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Susana Zamora
Domingo, 13 de julio 2014, 03:21
Son proveedoras de información, lazarillos que guían, orientan y tratan de garantizar una estancia segura al visitante. Pero las oficinas de turismo son también depositarias de datos, que más allá de servir para cumplimentar estadísticas municipales, son trazos de la imagen que tienen de Málaga, de su gastronomía, de sus monumentos y de sus costumbres.
Muchos se encuentran perdidos, sin saber a qué apuntar en las pocas horas o días que van a estar; otros, sin embargo, llegan conociendo algo. Son los que han escuchado campanas, aunque como dice el refrán, no saben muy bien dónde. En su batería de preguntas sobre qué monumentos visitar, qué transportes utilizar o dónde comer -que suele ser, por otra parte, lo que suelen preguntar casi el cien por cien de los usuarios de estas oficinas-, un extranjero se interesó por saber cuáles eran las horas de la siesta en Málaga y si le condicionaría la jornada de compras que iba a echar en su visita. Así lo han recogido en la Oficina de Información Turística de la plaza de la Marina, donde los técnicos que allí trabajan reconocen que, al margen de las preguntas habituales que cualquier foráneo suele hacer, siempre hay algunas que suelen romper moldes y sorprenderles.
Creencias de los turistas
El jefe de Información y Logística de la misma, Francisco Ternero, recuerda a un crucerista americano que hizo escala por unas horas en el Puerto de Málaga y que preguntó sobre cuánto se tardaba en ir a pie hasta la Alhambra. Venía de un país que multiplica en dimensiones al nuestro y en el mapa que le facilitaron en el barco el dibujo del palacio nazarí estaba pegado a Málaga y él pensó: Esto está al lado, rememora. Creencias erróneas como ésta se extienden por toda la provincia, como en Antequera, donde Elvira De Rojas, empleada en la oficina de turismo, aún tiene en mente aquel extranjero que ajeno a lo que quería visitar y muy alejado de la realidad preguntó si el Torcal estaba techado. No sabemos qué pensaría que era; suponemos que creía que era un monumento, especifica. Algo parecido ocurrió en Ronda, donde para la mayoría es inimaginable que el Tajo se encuentre en la misma ciudad, afirma Isabel Melgar, trabajadora de la oficina de turismo de Ronda.
Para De Rojas, el tema de la siesta, al igual que en Málaga, suele ser recurrente. Los ingleses, sobre todo, no entienden que aquí cerremos tres horas a mediodía para comer y descansar. Ellos cierran a media tarde, mientras que nosotros estamos hasta las nueve de la noche abiertos, justifica.
Las principales nacionalidades que apuestan en sus vacaciones por Málaga son por este orden, la inglesa, la alemana y la francesa. Sin embargo, sus preferencias difieren. Así, mientras que los alemanes llegan muy interesados en conocer el Puerto y el mercado de Atarazanas -les encantan las verduras, apuntan desde la oficina-, los franceses se inclinan más por la botánica. Nos demandan mucha información sobre el Parque de Málaga y el Jardín Botánico. ¡Hasta nos preguntan por las especies concretas que ven por las calles, como las jacarandas y el paloborracho!, asegura quien lleva más de veinte años en el oficio y quien precisa que cuando la misma cuestión se la plantean cinco veces se la tiene una que aprender para dar una buena atención.
La meteorología también despierta curiosidad y si en una ocasión un visitante de Antequera quiso saber si los girasoles miraban habitualmente al Norte o al Sur en Andalucía, en la oficina de turismo de Benalmádena, el interés fue por conocer en qué playa no había viento ese día o qué temperatura tenía el agua. Igualmente, en esta misma oficina, un visitante comentó indignado las hierbas que le habían caído a una sopa que pidió, que más tarde le aclararían que se trataba de un caldo del puchero al que aquí es costumbre echarle hierbabuena.
Desde estos servicios municipales al turista reconocen el desconocimiento lógico de los visitantes y muchas de las creencias erróneas que pueden traer, pero también aseguran que muchos sorprenden por el conocimiento de nuestras costumbres y lo exigentes que pueden ser en un momento dado. Como ocurrió en Málaga, donde acudieron a la oficina de información de la Marina buscando un lugar donde ofreciesen un espectáculo de flamenco, pero no para turistas, especificaron.
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