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Carmen Arnau Muro, antropóloga: «He estado 18 veces en Siberia y seguiré yendo»
LAS VACACIONES SOÑADAS

Carmen Arnau Muro, antropóloga: «He estado 18 veces en Siberia y seguiré yendo»

«Subiendo hacia el Ártico hay ríos como mares que se congelan en invierno y se utilizan como autopistas»

LUISA IDOATE

Sábado, 30 de julio 2011, 04:05

A pesar de los 60 grados bajo cero que puede hacer en invierno, Carmen Arnau Muro volverá. «Si yo que no soy joven, ni atlética, ni sana, puedo... los demás, también». Llegó allí en 1997, «cuando el menor de mis tres hijos cumplió los dieciocho y podía manejarse solo». Iba a hacer el doctorado sobre chamanismo. «Aterricé en helicóptero y la gente se me acercaba corriendo, con los ojos rasgados de los mongoles». Era una estudiante destacada, y se enfrentó a una retahíla de pueblos que desconocía: chorses, jacaisos, altanios, tuvinos, yakutios buriatos. «Y ya pensé en volver. Era imposible dejarlo. Siempre busco la buena investigación; lo hago para aprender».

Dos años después, dejó su puesto de funcionaria con plaza fija en el Ayuntamiento de Barcelona. «Al alcalde le extrañó mucho que no pidiera excedencia. Pero yo lo tenía muy claro, y mi marido y mis hijos me apoyaban». Desde entonces ha hecho uno o dos viajes por año. ¿Cómo concilia la familia con Siberia? «Esforzándote mucho, porque negocias, sufres y trabajas el doble, y no te puedes permitir ningún error». Pero la dificultad no amilana a esta mujer, de 62 años, que ha creado en Toledo dos museos sobre los pueblos siberianos. «Uno en los montes, y otro en Polán». También ha escrito siete libros . «Los voy a publicar en internet».

Adora Siberia. La ha recorrido por tierra, aire y agua. «Primero iba con la grabadora a cuestas, pero comprendí que lo realmente importante no se graba». Optó por acercarse, convivir, observar y anotar todo por la noche. «Soy consecuente y rigurosa. Si algo me interesa, me comprometo. No me van las medias tintas». Nada más llegar, se presenta al jefe del poblado. «Y pido que me alojen o me alquilen una vivienda». Ha dormido en todo tipo de refugios: el balagán, la yurta, el chums. «Y también en canoa y en el suelo».

Es dura y adaptativa. «Si ancianos, enfermos y niños viven en Siberia, yo, también». ¿Cómo se comunica? «Hay treinta lenguas, pero todos dominan el ruso, que era obligatorio durante el comunismo, y yo lo conozco un poco». Carmen habla con pasión de koriakos, nenets y evenkos. De la hermosa taiga. Aconseja ir en el transiberiano de Moscú a Irkutsk y, de ahí, al lago Baikal. «Subiendo hacia el Ártico, hay ríos como mares que se congelan en invierno y se usan como autopistas. La diversidad de pueblos es increíble».

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