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ÁNGEL ESCALERA aescalera@diariosur.es
Lunes, 5 de septiembre 2011, 03:29
El sol es bueno, pero en dosis moderadas. Hay que saber tomarlo. Un exceso de radiación de rayos ultravioleta es perjudicial para la salud y eleva el riesgo de sufrir un cáncer de piel. El principal peligro de exponerse demasiado al sol es la aparición de un melanoma, el tumor cutáneo más grave. Un estudio realizado en el Hospital Carlos Haya entre pacientes con un melanoma revela que un tercio de esas personas, una vez diagnosticada la enfermedad, no extreman su protección ante los rayos solares, conducta que aumenta las probabilidades de que el cáncer se reproduzca.
Este trabajo, presentado como tesis doctoral por la dermatóloga de Carlos Haya Elisabeth Gómez Moyano, pretendía conocer los hábitos de fotoprotección de los pacientes afectados por un melanoma y conseguir que mejorasen sus pautas de conducta frente al sol una vez descubierto y tratado el tumor. Así, entre los resultados de la investigación cabe destacar que el 66 por ciento de los enfermos consultados mejoraron su conducta tras saber que tenían un melanoma. En cambio, el tercio restante de personas o no tomaron medidas de fotoprotección o lo hicieron de forma insuficiente a pesar de estar informadas, en un 98 por ciento de los casos, de que debían extremar su cuidado. De ese modo, no utilizaron las cremas protectoras adecuadas, siguieron tomando el sol entre las 12.00 y las 16.00 horas (franja horaria menos recomendable) y no emplearon sombrero o la ropa aconsejable.
Cuestionario distribuido
El trabajo de la doctora Gómez Moyano se efectuó de junio a septiembre de 2008 y 2009. Un cuestionario sobre fotoprotección se distribuyó entre 195 pacientes que en el periodo citado acudieron a visitas de revisión a la unidad de melanoma de Carlos Haya, que coordina el dermatólogo Silvestre Martínez. El criterio para ser incluido en la encuesta era que hubiese transcurrido más de un año y menos de cinco desde el diagnóstico del cáncer y tener entre 18 y 70 años. Los enfermos respondieron a preguntas sobre conocimientos, hábitos y actitudes sobre fotoprotección antes y después de la detección del melanoma. También se evaluó el sentimiento de angustia y culpa tras sufrir el tumor.
En líneas generales, el diagnóstico de un melanoma trae consigo un aumento en los conocimientos y un cambio favorable en los hábitos de fotoprotección, se indica en el estudio. «A pesar de ello, las medidas de fotoprotección no son lo suficientemente adecuadas», se añade en el artículo publicado con las claves de la investigación.
La doctora Gómez Moyano explicó a este periódico que se planteó hacer ese estudio, porque seguían viendo a pacientes que, después de haber tenido un melanoma, acudían a las consultas con quemaduras producidas por el sol. En el extremo contrario atendían a personas que, tras el tumor, jamás tomaban el sol, lo que hacía que se perdiesen los efectos beneficiosos de este. «Lo que pretendíamos es que los enfermos mejorasen sus hábitos y conductas. El exceso de sol es perjudicial, pero en dosis moderadas es bueno para subir el ánimo y para combatir la osteoporosis. No se trata tanto de evitarlo por completo sino de saber cómo tomarlo», manifestó la especialista en dermatología.
Sentimiento de culpa
Muchos de los pacientes que participaron en la encuesta expresaron que tenían un sentimiento de culpa por no haberse protegido a tiempo del sol, hecho que incidió negativamente en el desarrollo del tumor. En ese sentido, la doctora Gómez Moyano afirmó que entre las causa que repercuten en la aparición de un melanoma, la exposición solar es el factor de riesgo más importante que se puede prevenir o modificar. Por eso, los médicos consideran necesario elaborar programas de educación sanitaria dirigidos a concienciar a las personas con mayor probabilidades de padecer un segundo cáncer de piel para que adopten medidas de fotoprotección saludables.
Otro dato relevante del estudio indica que las mujeres mejoran sus hábitos de fotoprotección cuatro veces más que los hombres. El trabajo presentado como tesis doctoral de Elisabeth Gómez Moyano fue galardonado en los premios de investigación oncológica de la Asociación Española contra el Cáncer.
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