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Un 10 de abril de 2012 (conserva el billete), Bernardo Quintero se subía a un AVE con destino a Madrid. No llevaba maleta; tenía billete de vuelta en el mismo día. Pecó de optimista. Se suponía que el contrato estaba listo para firmar después de tres meses de 'due diligence' y negociaciones, pero los dos equipos legales encontraron el enésimo motivo de discusión y la rúbrica volvió a retrasarse. El 'hacker' malagueño llamó a alguien del departamento de adquisiciones de Google y le espetó: «Me voy al Corte Inglés a comprarme ropa. No me vuelvo de Madrid hasta que firmemos».
Tres días después, el 13 de abril, Bernardo Quintero firmaba la venta. La noche antes no había dormido: la pasó revisando el contrato definitivo (más de 500 páginas) con su abogada de Madrid, ambos conectados en remoto con el bufete que habían contratado en San Francisco. «Recuerdo que llegué de madrugada a casa, mi mujer me estaba esperando, nos sentamos en la cocina y me dijo: 'Ya está?', y le dije: 'Sí, ya está. ¿Qué te gustaría hacer?' y me contestó: »Nada, seguir como siempre, vamos a dormir, que vienes reventado«. Y así fue... a dormir, y al día siguiente seguir como si nada hubiera ocurrido», cuenta el informático veleño que, por cierto, compaginó su puesto de funcionario para el SAS con su faceta empresarial hasta prácticamente la víspera de vender.
Virustotal se convirtió en la segunda empresa española -y primera malagueña- comprada por Google (la primera fue Panoramio). Pero la operación no sería revelada hasta cinco meses después (el 10 de septiembre de 2012). La multinacional quería tener bien atada la relación con los 'partners' de la 'startup' malagueña, que era y es crucial para su funcionamiento. «Virustotal es como la Suiza de la industria antivirus: se relaciona con todas las empresas del sector y no compite con ninguna», explica Quintero. En esos meses de matrimonio secreto, incluso fueron tentados por otras empresas que querían comprarles. «Algunas llegaron a visitarnos para intentar convencernos en persona; fue muy incómodo», recuerda Julio Canto, que fue el primer empleado de Virustotal. «Si yo fui el padre, Julio fue la madre», dice siempre Quintero.
Los 'seis de Virustotal' (Bernardo Quintero, Julio Canto, Francisco Santos, Alejandro Bermúdez, Emiliano Martínez y Víctor Manuel Álvarez) están estos días de celebración por sus diez años de matrimonio con Google. Ellos dejaron Hispasec (la matriz a la que pertenecía Virustotal) y entraron a formar parte de la plantilla de la multinacional el 14 de abril de aquel ya lejano 2012. Todos siguen hoy en nómina de la multinacional, y no sólo eso: trabajan en el mismo sitio que en 2012: Quintero, Canto, Santos, Bermúdez y Martínez en Málaga y Álvarez, en Bilbao (trabaja en remoto desde su casa).
Reunidos en torno a una mesa en un restaurante del Centro de Málaga, los fundadores de Virustotal se comparan hoy con la foto que se hicieron hace diez años, en Zurich, celebrando su entrada en el Olimpo tecnológico en un restaurante de estética medieval. «Todos más viejos menos Santos, que va al revés. Míralo, ni una cana», señalan. En esta década, el equipo de aquella 'startup' diminuta se ha multiplicado por diez: cerca de de sesenta empleados trabajan ya para Virustotal (o sea, para Google) en Málaga (y tiene procesos de selección abiertos para seguir creciendo). Y lo mejor está por llegar: el año que viene abrirá sus puertas el centro de excelencia en ciberseguridad de Google en el Paseo de la Farola.
Lo que muchos no saben es que Bernardo Quintero ya dijo en 2009 que conseguiría vender Virustotal a Google. «No lo sabía, no podía saberlo, de hecho por entonces no teníamos ninguna relación con ellos», reconoce Quintero. Fue una declaración de intenciones, un brindis al sol con el que quería hacer entender a su equipo que la cosa iba en serio. Porque hasta entonces era Virustotal era un experimento que no daba dinero. Pero una vez que generó un volumen crítico de muestras y se convirtió en herramienta indispensable para la industria antivirus, los ingresos despegaron (y aún no han encontrado techo). «Julio tenía la costumbre de apostarse botellas de whisky cuando yo decía alguna locura... Una de las que perdió fue con la venta a Google», recuerda Quintero.
Así que el anuncio iba medio en broma, pero el empresario veleño se tomó muy en serio su objetivo de conquistar a Google. Consiguió contactar con uno de sus expertos en ciberseguridad a puerta fría para ofrecerle colaboraciones y, poco a poco, la relación entre el gigante y la 'startup' fue haciéndose más y más intensa y fructífera. Su oferta se precipitó porque otra empresa intentó comprarles y ellos se lo comunicaron a Google, que reaccionó pujando por la firma malagueña. Y es que la táctica de dar celos es antigua pero efectiva.
Virustotal fue la primera empresa comprada por Google que siguió trabajando en su lugar de origen, manteniendo su independencia. Fue una de la dos condiciones puestas desde el principio por Quintero. «En realidad, y pese a todo lo que se ha hablado, no fue difícil quedarnos en Málaga porque sabían que era la condición para empezar a hablar», afirma. La otra fue quedarse con su equipo: los seis de Virustotal.
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Encarni Hinojosa | Málaga
Lucas Irigoyen y Gonzalo de las Heras (gráficos)
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