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El quiosco La Paloma vende más gusanitos que otros establecimientos similares situados en El Retiro de Madrid o en los sevillanos jardines de María Luisa.

El parque con más miga del país

La Paloma, el pulmón verde de Benalmádena, es uno de los lugares mejor valorados por los turistas

ALBERTO GÓMEZ

Miércoles, 30 de julio 2014, 00:44

Hace poco más de un mes, y para sorpresa generalizada, la web de viajes TripAdvisor reconocía al Parque de la Paloma, en Arroyo de la Miel, como uno de los veinticinco destinos europeos mejor valorados por sus usuarios. Casi el setenta por ciento de las opiniones de los viajeros calificaban el lugar como 'excelente', la mayor consideración posible en este famoso portal de Internet. El gran pulmón verde de Benalmádena era distinguido así en una lista en la que también figuraban la Mezquita de Córdoba, los Jardines de Luxemburgo de París, la Alhambra de Granada o el Parque Güell de Barcelona.

Pero, ¿cuáles son los secretos de este lugar, aún demasiado desconocido en el resto de la provincia? Inaugurado en 1995, se ha convertido en uno de los parques mejor equipados de Andalucía. Cuenta con un lago artificial, dos zonas de ocio infantil, senderos naturales, fuentes, barcos teledirigidos, caminos adoquinados, establecimientos de restauración rodeados por zonas de descanso y una gran variedad de flora y fauna. Su jardín de cactus y suculentas es otro de los atractivos de este espacio verde, que tiene cuatro accesos desde la avenida Federico García Lorca, el camino del Prado, la avenida del Parque y la avenida Rocío Jurado. La masa arbórea esconde vallados con avestruces, cabras montesas, pavos reales o tortugas. En cuanto a la flora, destacan los eucaliptos, las palmeras, los cipreses y, sobre todo, las amplias extensiones de jardines.

El de TripAdvisor no es el único éxito obtenido por el parque benalmadense, uno de los espacios más especiales de la localidad por su amplitud, sus numerosas zonas verdes y de recreo y el divertido y constante asalto de todo tipo de animales pequeños. Este lugar cuenta con un peculiar récord: su quiosco es el que más gusanitos vende de todo el país. Este aperitivo, una tregua ociosa en medio del tira y afloja en que a menudo se convierte la alimentación infantil, mantiene su imbatible reinado en ese universo de chucherías tan recurrente en las negociaciones paterno-filiales. Rara vez faltan en excursiones y visitas de fin de semana. El quiosco La Paloma vende cerca de doscientas bolsas al día. «¿No te lo crees? Espera, mira», exclaman sus propietarios antes de mostrar la placa que acredita a este pequeño establecimiento como el mayor vendedor de gusanitos en España.

La presencia en el parque, que cuenta con más de doscientos mil metros cuadrados, de palomas, patos, cisnes, gallinas y otros animales que los niños ceban con alegría dispara la venta de este producto. Cada bolsa cuesta treinta céntimos, de los que cerca de un tercio son para los propietarios. «No sirve para hacerse ricos, pero se ha convertido en un pilar importante para el negocio», aseguran. La huida a la playa de parte del público que lo visita con frecuencia provoca que en los meses de verano disminuya el número de paquetes a los que dan salida, algo que no pone en peligro el título que ostentan desde hace más de un año.

Particular liderazgo

La noticia de este particular liderazgo fue recibida con sorpresa por la dueña del quiosco. Después de que el presidente de la empresa de gusanitos por excelencia Risi, Juan Gómez-Cuétara, afirmase en un programa de Televisión Española que el local que más bolsas de este producto vendía era el de La Paloma, muchos clientes se acercaron hasta allí para felicitarla. Ella no sabía nada ni había visto el programa, y tampoco acababa de creerse que su pequeño quiosco superara a establecimientos ubicados en lugares tan míticos como el jardín de María Luisa en Sevilla o el parque del Retiro en Madrid. Pero así era. Risi confirmó el hito con la entrega de la placa acreditativa.

El horario del parque en temporada estival es de nueve de la mañana a once de la noche, tiempo más que suficiente para disfrutar de un lugar en el que el tiempo parece pararse. Entre la biblioteca y la zona de cactus se encuentra una escultura en la que figuran unos versos del poeta Pablo García Baena: «Bajo tu sombra quiero esperar las mañanas fugitivas de frescura / y los atardeceres largos como miradas / cuando todo mi ser es un canto de amor, / un cántico al amor entregado, / mientras las manos se curvan sobre las espaldas desnudas / y mis párpados se tiñen con el violento jacinto de la dicha».

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