«La mayor virtud de Málaga es su gente, que es imprevisible»
Antonio Garrido reclama espíritu crítico y defiende los chiringuitos como parte de «una forma superior de cultura»
ALBERTO GÓMEZ
Martes, 23 de julio 2013, 11:56
Cuenta Antonio Garrido que durante su estancia en Nueva York, donde aterrizó para dirigir el Instituto Cervantes, sintió una nostalgia terrible por el mar. Y, con ella, como un daño colateral imprevisto, también por los chiringuitos. «Es una forma superior de cultura; los fenicios seguro que ya estaban comiendo sardinas cerca de donde estamos haciéndolo ahora», asegura mientras señala la playa de La Carihuela, que observa tras uno de los grandes ventanales que presiden el comedor interior de La Jábega, referente incontestable de la gastronomía marinera en la provincia malagueña durante los últimos cincuenta años de historia.
El merendero, en la actualidad regentado por Fernando Márquez, fue inaugurado a comienzos de la década de 1960, cuando Torremolinos era el escenario de una explosión de libertad impensable en otras ciudades españolas y que Garrido Moraga compara con la dolce vita italiana. «Con todos sus defectos, que los tiene, Málaga posee grandes virtudes, de entre las que yo destacaría a su gente, que es imprevisible, peculiar y surrealista. Esta provincia es una gran esponja, aquí lo asumimos todo», sentencia.
Catedrático de Lengua y Literatura, Garrido Moraga ha editado una treintena de libros, es invitado de forma habitual como profesor en universidades europeas y norteamericanas y habla cuatro idiomas. Denuncia la pérdida general del sentido del humor («Imagina qué sería capaz de escribir Valle-Inclán si hoy presenciara un pleno en el Congreso», propone jocoso), pero su rictus se retuerce cuando es cuestionado sobre el nivel cultural actual. «Se ha consumado una sociedad sin espíritu crítico, en la que no hay ideologías ni utopías», se lamenta.
Una versión -«no censurada», matiza- de 'Las mil y una noches' le introdujo en la literatura cuando aún era niño. «Accedí de manera libérrima a los placeres de Oriente», ironiza. Fue el comienzo de su pasión por los libros, que aún permanece intacta, como demuestra cada semana en SUR, en cuyas páginas ejerce la crítica literaria desde hace veinte años. Ha escrito cuentos, ensayos y poesía, y es autor de la sección de literatura andaluza de la enciclopedia electrónica, pero sobre todo se considera «una persona curiosa».
El mar, al frente
Político, narrador, académico, crítico literario... Son muchas las etiquetas con las que se podría intentar catalogar a Antonio Garrido Moraga. Sin embargo, él tiene claro con cuál quedarse si ha de elegir: «Soy universitario, por encima de cualquier otra cosa, y como universitario, soy libre». De todos los logros, se siente satisfecho por haber impulsado un modelo de cultura y turismo para la ciudad del que han emanado iniciativas como el Festival de Málaga Cine Español o el desarrollo de la casa natal de Picasso.
Pero tal vez sea debido a su espíritu universitario por lo que Garrido Moraga guarda un recuerdo especial de los primeros años de la facultad de Ciencias de la Comunicación de la UMA, que celebró el pasado mes de febrero su vigésimo aniversario y a cuyos orígenes contribuyó como coordinador del curso 1992 - 1993, cuando todavía el centro se ubicaba en Martiricos y no en el Campus de Teatinos.
Garrido Moraga mira hacia aquellos años sin practicar un ejercicio de manida nostalgia. Más bien, se diría que valora el presente por encima de cualquier otro tiempo. Se considera afortunado en lo personal y en lo profesional, y subraya que mantener la independencia durante todas las etapas de su carrera ha sido un reto y una virtud.
Le gusta definirse como una persona alejada de los prejuicios y heterodoxa, en sintonía con el pensamiento liberal y con la propia ciudad de Málaga, de la que reivindica su bahía, «un ámbito geográfico extraordinario para la creación artística». Desde La Jábega parecen quedar ya lejos los años de nostalgia en Nueva York por un mar al que ahora Garrido Moraga puede mirar de frente.
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