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Natalia Machín, propietaria de La Frikitienda. :: S. B.
ALGECIRAS

Una generación con iniciativa

La estética, el ocio alternativo y los deportes se convierten en apuestas de futuro para un nuevo perfil de empresarios Los jóvenes se independizan de las limitaciones del mercado laboral

SANDRA BALVÍN

Domingo, 17 de abril 2011, 03:34

Rondan la treintena, tienen iniciativa y han logrado ahorrar lo suficiente para poner en marcha sus propios negocios sin ningún tipo de subvenciones o recurriendo a préstamos. Son conscientes de que asumen un riesgo, pero decidieron que era ahora o nunca. Hicieron cuentas, superaron más trabas de las que esperaban en un principio y, finalmente, han conseguido hacer de sus aficiones un trabajo que les ha permitido convertirse en sus propios jefes y les ha ofrecido la posibilidadde asegurar un futuro ante la estrechez del mercado laboral de la ciudad. Reconocen que no todo son ventajas y que tienen ante sí un largo camino por recorrer, pero están dispuestos a demostrar que el esfuerzo merece la pena.

Maro Díaz es propietaria de Sección Aúrea, un estudio de tatuajes y perforaciones. Nació en Werdohl (Alemania). Llegó a España a los 18 años. Aterrizó en Mallorca, donde su conocimiento del alemán le resultó especialmente útil. Conoció a un holandés que tatuaba con henna. Fue su primer acercamiento a los tatuajes. Inició un largo recorrido que la llevó a Barcelona, Costa del Sol y a Venezuela. Cada parada era un paso más en su aprendizaje. Fue sumando convenciones, cursos y títulos hasta llegar a Algeciras. «Una larga historia, cuando quieras te la cuento», comenta. Siete años de ahorro le permitieron abrir Sección Aúrea en 2007.

Han sido cuatro años de trabajo ininterrumpido. Cuando se le pregunta por las ventajas de tener su propio negocio, aspira profundamente y responde: «¡Diosss, nena, todavía no sé cómo está la balanza». Explica que irse de vacaciones es prácticamente una utopía, que la lucha con las facturas es constante y que a veces ha llegado a envidiar a quienes cobran un salario a final de mes. Sin embargo, el gesto le cambia cuando habla de la parte creativa de su trabajo. «¿Que qué es lo que más me gusta? Cuando llega alguien y me dice que le haga lo que quiera».

La honestidad es la palabra clave para Maro Díaz. Se hizo su primer tatuaje a los 17 años y conoce a fondo todo lo que conlleva. Los nombres de parejas y de hijos de padres primerizos son lo más demandado. «Algunos sí se lo piensan muy bien, el otro día me llegó un cliente que quería tatuarse 'Patricia', pero era su quinta relación y, ante la duda, pensó en tatuarse una bandera de España, como las de la Guardia Civil, que pusiera 'todo por la patri'...Por si acaso».

Hace frente a la crisis con ofertas del tipo dos por uno o rebajas en ciertos tatuajes, pero no está dispuesta a mermar la calidad. «Si tuviera que tatuar mal o algo distinto a lo que me ha pedido el cliente, me dedicaría a otra cosa», subraya.

Influencias orientales

Patricia Pérez, propietaria de la tienda de artículos para artes marciales Kimawara, ha construido su negocio sobre una de las grandes aficiones de su pareja, Rodrigo Mayayo. Rodrigo empezó practicando karate, le siguieron el taekwondo ITF, el kick boxing y el Jiu Jitsu Brasileño. Ambos estudiaron la posibilidad de abrir una tienda de discos, pero optaron por las artes marciales ante la ausencia de tiendas especializadas en la zona. La tienda es pequeña, pero dispone de los artículos básicos para un amplio abanico que va desde el karate o el judo hasta el aikido. Su gran baza es la posibilidad de facilitar cualquier artículo, incluso un tatami, a petición de la clientela. Gema es la propietaria del negocio, Rodrigo le asesora y prueba personalmente los equipos. Hay para todos los usuarios, tanto principiantes como profesionales. Sólo hay que preguntar.

No fue fácil. Tuvieron que desechar la idea de abrir un gimnasio con una pequeña tienda porque las exigencias elevaban la inversión requerida a cifras astronómicas. También recurrieron a sus ahorros porque era complicado acceder a las ayudas. «O trabajas, o estas pendente del BOE y lo que hacía falta para arrancar lo teníamos.

Abrieron el establecimiento en junio de 2010 y avanzan poco a poco. «Las mejoras se van viendo trimestre a trimestre, y nosotros y ya habíamos contado con que el primer año no suele haber ganancias en ningún negocio». La responsable de Kimawara evita así una de los principales motivos que ha hecho que muchas tiendas locales cuelguen el letrero de 'se traspasa': la imprevisión. Tienen, además, proyectos en la recámara.

Les gusta la atención al público y, frente a las grandes superficies de artículos deportivos, ofrecen una atención personalizada y saben qué se adecúa mejor a las necesidades de cada persona que cruza el umbral.

Natalia Machín, pese a su juventud, no es nueva en el ámbito empresarial. Ya gestionaba una empresa de mantenimiento, pero ella y su marido pensaban desde hace años en abrir una tienda especializada en ocio alternativo. Juegos de mesa, cartas y rol; muñecos, juguetes y piezas de coleccionista relacionados con el manga; y 'merchandising' inspirado en los grandes clásicos del cine fantástico y de ciencia ficción y en los vídeojuegos constituyen la principal oferta de La Frikitienda.

No sólo venden. Organizan partidas durante varios días a la semana para que los clientes puedan probar antes de comprar y, sobre todo, para que se diviertan. Ellos, como dice el refrán, fueron cocineros antes que frailes y sabían qué buscaban los aficionados.

Contaron con la ayuda de familiares y amigos, que devolvieron gracias a un préstamo ICO. «Nos ha permitido devolver el dinero a la familia, pero ahora le debemos el dinero a ellos», bromea Natalia Machín. El flujo de gente es continuo mientras habla. No se queja de cómo le están yendo las cosas hasta ahora. Una de las claves está en los precios asequibles en el lema «si no lo tenemos, te lo encontramos». Los juegos de mesa salen con facilidad. Títulos como 'Dominion'. 'Carcassonne' y 'Catán' prácticamente se venden solos a público de todas las edades.

Son tan sólo una muestra de parte de una generación que escapa a las etiquetas y que se dispone a emplearse a fondo para no depender de decisiones ajenas.

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