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La serie 'Los diez mayores' relata la evolución de la vida humana. :: CARLOS MORET
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Hilma af Klint: de todo lo visible y lo invisible

El Palacio de Buenavista abre el programa de su décimo aniversario con un ambicioso montaje inédito en España sobre la artista El Museo Picasso Málaga reivindica a la creadora sueca como pionera de la abstracción

ANTONIO JAVIER LÓPEZ

Viernes, 25 de octubre 2013, 19:36

Ahora que la obra de un artista suele medirse por su posición en un listado de cotizaciones, que la pertinencia de una exposición se calcula al peso de su número de visitantes, ahora que los contables empiezan a sustituir a los historiadores y los gestores al frente de los centros artísticos... justo ahora, el Museo Picasso Málaga (MPM) confirma su vocación de paso cambiado para ofrecer el trabajo de una artista espiritual, incluso espiritista, de una creadora «secreta» hasta hace bien poco para la Historia del Arte, de una autora en las antípodas del ego, hasta el punto de que pidió que su obra sólo fuera exhibida cuando hubieran transcurrido 20 años desde su muerte.

Ha pasado más tiempo, casi siete décadas, desde el deceso de Hilma af Klint, aunque quizá su reino artístico no fue de este mundo. La creadora sueca fallecía en 1944, el mismo año que Munch, Mondrian o Kandinski. Este último se proclamó a sí mismo como el primer artista de la abstracción. Lo hizo en su libro 'De lo espiritual en el arte', publicado en 1912. Y llegaba, al menos, seis años tarde, porque en 1906 Hilma af Klint comenzaba 'Los cuadros para el templo', un ingente ciclo de 193 cuadros de gran formato agrupados en varias series.

Algunos de ellos forman parte de 'Hilma af Klint. Pionera de la abstracción', el ambicioso proyecto inédito en España presentado ayer en el MPM como primera muesca de su intensa agenda de actividades para celebrar su décimo aniversario. El museo se adentra con este montaje en uno de sus discursos expositivos más complejos. También se enfrenta el público del MPM a una de sus visitas más exigentes, al menos el espectador que quiera extraer parte del proteico jugo destilado por las creaciones de Hilma af Klint.

Una obra en la bisagra entre los siglos XIX y XX y marcada a fuego -como muchas de las primeras vanguardias- por avances tecnológicos y descubrimientos científicos de la época como los rayos X o las ondas electromagnéticas, así como por la teosofía y el ocultismo. A ese afán por hacer visible lo invisible obedece el trabajo de Hilma af Klint. Lo resumía la comisaria de la muestra Iris Müller-Westermann en uno de los textos del catálogo: «Su obra de fundamenta en el convencimiento de que hay una dimensión espiritual en nuestra existencia que en buena medida ha quedado al margen de un mundo cada vez más materialista».

Materialismo y autoría

Ese cuestionamiento de la lógica acumulativa de la sociedad capitalista emerge como uno de los aspectos que mantienen la plena vigencia de la obra de Hilma af Klint, que estableció estos postulados hace más de un siglo. Otro llega desde su natural desapego hacia el concepto de autoría. Primero, como miembro de Las Cinco, el grupo que formó a finales del XIX con Anna Cassel, Sigrid Hedman, Cornelia Cedeberg y Mathilde N. y con el que realizó una serie de dibujos automáticos firmados siempre como 'D. F.' ('De Fem', 'Las Cinco', en sueco). Y segundo, con el mandamiento de que su obra abstracta no viera la luz del público hasta que pasara el tiempo suficiente para que «fuera entendida».

El cumplimiento de esa petición hizo que la obra de Hilma af Klint permaneciera oculta para el público y los especialistas no sólo durante el tiempo de su producción, sino también en las décadas posteriores. Elementos que llevaron ayer al director del MPM José Lebrero a reivindicar: «Esta exposición presenta a la creadora europea más secreta del siglo XX, por volumen e importancia de su obra, pero también por la influencia que va a tener en el futuro».

Una «exposición única», en palabras de Lebrero, que muestra en el museo malagueño un conjunto de 214 obras de la artista sueca, que tras pasar por el Moderna Museet de Estocolmo y el Hamburger Bhanhof berlinés ocupará dos plantas del palacio de Buenavista hasta el próximo 9 de febrero. Luego, partirá rumbo al Museo de Arte Moderno Louisiana de Humlebaek (Dinamarca).

Lebrero reflexionó sobre el afán de Hilma af Klint por «hacer visible el espíritu» en una obra «optimista que no interpela, sino que acoge» al espectador. Un legado «difícil de clasificar» y cargado de símbolos. Sobre alguno de ellos se detuvo Iris Müller-Westermann. En la serie 'Caos primigenio' (1906) que abre el montaje se enfrentan el azul y el amarillo como representaciones de las energías masculina y femenina, respectivamente. Obras presididas por caracolas como representantes de la fuerza en espiral de la creación que parte de la materia (aquí una 'w') y llega hasta lo espiritual (representada por una 'u').

Trabajos de avanzan desde el naturalismo hacia las sinuosas abstracciones de 'Los diez mayores', el espectacular conjunto de acuarelas sobre papel de gran formato que cierra la exposición. Una serie que ha permanecido guardada en tubos durante años y que ahora emerge contundente y vivaz. Lo resumía ayer la comisaria: «Hilma af Klint pintó para el futuro y el futuro es ahora». Otra cuestión es si el futuro ya no es lo que era.

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