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Las camareras de piso de los hoteles, más conocidas como 'las Kellys', han recibido una inyección de fuerza que no imaginaban. La reunión mantenida el jueves con el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, marca un antes y un después en su lucha por un trabajo digno y porque se ponga fin a la externalización de este servicio, que ha abierto la puerta a cobrar menos de dos euros por habitación de hotel lista para recibir a un huésped, a trabajar a destajo y sin reconocimiento de las enfermedades que lleva aparejado el protocolo de preparar una habitación contrarreloj, porque quedan 20 ó 30 más por hacer en cada jornada. «Somos las esclavas del siglo XXI; nos consideran incultas porque limpiamos», aseguró ayer la presidenta de la asociación malagueña Kellys Unión, Trinidad Jiménez, que destaca del encuentro con Rajoy que «ha permitido tener mayor visibilidad». Ahora confía en que «los hoteleros se den cuenta de que esto no es una broma, que vamos para adelante y que no vamos a parar hasta que se solucionen nuestros problemas». Jiménez cuenta el día a día de una camarera de piso que depende de un hotel y el de otras que trabajan con el servicio externalizado. Algo así como la noche y el día. Advierte de que queda mucho por hacer y que tienen más fuerza que nunca.
– ¿Cómo es su día a día?
–Yo empecé a trabajar en el año 1992-1993 en el hotel Palmasol. Después pasé por otros establecimientos y desde hace unos años trabajo en el Don Pedro, con un contrato fijo, con nuestro convenio de hostelería, vacaciones y tres pagas. En este establecimiento todas estamos contratadas por el hotel, con nuestros derechos. Ni comparación con las compañeras que realizan este mismo trabajo en instalaciones que han externalizado a las camareras de piso. Sólo compartimos con ellas que seguimos sin tener regulada la carga de trabajo. Este es el problema, que hay que correr y correr porque hay que entregar las habitaciones perfectas. Y eso repercute en el trabajo y en el estrés. Tampoco tenemos reconocidas como enfermedades profesionales las comunes a esta tarea. Yo ya estoy operada del síndrome del túnel carpiano, tengo dos hernias lumbares, tres dorsales y dos cervicales, además de lumbalgia o fibromialgia, pero en la Inspección me dicen que tengo que acostumbrarme a vivir con el dolor. Y, bueno, a vivir vale, pero a trabajar es más difícil.
– ¿Pero está trabajando en la actualidad?
–Claro. Es complicado que nos den bajas. Para la Seguridad Social somos un número. Una lumbalgia son tantos días de baja, pero, claro, no se tiene en cuenta nuestro trabajo, ni si tienes 20 ó 54 años como yo. Por eso es importante que se regulen estas enfermedades como profesionales, que es una de las reivindicaciones que le trasladaron las compañeras a Rajoy, junto con la necesidad de regular las cargas de trabajo, derogar el artículo 42, que permite la externalización, y que rebajen la edad de jubilación.
– Aún así, ¿la situación de las camareras de piso vinculadas a un hotel es muy diferente a las que lo hacen con el servicio externalizado?
–No tiene nada que ver. Las compañeras contratadas a través de empresas de servicios trabajan sin que nadie controle su cargas, con ratios de 400 habitaciones al mes a repartir en una jornada que a lo mejor es de cuatro horas y tienen que trabajar el doble para cumplir con el objetivo. Y con salarios mínimos que vienen a salir a menos de dos euros por habitación. Cobran menos de la mitad que una camarera de piso contratada por un hotel y acogida al convenio de hostelería. Salen por unos 600 o 700 euros, y ahí tienen incluidas las vacaciones y las pagas. Se ha dado el caso reciente de una compañera que sufrió un accidente en una habitación de un hotel de la capital y resulta que tenía contrato de limpiadora de oficina. A ver cómo se explica eso. Es una tierra sin ley.
– Sin embargo, las camareras de piso son de los profesionales del hotel que más contacto tienen con los clientes...
–Somos el departamento principal de un hotel, porque es un negocio que vende habitaciones y que, si no están perfectas, no hay negocio. No se entiende de ninguna manera que se externalice este servicio, porque, además, somos trabajadoras que nos gusta lo que hacemos, por eso nos machacamos. La que no le gusta no lo aguanta. En general somos las que más hablamos con los clientes, las que mejor los conocemos y las que en muchas ocasiones con una pequeña charla, entendiéndonos cada una como puede, le quitamos el mal humor del problema que haya tenido en el viaje. Por eso no se entiende que los hoteles externalicen este servicio fundamental.
– ¿Cómo está la situación en los hoteles de la Costa del Sol?
–La Costa no está muy mal. Lo peor está en los hoteles nuevos de la capital o del interior, en los que nacen con este servicio externalizado. Estamos preparando un estudio para conocer mejor los datos. Además, de presentar denuncias con las que, en algunos casos, hemos conseguido que la plantilla pase a formar parte del hotel. Pero nos está costando mucho trabajo tanto a las Kellys como a los sindicatos, porque esto es una guerra. La asociación Kellys Unión se creó en enero del pasado año, aunque el grupo de Facebook está desde 2015. Queda mucho por hacer.
– ¿Qué supone la reunión con Rajoy en esta lucha que mantienen?
–Ha sido más la visibilización que hemos tenido en todos los medios de nuestros problemas, porque yo creo que en el Gobierno tampoco funcionan las cosas como para decirle a Rajoy que tengo estas reivindicaciones y que él te lo vaya a arreglar mañana. No, eso no funciona así. Él dijo que no conocía esos problemas y que le habían llegado ahora. Bueno, pues por lo menos ya se ha enterado de la situación de este colectivo, para que cuando una senadora diga de intentar cambiar la ley sepa que hemos estado ahí y le hemos contado lo que nos pasa, a ver si es capaz de votar entonces que sí. Hasta el momento han votado no a nuestras diferentes propuestas. Tampoco creo que después de habernos puesto una reforma laboral que ha permitido esto, ahora vaya a votar lo que le trasladamos, aunque yo no pierdo la esperanza.
– Un par de camareras de piso de Málaga viajaron a Madrid para apoyar a las cinco compañeras que se entrevistaron con Rajoy, ¿cómo vivieron este encuentro?
–Estuvieron de todas las provincias apoyando a las cinco que se reunieron con el presidente del Gobierno. Vienen muy contentas porque ven que todos los medios se interesaron, y ello supone que toda España conoce nuestros graves problemas. Nosotros estamos ya en un punto que, como dice mi compañera, somos las esclavas del siglo XXI. Esto ya es esclavitud.
– ¿Se sienten así?
–Sí, así exactamente: esclavas del siglo XXI. Además, nos tratan muy mal porque nos consideran como incultas porque estamos limpiando, cuando realmente la mayoría tiene estudios. Hay muchas compañeras que entraron pronto y no les dio tiempo a formarse, pero hay otras que han estudiado después, como yo. Incluso algunas tienen la carrera de Turismo. No somos incultas y no nos pueden tratar así, porque no somos tontas. Estamos ahí porque no hay trabajo digno. Este es el empleo que hay en España y, sobre todo, en Málaga. Es lo que tenemos y hay que adaptarse a ello. Y eso que somos una pieza importante en los hoteles. ¿Qué harían sin camareras de piso? Venden habitaciones y tienen que estar limpias, porque eso es lo principal. Y el trato que nosotros damos a los clientes es muy importante. Que lo piensen bien, porque muchos clientes han subido disgustados, por lo que sea, y si los hemos tratado amablemente se les ha pasado y han disfrutado sus vacaciones. Así que cuenten con nosotras para una buena publicidad de los hoteles.
– ¿Creen que habrá un antes y un después tras el encuentro con el presidente del Gobierno?
–Pienso que sí, porque se ha conseguido que todo el mundo sepa de nuestros problemas. Hay más conciencia también en los empresarios, que se han debido dar cuenta de que vamos para adelante, que esto no es una broma. Y esto es fundamental, porque pensaban que no íbamos a mover un dedo, y sí que lo vamos a mover. Que no se crean que nos vamos a aguantar y a quedarnos con lo que nos regalen ellos. Esto se va a solucionar sí o sí, porque no vamos a parar. Espero que se den cuenta, porque ahora estamos muy unidas.
– ¿Y ahora qué?
–Pues a seguir luchando con más fuerza que antes. No paramos. Este mes está completo de eventos. Vamos a Sevilla a un encuentro en el Parlamento Andaluz y después vamos otra vez al Senado, con citas con el PSOE y también con Podemos, aunque yo no entiendo de política.
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