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SANDRA BALVÍN
Miércoles, 5 de mayo 2010, 03:43
Diego Arjona fue uno de los primeros personajes en asomarse entre las páginas de este Diario. Fue hace más de seis años. Era un reportaje sobre un premio entregado a un conocido establecimiento de la ciudad. Entre la clientela había un joven larguirucho y con gafas dispuesto a hablar de lo que hiciera falta. Pasó de las alabanzas a las tapas de la casa a hablar sobre su incipiente carrera como humorista y director de cine. Comentaba que estudió Magisterio, pero que siempre tuvo muy claro que lo suyo era el espectáculo. Lo decía con una seguridad absoluta, haciendo grandes aspavientos con los brazos y mirando lejos en dirección al futuro.
Se fue a Madrid para estudiar y aprender un poco de aquí y de allá. Empezó a compaginar sus estudios de cinematografía con sus actuaciones como monologuista, sin dejar de actuar en Algeciras cuando se le llamaba. Entre corto corto, o entre actuación y actuación, se colaba en los estrenos de dine de la Gran Vía. Guarda sus fotos con actores y directores como trofeos. Tom Cruise, Jean Claude Van Dammne, Nicole Kidman y M. Night Shyamalan («el de 'El sexto sentido', aclara en su pie de foto de Facebook, para los despistados) son sólo algunos de la lista. Hace unos meses Arjona comentaba entre risas sus cacerías de famosos y decía: «no te lo creerás, pero algún día la gente me parará para hacerse fotos conmigo». No había soberbia ni desconocimiento de los propios límites, sino un convencimiento absoluto de que ocurriría porque hay cosas que no pueden ser de otra manera, más aun si se trabajan.
Y ocurrió.La participación de Diego Arjona en 'El club dl chiste' le ha convertido en un rostro popular en cuestión de días. Es el escritor Ángel Gómez, amigo de Arjona desde hace años, quien lo contaba hace poco, a su regreso de la presentación de uno de sus libros en Madrid. «Allí apareció Diego como siempre, nada más llegar contó un chiste; después lo paraban constantemente para saludarle, pedirle autógrafos o una fotografía», aseguraba Gómez.
Arjona reconoce que está encantado. Sobre su experiencia televisiva sostiene que del uno al diez, la puntuaría con un once. Destaca el aprendizaje del proceso de la grabación del programa y la relación con sus compañeros. «Somos muy diferentes, cada uno de su padre y de su madre, pero hemos encajado muy bien».
Aún le resulta curioso que lo paren por la calle para darle un «saludo-barra-abrazo» o hablarle de «zonas bizcochales». Sus chistes ya tienen sello propio. «Al principio pensaba que en dónde me había metido, pero ya he aterrizado del todo»,. Le hace gracia que le reconozcan y no rechaza las peticiones. Sólo dice no a una petición: contar un chiste. «Es mi trabajo y me lo tomo muy en serio, hacerlo cada dos por tres y sin preparar nada le quitaría valor», explica. «Lo indiscutible», dice, «es que esto ha marcado mi vida y que nadie me podrá decir que he vuelto sin saber qué era esto».
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