La Junta reclama al Consistorio un millón por las obras de encauzamiento del río Chíllar

Las obras de adecuación hidrológico-ambiental del cauce bajo del río Chíllar, a su paso por Nerja, finalizaron hace siete años. Sin embargo, la factura aún no está terminada de pagar. Así lo entiende, al menos, la Consejería de Medio Ambiente, que ha exigido al Ayuntamiento el abono de 957.000 euros, correspondientes al 25 por ciento del presupuesto, que alcanzó los cuatro millones, según informó a SUR la alcaldesa, Rosa Arrabal (PSOE), quien consideró que esta reclamación «es una sorpresa más de las que nos seguimos encontrando cada día desde que llegamos el 15 de junio de 2015».

La regidora explicó que han recibido ya varios requerimientos de pago, por lo que han mantenido diversas reuniones con los responsables de la Administración andaluza. «La única documentación que consta sobre este asunto en el Ayuntamiento es una petición firmada en 2009 por el entonces alcalde, José Alberto Armijo (PP), para que se concediese una fraccionamiento en los pagos», matizó Arrabal, quien lamentó que esta situación va a suponer «un contratiempo importante» para las arcas municipales, «como ya lo ha sido el pago de la sentencia firme por la expropiación de los terrenos para la depuradora, por más de 1,5 millones de euros, o la indemnización por la reparcelación del polígono industrial de Castillo Alto, con más de 300.000 euros».

Por su parte, el exregidor y diputado provincial manifestó a este periódico que desconocía la existencia de esta deuda, «y que yo recuerde nunca nos hicieron requerimiento alguno en ese sentido», matizó. «La Junta nunca contestó a nuestra petición ni nos pidió nada, y si así hubiera sido tendría que corresponder al interventor o al tesorero hacerlo constar para que lo supiera la corporación», consideró el que fuera alcalde durante dos décadas, entre 1995 y 2015. La Empresa de Gestión Medioambiental (Egmasa), dependiente de la Consejería de Medio Ambiente, fue la encargada de los trabajos, desde el Puente Viejo hasta la desembocadura, a lo largo de más de un kilómetro. El entorno cuenta con abundante vegetación, paseos peatonales, alumbrado, mobiliario urbano y un carril-bici.

La actuación despertó en su momento fuertes críticas de los vecinos y asociaciones ecologistas por el enorme impacto visual que generaba, aunque con el crecimiento de la vegetación éste se ha reducido bastante.