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FRANCISCO JIMÉNEZ pjimenez@diariosur.es
Domingo, 18 de noviembre 2012, 15:48
H asta ahora, la ciudad de Málaga se había librado de los continuos sobresaltos caídos del cielo con los que este otoño excesivamente lluvioso está castigando la provincia. Hasta ahora, porque las dos trombas de agua de la mañana de ayer serán difícil de olvidar para muchos malagueños. Afortunadamente no se llegaron a vivir situaciones tan dramáticas como las de las fatídicas inundaciones de hace justo ahora 23 años, pero los 112 litros por metro cuadrado que se recogieron en la capital desde las diez y media de la mañana hasta las dos de la tarde dejaron tras de sí una desoladora estampa de calles convertidas en ríos, viviendas aisladas, familias desalojadas, arroyos desbordados, árboles caídos, contenedores flotando, coches tapados por el fango, desprendimientos de tierra, cortes de tráfico, interrupciones del suministro eléctrico, fallos en las líneas telefónicas y un sinfín de inmuebles anegados entre casas, garajes y locales comerciales por todos los barrios de la ciudad. Tampoco se libraron colegios (por suerte ayer no era día lectivo), instalaciones sanitarias como el Materno Infantil, el hospital Civil y el Clínico, dependencias policiales como la Jefatura de Cruz del Humilladero, casas de hermandad de varias cofradías e incluso la zona mixta del estadio de La Rosaleda. Igualmente, la depuradora del Guadalhorce tuvo que parar las máquinas ante la incapacidad de tratar el agua por la acumulación de lodos, mientras que en los polígonos la actividad fue prácticamente nula al tener sus accesos bloqueados.
A todo esto se sumaron la veintena de familias que tuvieron que ser desalojadas en Los Asperones -la barriada quedó literalmente cubierta de agua-, y los vecinos de los diseminados rurales de El Tarajal, Huertecilla y Santa Águeda que quedaron incomunicados por carretera. Una larga sucesión de incidencias que motivaron el despliegue de más de doscientos efectivos municipales y la activación del Plan Municipal de Emergencias por parte del Ayuntamiento, que estuvo comandado primero por el alcalde en funciones, Damián Caneda, hasta la llegada de Francisco de la Torre, que regresó ayer mismo de su viaje a Estados Unidos. Igualmente, el delegado del Gobierno andaluz en Málaga, José Luis Ruiz Espejo, también se puso al frente del Plan de Emergencias de la Junta de Andalucía por el riesgo de inundaciones en distintos puntos de la provincia.
Y es que la tormenta no solo dejó huella en la capital. También lo hizo, de manera contundente, en los términos municipales de Casabermeja y Almogía, donde centenares de familias se quedaron aisladas porque las crecidas de arroyos y la acumulación de tierra dejaron intransitables las carreteras. Una experiencia que también tuvieron que soportar en Benamargosa y en diseminados de Periana y Alcaucín por los daños causados en decenas de carriles y caminos rurales. En Alhaurín de la Torre, una vez más, los vecinos de Santa Amalia tuvieron que ser evacuados (seis familias y 15 trabajadores de una finca agrícola), aunque en esta ocasión fue de forma preventiva ante la crecida del río Guadalhorce, cuyo caudal llegó a alcanzar los 3,75 metros de altura, casi al límite de los cuatro metros que marcan la cota del desbordamiento. En Estepona también se registraron daños como consecuencia de los fuertes vientos en forma de tornado, un fenómeno atmosférico que posteriormente también se dejó ver por Churriana y, mar adentro, por la Axarquía.
Ligera tregua
La tormenta dio una tregua por la tarde, aunque las nubes no dejaron de descargar durante todo la jornada. De hecho, al cierre de esta edición aún seguía lloviendo, y así se espera que continúe al menos hasta las diez de esta mañana, momento en que Meteorología prevé desactivar la alerta naranja por fuertes lluvias. Unas precipitaciones que obligaron ayer a decretar la alerta roja (el nivel máximo con previsión de 60 litros por metro cuadrado en una hora) tanto en la capital como en el Valle del Guadalhorce, la Axarquía y la Costa del Sol, comarcas en las que se volvió a activar desde la 1.00 a las 7.00 horas de hoy, rebajándose a naranja hasta las diez de la mañana con la previsión de fuertes aguaceros.
Las intensas precipitaciones complicaron durante todo el día los movimientos por carretera. Las principales arterias de la ciudad se vieron colapsadas por la acumulación de agua, hasta el punto de que incluso los autobuses urbanos de la EMT tuvieron que permanecer parados toda la mañana en las líneas que conectan con la zona Este, La Palmilla, Puerto de la Torre y Miraflores de los Ángeles. La red de 'parkings' municipales también se vieron afectados, al igual que numerosos garajes comunitarios y de particulares. En los accesos a la capital, la mayor incidencia se produjo en la A-7, donde el corrimiento de tierras provocó el corte durante hora y media de la calzada de la Ronda Este sentido Cádiz justo a la entrada del túnel de Cerrado de Calderón, causando retenciones de hasta cinco kilómetros.
La circulación por vía férrea no se vio afectada pese a las balsas de agua generadas en varios puntos como el polígono Guadalhorce. En cuanto al aeropuerto, la actividad fue normal durante todo el día salvo en el intervalo comprendido entre las 9.15 y las 9.51 horas por las condiciones meteorológicas adversas, que obligaron a desviar cuatro vuelos a Sevilla y tres a Granada.
Para encontrar la única nota positiva de la jornada hay que buscarla en los embalses, que son los grandes beneficiarios de este otoño tan lluvioso. Ayer, los pantanos de la provincia sumaron otros once hectómetros cúbicos de agua hasta alcanzar los 529,5 (su capacidad máxima es de 620), según los datos actualizados de la Red Hidrosur, dependiente de la Junta de Andalucía.
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