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PILAR R. QUIRÓS
Miércoles, 18 de septiembre 2013, 10:49
A veces se producen estos cóctel molotov. El discurso de la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, ante el COI: dicción correcta (inglés con acento español que aquí hace tanta gracia), pero discurso al estilo yanqui cercano del tipo 'hey you guys', que poco tenía que ver con el 'speech' que se esperaba y sobreactuación de la línea 'Follow me' para parvularios. Eso sumado al 'relaxing cup of café con leche', que sonaba más splanglish que otra cosa, agitó la coctelera a límites insospechados hasta el punto de que eso aconteció hace dos semanas y todavía los chistes, chascarrillos, memes y anuncios ficticios sobre escuelas de idiomas, etc, han inundado redes sociales y el 'WhatsApp' de todo españolito medio.
Esos 'costumbristas' segundos generadores de endorfinas a costa del deporte nacional: reírse de los demás. Que levante la mano el que no se ha reído o sonreído o tronchado literalmente, muchos a sabiendas de que se desternillaban de algo que ellos nunca serían capaces de hacer: dar una conferencia en otro idioma que no sea el español (catalán, euskera, etc).
Esta sección tenía ayer como reto hablar con los 31 concejales de la Corporación y someterles (en caso de que fuese necesario para profundizar en ese 'nivel medio' que todo hijo de vecino pone en su currículo) a un pequeño test en inglés. Afortunadamente, la mayoría se sinceró desde el principio y solo algunos aceptaron el reto de mantener una conversación en el idioma de Shakespeare. Solo dos del total se desmarcaron con su excelente francés, el alcalde, Francisco de la Torre, que estudió dos años en Rennes (Francia), y el edil socialista Daniel Moreno, que vivió 12 años en Ginebra, desde los siete hasta los 19, cuando sus padres emigraron a Suiza. El resultado: la mayoría de los ediles de Málaga es incapaz de dar una conferencia en otro idioma en un foro internacional y responder a preguntas.
Solo doce concejales (de los 31), que han pasado la 'prueba del algodón', serían capaces de asumir este reto, que al parecer (en vista del choteo generalizado) todo español espera de sus dirigentes políticos. Además del alcalde y Moreno estarían en este grupo de privilegiados la portavoz María Gámez porque desde que era pequeña ha pasado veranos en el Reino Unido «becada», como subraya; el portavoz del PP, Mario Cortés, que empezó a dar clases de conversación en inglés hace dos años y lo demostró en su viaje a Japón donde se entrevistó en inglés con los socios del proyecto Zem2All (coches eléctricos); el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, que pone sobre la mesa que durante muchos años recibió clases particulares de inglés por el interés que tenían sus padres en que lo aprendiera; la concejal de Economía, María del Mar Martín, que de hecho ya ha realizado presentaciones en inglés y se maneja en este idioma con soltura; o la edil de Bailén-Miraflores, Elisa Pérez de Siles, que mejorando su inglés ahora se ha lanzado a la aventura del chino y tiene el primer curso del idioma mandarín de la UNED.
También están en esta lista el responsable de Seguridad, Julio Andrade, que se considera casi bilingüe, algo que debe a que estudió un año de Secundaria en Estados Unidos; la edil del distrito Centro, Gema del Corral que ha estado veranos en Cork (Reino Unido); la concejala de Comercio, Ana Navarro, que trabajaba para una multinacional farmacéutica y viajaba con el comodín del inglés; o el diputado provincial (concejal por Málaga) Carlos Conde, que estudió un curso en Leeds con una beca Erasmus. Por último, el nuevo edil independiente, Carlos Hernández Pezzi, que aludió a sus conferencias en inglés en Chicago, Nueva York y Turín.
Del gran grupo restante, mantendrían una conversación coloquial con más o menos fluidez los socialistas Lorena Doña, Francis Montiel, Sergio Brenes y Manuel Hurtado (francés); y los populares Francisco Pomares, Mariví Romero, Damián Caneda, Mar Torres, Raúl Jiménez, Raúl López y Carmen Casero. Así que ahora cuando sucumbamos al ataque de risa generalizado contra cualquier 'osado' (el sentido del ridículo español es inconmensurable) que intente hablar en otro idioma, recapacitemos, miremos las cifras y, si queremos, volvamos a reírnos. Pero al menos que veamos la realidad.
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