El pensamiento único es por vuestro bien

Q uieren que se instale la sensación de que todo es inexorable. Protestar no sirve de nada porque no queda más remedio que «hacer lo que toca». Esas frases ambiguas con las que Rajoy salpica su discurso para autojustificarse, incluso ante sí mismo («haré lo que tenga que hacer aunque haya dicho que haría lo contrario»).

Noqueados los sindicatos tras una campaña de deslegitimación para la que, la verdad, han hecho bastantes méritos, con un déficit disparado, media Europa mirándose unos a otros a ver quién es el siguiente en necesitar un rescate, y un miedo generalizado a perder el puesto de trabajo... Todo apunta al pensamiento único: hay que aguantarse con lo que venga y no podemos decir ni mú. Solo hay una política posible. Hasta los economistas, unos cachondos, hablan de la economía como si fuera una ciencia exacta. Ojalá. Mejor nos iría entonces.

Cuando Rajoy se estrenaba como dirigente en el Consejo Europeo le comentó al primer ministro finlandés: «La reforma laboral me va a costar una huelga general», como si en lugar de una protesta excepcional, fuera una consecuencia lógica de las decisiones políticas a la que no hay que hacer caso alguno. Fue una de esas declaraciones que hacen los que se sienten amos de nuestros destinos y son condescendientes. Adoptan aires de 'soy consciente de la putada, pero no me queda más remedio', como el padre que no deja a sus hijos ir de fiesta y en pleno mosqueo de éstos les suelta: Es por vuestro bien, cuando seáis mayores me lo agradeceréis.

Aún hay universitarios que pueden salir a manifestarse y hacer huelga sin temor a sufrir las consecuencias. Habrá ciegos que no quieran ver el rechazo frontal a estos ajustes que empeorarán aún más la educación. Tampoco se puede opinar en qué invertir menos. Los rectores de la CRUE decidieron el miércoles por unanimidad plantar al ministro Wert ante su negativa a debatir si quiera los recortes. Otra vez el pensamiento único. Pues harán mal en pensar que es una fiebre pasajera.