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Desde bastante joven se sintió atraído por la mecánica, la ingeniería y la automoción. Trabajar en el equipo de Fórmula 1 de Mercedes-AMG es un sueño hecho realidad. Pero Daniel Salamon no lo ha tenido fácil: la carrera, Ingeniería Mecánica, es bastante dura y los comienzos estuvieron llenos de dificultades y dudas. Para pagarse los estudios, tanto en Málaga como en Oxford (donde cursó un máster), Daniel tuvo que ejercer multitud de oficios, desde profesor particular a portero de discoteca. Todo ese esfuezo se ve hoy día recompensado cuando diseña y fabrica las piezas de los coches de competición que pilotan Lewis Hamilton o George Russell. Y los resultados no pueden ser mejores: en este tiempo trabajando en Mercedes han ganado tres campeonatos del mundo consecutivos.
Aunque nació en Hungría, con 15 años Daniel Salamon se trasladó a Benalmádena, después de pasar cuatro años en Sevilla. «Pero la verdad, como si hubiese nacido en Málaga; me considero más malagueño que cualquier otra cosa», dice, en conversación con SUR desde una lluviosa y fría Oxford, la ciudad en la que vive.
Desde bastante joven se interesaba mucho por la ingeniería. «Era un chaval curioso por todo y hacía muchas preguntas. Me considero una persona con mentalidad científica y analítica. Creo que cuando uno se interesa mucho por algo, con el tiempo termina adquiriendo cualidades que le hacen competente en ese terreno», señala.
En la Universidad de Málaga estudió el grado en Ingeniería Mecánica. Lo empezó en el año 2010, pero «creo que por aquel entonces era muy inmaduro para lo que es la carrera», de tal manera que en primero aprobó una de las diez asignaturas. «Al año siguiente ni siquiera pude seguir con la carrera porque mis padres no se lo pudieron permitir económicamente». Un año después pudo retomar los estudios «tras un enorme esfuerzo de mi madre, quien me apoyó y me sacó hacia adelante. Sin ella nunca lo habría conseguido», recuerda.
A partir de entonces, «más centrado», fue «'barriendo' asignaturas como Dios manda». Incluso se matriculaba de más asignaturas «porque me veía capaz de sacarlas». Terminó en febrero de 2017 con un objetivo claro: estudiar un máster en Oxford en Ingeniería de Motorsport (Motorsport Engineering) y llegar a ser un ingeniero de la Formula 1.
De sus profesores de la Escuela de Ingenierías de la UMA tiene un recuerdo muy especial de Juan Antonio Auñón Hidalgo, de Motores Térmicos y supervisor de su proyecto fin de carrera. Daniel tuvo que diseñar en un programa 3D llamado SolidWorks que utilizan los ingenieros para diseño mecánico un modelo V8 de motor que fuera posible de imprimir por impresión 3D y que tuviese función móvil. «El modelo consistió en alrededor de 200 piezas individuales, que diseñé una por una. El objetivo del proyecto fue utilizar este modelo en el laboratorio de Motores Térmicos para demostrar a los alumnos cómo funciona un motor en 'V'. Curiosamente más tarde esto se convirtió en mi profesión y hoy soy un ingeniero diseñador mecánico en el equipo de Mercedes Formula 1, es decir, diseño partes del coche Formula 1», explica.
Al terminar la carrera en 2017 tenía claro que quería dedicarse a la Formula 1, pero también era consciente de que le quedaba mucho por recorrer: «mejorar mi inglés y dinero que ahorrar para poder mudarme a Inglaterra y estudiar el máster en Oxford que me ayudara a estar más cerca de los equipos y poder entrar a trabajar con ellos». Pero antes pasó por una fábrica de motores Audi en Hungría, donde trabajó seis meses. «Pero lo dejé porque no podía ahorrar lo suficiente como para poder pagarme el máster», que seguía siendo su principal objetivo.
Durante el verano trabajó de taxista seis días a la semana entre 12 y 15 horas al día con el fin de ahorrar dinero con el que pagarse los estudios. Aunque ya durante la carrera ejerció diferentes oficios, desde profesor particular a portero de discoteca, pasando por la construcción.
De esta manera, consiguió el dinero necesario para cursar el máster en Oxford. «Aterricé el 14 de septiembre de 2018, nunca se me va a olvidar esa fecha. Con un inglés más bien lejos de un nivel profesional, con una cantidad de dinero que me permitía pagar algo así como la mitad del máster, alquilar una habitación y comer por un par de semanas. El resto lo intententaría solucionar en el camino», explica. La solución, en resumidas cuentas, fue trabajar en un pub inglés a la vez que estudiaba y pedir dinero prestado del Estado.
Cuando terminó el máster empezó a enviar currículums. «No miento si digo que mandé al menos unas 50 aplicaciones entre todos los equipos, con poca o por no decir ninguna respuesta. No fue hasta agosto cuando recibí una oportunidad de entrevista en el equipo donde trabajo ahora mismo», recuerda Daniel. Pero no fue una entrevista al uso. Durante casi un día entero, los seleccionados son puestos a prueba en diferentes actividades y tienen que realizar ejercicios de lógica o ingeniería en grupos, test técnicos, test de personalidad, un tour por la fábrica, etcétera.
La buena noticia le llegó tres o cuatro semanas más tarde. Había sido seleccionado. Era septiembre de 2018 y desde entonces lleva trabajando para Mercedes como diseñador mecánico, pasando por varios departamentos: el de tecnologías, el de electrónica y en el que está destinado en estos momentos, el de Integración de tren de potencia y transmisión. «Diseñamos la caja de cambios, el sistema hidráulico, y todo lo que está en relación con la integración del tren de potencias o más conocido como el motor dentro del vehículo», señala el ingeniero malagueño, que explica así su trabajo: «Consiste en diseñar piezas o partes de coche, piezas mecánicas. Lo interesante es que nosotros diseñamos, fabricamos y construimos los coches de cero en su totalidad en la fábrica».
Ahora también se ha embarcado en un proyecto nuevo, el diseño de un barco de competición para el America's Cup.
Según Daniel, la carrera «te aporta una formación teórica que en el futuro como ingeniero aplicas todos o casi todos los días de alguna forma». Y a los estudiantes que quieren ser ingenieros de F1 como él les da un consejo: «No hay una fórmula mágica; trabaja duro porque la competencia es grande, sé positivo incluso cuando llueva fuerte y no dejes que nadie te diga qué puedes y qué no puedes hacer, solo ve por ello».
Alcanzado este objetivo, trabajar en la F1, Daniel sigue marcándose metas. Entre otras, seguir aprendiendo sobre ingeniería o estudiar sobre nutrición y salud. Con tres idiomas, el siguiente será el francés. En un futuro a medio plazo le gustaría crear su propia empresa, bien en Inglaterra o «llevar algo a Málaga. Ya hay ideas, pero aún no son públicas», advierte el joven ingeniero.
Cuando dejó atrás Málaga le dijo a su madre que no regresaría hasta conseguir ganar campeonatos del mundo en la F1 como ingeniero. Y ya va por tres consecutivos. Su coraje y determinación, el trabajo y el esfuerzo, han hecho realidad el sueño de aquel niño curioso que se hacía preguntas y quería ser ingeniero para resolverlas.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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