP -incluso aparece en los papeles de Bárcenas- y a un subdirector de La Razón como comisario de informativos. Así está el nivel, para recuperar el modelo Urdaci. Telemadrid es una cantera para el PP como Canal Sur para el PSOE andaluz o TV3 para el nacionalismo. Y en los ayuntamientos es peor, por la falta de visibilidad. Lo de Tutankamontes en Torremolinos daría para una tesis. Y Onda Azul podría llamarse Telealcalde, como cualquier otra.

A última hora de ayer, un día después, rectificaron forzados por las críticas, pero sólo por eso. Poco antes desde Alcaldía el nº2 aún defendía la compatibilidad impecable de dedicar a hacer campaña a quien tiene la función de informar imparcialmente de ésta. En fin, que además de usar nuestro dinero para financiar su campaña, parece que tocaba llamarnos gilipollas a la cara.

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