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PRESIDENTA DE CEACCU

Isabel Ávila: «El problema de que suban el pan, la leche o el pollo es que estos artículos no tienen alternativa»

«Este aumento de precios no es normal; ahora culpan a las cosechas, pero los incrementos de años anteriores no están justificados». «La falta de competencia hace que todo el mercado esté en manos de muy pocos y puedan permitirse estos encarecimientos»

AMANDA SALAZAR

Domingo, 18 de noviembre 2007, 02:51

Isabel Ávila es presidenta de la Confederación Española de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) desde hace nueve años y señala que la del mes pasado ha sido la mayor subida del IPC que ha vivido desde que está al frente del organismo. El IPC se ha disparado. En octubre se situó en el 3,6%, la cifra más alta desde agosto de 2006, y los analistas avisan que no parece que la inflación vaya a mejorar hasta 2008.

¿Qué está pasando para que el IPC haya sufrido una subida tan importante?

La culpa la ha tenido el encarecimiento de los alimentos. Han subido por encima de cualquier previsión. En algunos casos, su precio se ha multiplicado por cinco y el problema es que son productos, como la leche, el pan o el pollo, que no tienen otra alternativa. Los consumidores tienen que seguir comprándolos y asumir ese incremento sin rechistar.

El vicepresidente económico, Pedro Solbes, ha calificado la subida de los alimentos de «atípica». ¿Cree que es algo coyuntural?

No es coyuntural, sino estructural. La falta de competencia en el sector de la alimentación hace que todo este mercado esté en manos de muy pocos y puedan permitirse elevar los precios de forma abusiva. La CEACCU tiene interpuestas dos denuncias ante la Comisión Nacional de la Competencia a Ceopan (la confederación del pan) y Propollo para que investigue si se han producido pactos en los precios, porque no son normales las subidas que ha habido este año. Además, en el caso del pan ha subido exponencialmente desde la entrada del euro: en algunas provincias cuesta hasta un 48% más; ahora culpan a una mala cosecha en Europa, pero eso es este año, los incrementos de los años anteriores no tienen justificación alguna.

Las empresas se justifican en las subidas de precios en origen.

Nosotros no creemos que eso sea cierto. Al ganadero o el agricultor le pagan sólo un poco más, mientras que el consumidor sufre un incremento del 22% en muchos alimentos. La mayor ganancia se la lleva el intermediario. Los consumidores somos el eslabón más débil y al final nos toca pagar todos los costes.

¿Dónde se va a notar mayor subida y qué va a suponer esto en la cesta de la compra?

En la leche, que se ha incrementado un 24%, el pollo (con un 14%), el pan (con el 13%) y los huevos (con el 9%). Estas subidas suponen que llenar el carro de la compra con los mismos productos del pasado año saldrá 120 euros más al mes. Junto con la subida de las hipotecas, llegar a fin de mes supondrá 300 euros más al mes para las familias.

¿Qué consecuencias puede tener esta subida de los precios?

La subida de los alimentos, junto a la de los carburantes y a la de los tipos de interés de las hipotecas, va a propiciar una desaceleración en el consumo porque el salario no sube al mismo nivel y las familias van a perder poder adquisitivo.

¿Desde CEACCU creen que los consumidores tienen la percepción de que han perdido poder adquisitivo?

Nuestra economía está débil. Eso es lo que pensamos desde CEACCU, y desde luego los consumidores lo perciben en la calle. Desde 1999 estamos advirtiendo del riesgo de endeudamiento en las familias y ahora es cuando más se va a empezar a notar.

¿Qué deben hacer las familias para intentar pasar el trago?

Desde luego no pueden hacer nada para modificar los precios. Ni siquiera desde las asociaciones podemos hacer gran cosa porque la única forma de presión que queda es dejar de comprar los productos, y al ser alimentos de primera necesidad es impensable.

¿Qué trucos pueden ayudarle a recortar costes?

Al consumidor le queda intentar comprar con racionalidad, comparar calidad y precios, buscar productos alternativos, comprar marcas blancas (productos de las grandes superficies sin marcas) y limitarse a los alimentos de temporada. Hay que tener cuidado con las ofertas porque son un gancho que al final lleva al usuario a comprar más cosas que no pensaba adquirir. Y, sobre todo, planificar los gastos. Con tanto gasto, vamos a tener que recuperar los antiguos sobres que usaban nuestros padres y dejar uno para intentar ahorrar, aunque parezca imposible.

Tanta subida ¿aguará la Navidad a más de uno?

La gente seguirá comprando igual, sobre todo alimentos, y más en fechas tan señaladas, pero costarán más. Además, seguro que se nota en un descenso en los regalos, el ocio, los viajes y la ropa. Lo mejor es hacer el menú con tiempo y planificar bien las cantidades para evitar derroches.

Los gastos de fin de año también pueden llevar al usuario a los créditos rápidos o a la compra a plazos

Hay que advertir a los usuarios contra este tipo de soluciones a corto plazo que incrementa el endeudamiento de las familias. Antes, los créditos rápidos los pedían inmigrantes que no conseguían créditos en los bancos habituales porque no tenían nómina. Pero ahora la tendencia está cambiando y hay cada vez más familias españolas que acuden a estos créditos de intereses desorbitados y que son una trampa. El pago a plazos también es muy peligroso. Es un sistema muy fácil para tener de todo, pero en cuanto falla algún elemento, todo lo demás se viene abajo. Es una espiral de la que es muy difícil escapar.

¿El Gobierno puede hacer algo para aliviar este tipo de situaciones?

No puede hacer nada para controlar los precios porque el sector de la alimentación es un sector de libre competencia, pero puede velar para que haya transparencia en los precios. Si por un kilo de mandarinas pagan al agricultor dos céntimos y luego al consumidor le cuesta dos euros y medio, la diferencia queda en algún sitio, y desde luego no es proporcionada. El Gobierno debería poner a cada eslabón de la cadena en su sitio.

¿Y ante el endeudamiento de las familias? ¿Se puede hacer algo desde las instituciones?

El Gobierno debería proteger a los consumidores ante ese endeudamiento al igual que lo hace cuando quiebra una empresa. Hay mecanismos para las empresas pero no cuando un consumidor se queda sin dinero. Y no es que se haya quedado sin dinero porque sea un derrochador. Muchas veces pasa que las previsiones se sobrepasan porque se encarecen los tipos de interés o los alimentos suben de la forma en la que lo han hecho en esta ocasión.

Con tanto gasto, ¿quedará algo para ahorrar?

España era antes un país ahorrador, y ahora al pasa al contrario. Nos hemos acostumbrado a consumir. Todo es 'lo quieres, lo tienes'. Hay que intentar ser un poco más racionales y huir de una sociedad de consumo que pone todos los elementos para convencernos de que gastemos dinero. Para ello, lo mejor es no comprar con tarjetas de crédito, que hacen que no seamos conscientes de lo que gastamos realmente.

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