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MÓNICA BERGÓS
Sábado, 6 de octubre 2012, 03:23
Síndrome de Nishida: dícese de una enfermedad congénita poco frecuente que impide sentir dolor. Los niños que la padecen tienden a la automutilación y tienen una esperanza de vida muy corta. Este desorden, catalogado en los anales de medicina, sirve al director de 'Insensibles', el cineasta franco-español Juan Carlos Medina, para construir un 'thriller' fantástico en torno a la experiencia metafísica del dolor y su relación con la historia más reciente de España. La película tuvo ayer un cálido recibimiento en el Festival de Sitges.
'Insensibles' cuenta la historia de un exitoso cirujano encarnado por Álex Brendemühl. Diagnosticado con un cáncer del que sólo puede curarse con un trasplante de médula ósea, para sobrevivir deberá indagar en un pasado oscuro y misterioso que ha sido barrido por el silencio. La búsqueda le llevará hasta una pequeña población del Pirinero catalán que durante la Guerra Civil tuvo nacimientos de niños insensibles al dolor.
Medina habla con vehemencia del que reconoce que es el proyecto de su vida, por el que ha estado dispuesto «a darlo todo». Una ópera prima que ha gestado durante años y que tiene su germen en las historias que oyó durante la infancia, de boca de su familia.
Hambre y dolor
La abuela del cineasta era niña cuando la columna Yagüe atacó Mérida. Su padre, guardia de asalto, fue ejecutado. Creció en circunstancias muy difíciles, en la posguerra, marcada por el hambre y experiencias profundamente dolorosas. El cineasta tiene aún a familiares enterrados en fosas comunes, víctimas de las ejecuciones, «algo que ha pasado en muchas familias españolas». «Cuando indagas te encuentras con un tabú. La vergüenza del pasado. Esos secretos de familia me han llevado a querer hacer esta película».
Medina cree que la sociedad española sigue padeciendo de una amnesia que es necesario curar para ahuyentar los fantasmas del pasado. «Mucha gente se pregunta por qué se siguen haciendo películas sobre la Guerra Civil. Mi pregunta es la inversa. Mientras que no hayamos hurgado y solucionado realmente todas esas cuestiones, estos temas seguirán creando monstruos que infestan nuestra psique colectiva».
El realizador tiene en el 'El espíritu de la colmena', de Víctor Erice, una referencia cinematográfica que le sirve para ilustrar su idea.
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