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G. MARTÍNEZ
Viernes, 3 de diciembre 2010, 02:38
Manuel Olmedo es académico de San Telmo y autor de 'Historia del transporte público urbano en Málaga', una obra editada por el Ayuntamiento y que SUR pone al alcance de sus lectores los próximos días 11 y 12 de diciembre.
-¿Qué se va a encontrar el lector que se acerque a esta obra?
-Le puedo decir qué no se van a encontrar: no se van a encontrar un ladrillo. En realidad, este trabajo podría ser considerado como una tesis doctoral, porque abarca siglo y medio de historia del transporte público en la ciudad.
-¿En qué fuentes indaga y qué documentación aporta?
-La documentación que se publica procede de ocho archivos; seis locales y dos nacionales, además de la prensa local y archivos particulares de personas que generosamente han puesto a mi disposición el material y las imágenes que tenían. El libro tiene más de 500 imágenes que hacen que su lectura sea muy atrayente. Lleva también un aporte cartográfico importantísimo.
-Está claro que la obra no solo trata de la historia del transporte urbano, sino que utiliza el transporte urbano para contar la historia.
-Ese es el prisma con el que he querido publicar este libro. La evolución del transporte en Málaga está unida a la historia de la propia ciudad y de su urbanismo.
-¿Cual es el punto de partida del libro?
-La Estación del Ferrocarril fue determinante. Se pretendía dar servicio a los viajeros que llegaban a Málaga cargados de maletas y llevarlos desde la estación al centro y al puerto y posteriormente a la zona de Bellavista que es por donde se vislumbraba se produciría el desarrollo de Málaga hacia levante.
-Por entonces, lo que existe es el denominado 'tranvía de sangre'.
-Sí. Hablamos de un tranvía tirado por mulas o caballos. Es muy curioso que en Málaga hubiera una línea de 'tranvía de sangre' para los baños, que por entonces eran los de Apolo y La Estrella, que estaban situados donde ahora está el hotel Miramar.
-¿Hasta dónde nos lleva el libro?
-Hasta ayer mismo. Hasta el año 2010, cuando ya la EMT, que cumple sesenta años, tiene que afrontar una etapa marcada por la implantación del metro y por la incorporación de los autobuses híbridos, que funcionan con baterías eléctricas y con un pequeño motor auxiliar.
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