El escocés derrochó virtuosismo guitarra en ristre sobre el escenario malagueño. :: ÁLVARO CABRERA
CULTURA Y ESPECTÁCULOS

Mark Knopfler luce maestría en Málaga...

El veterano músico escocés practicó una política de 'flashbacks', combinando temas clásicos con su último trabajo, 'Privateering' El mítico guitarrista de los Dire Straits da una lección musical en la plaza de toros de la Malagueta y 'puntea' uno tras otro los grandes éxitos de su carrera en un coso a reventar

IVÁN GELIBTER

Martes, 30 de julio 2013, 12:51

Como transformado en el príncipe veronés Della Escala, interfiriendo en la relación de los Capuleto y los Montesco. Así, elevado a la realeza -en este caso musical- para hablar de un 'Romeo and Juliet' con acordes casi tan famosos como el de su compatriota dramaturgo. Un Shakespeare virtuoso de su guitarra a mano cambiada -es zurdo y toca como un diestro- que amenazó ayer con ser parte del imaginario malagueño que anoche se asomó a su balcón para ver un rasgueo legendario.

Publicidad

La Malagueta acogió anoche uno de los recitales más importantes del verano -sin contar el festival marbellí Starlite- y el público quedó alojado en el lugar más opuesto a la decepción. Desde el primer punteo de 'What it is', perteneciente a su aclamado trabajo en solitario 'Sailing to Philadelphia', hasta el último acorde que iluminó el escenario, Knopfler fue el 'héroe local' que se esperaba. Un continuo cambio de guitarras fue dando paso a un recorrido atemporal sobre lo que los 'sultanes del swing' quisieron contar a una generación -la mayoritaria anoche- pero también sobre el relato más moderno que el británico ha venido ofreciendo durante los últimos años.

Violines, batería, piano e incluso un violonchelo iban abriendo el paso a cada tema que hacía sacar los 'smartphones' de los bolsillos y las sensaciones de las entrañas. Minutos que estaban lejos de ser eternos de cadencias exclusivamente instrumentales. Pretensiones bien conseguidas de hacer remarcar que pese a ser una voz reconocida, el instrumento de cuerda por excelencia era el que debía estar llamado a ser el protagonista de una función venida de otro tiempo. De aquel que dice que toda música pasada siempre sonó mejor.

El teclado asomaba a veces un sonido con notas altas que recordaban a un 'saloon' con humo denso, y provocaba impulsos imposibles de detener que hacían juntar palma sobre palma para ir siguiendo el ritmo que Knopfler marcaba firmemente con el pie izquierdo. Los primeros gritos vinieron de la mano de lo que los Dire Straits construyeron en años ya pasados, y el nombre de Juliet se alzaba por encima de cualquier otro, apelando -como dice la letra- a «una serenata callejera, deprimiendo -sin tristeza en esta ocasión- a todo el mundo con su canción de amor».

Un coso en el que no cabía un alfiler fue el reflejo de que las localidades estaban completamente agotadas anoche. Los cánticos de «oé, oé» dieron paso a un Knopfler que supo 'pillar' el típico grito de aliento español y plasmarlo en un punteo tan extravagante como divertido. Esa 'jugada' le valió la equiparación del personaje con su contexto. Voces clamando «torero» hicieron sonreír al escocés, que tuvo que reconocer que los malagueños estaban siendo «maravillosamente dulces».

Publicidad

Hasta la presentación de los músicos fue una muestra de carácter y raza artística. Aunque eclipsados por el protagonismo bien ganado del 'sir' de la guitarra, el acompañamiento -de manera individual- quiso mostrar que el show no era cuestión de uno solo, y que la sensación de gozo que creaban las corcheas estaba traída también por la corte del 'sultán'. Hasta el propio cantante tuvo que quedarse impertérrito mirando como su compañero violinista jugaba con el viento en solitario, acercando la tradición celta a un auditorio que no esperaba oír vibrar el filamento del otro gran instrumento de cuerda.

Y entonces fue cuando se marchó para volver. Para refrescar a la audiencia con su 'So far away', que era cierto que venía de muy lejos, tanto en lugar como en el tiempo. Con el concepto cambiado de que una intro puede dar pie a un epílogo. 'Local hero' pasó a ser la última página de un concierto más para Knopfler, pero una eternidad en la memoria de las miles de almas embaucadas por la grandeza de su creación. Como lo fue, entonces, aquel cuento veronés.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €

Publicidad