El 5G que nos cambiará la vida llega hoy

Quienes desarrollan las redes 5G aseguran que son la tecnología que cambiará nuestras vidas. Subrayan que su importancia no reside solo en una mayor velocidad de acceso a internet, como sucedió con el salto del 3G al 4G, sino en el gran ancho de banda y en su baja latencia. En cristiano: cuando, dentro de unos años, su potencial se haya aprovechado al máximo, las redes 5G lograrán transferencias de datos a unos 10 gigabits por segundo –en torno a cien veces la velocidad de las redes actuales–, permitirán conectar hasta un millón de aparatos por cada kilómetro cuadrado y reducirán el tiempo que pasa desde que se envía una orden hasta que se ejecuta a un mínimo de un milisegundo –veinte veces menos que con el 4G–.

Esta coyuntura será la base que permitirá el desarrollo de tecnologías que hasta ahora habían estado constreñidas por las limitaciones de las actuales redes de telecomunicaciones: desde la robótica hasta la domótica, pasando por la computación en la nube, los sistemas de seguridad de nueva generación o la cirugía a distancia. Campos como la inteligencia artificial o la realidad virtual también se verán reforzados.

Steve Brumer, socio director de la consultoría 151 Advisors, avanza que se avecina una revolución tan importante como la industrial. «Su efecto va a ser equiparable al que tuvieron la electricidad o internet», asegura en una conversación con este diario. «Va a cambiar la forma en la que vivimos, trabajamos y nos relacionamos», añade Edward Tian, presidente de Asiainfo. «Se van a crear industrias que ahora mismo no somos ni siquiera capaces de imaginar», predice Steve Mellenkopf, consejero delegado del fabricante de procesadores Qualcomm.

Pero, como no podía ser de otra manera, este gran salto adelante tecnólogico encierra también nuevos peligros. El principal está en la seguridad, porque los 'hackers' pueden explotar las vulnerabilidades de las redes y acceder a los aparatos de nuestra existencia cotidiana que antes no tenían vida digital. Si no están correctamente protegidos, los piratas informáticos podrían convertir en una gran amenaza lo que se promociona como un gran avance planetario.

Los aparatos inteligentes irán colonizando los hogares. Todos los electrodomésticos podrán conectarse a la red para ser operados de forma remota. Pero, además, el 5G permitirá que el denominado 'internet de las cosas' explote todo su potencial y que los aparatos también se comuniquen entre sí. Por ejemplo, una cámara de seguridad conectada a internet puede detectar un intruso y ordenar que las luces se enciendan para ahuyentarlo, a la vez que envía la señal de lo que sucede en tiempo real al teléfono del usuario y alerta a la Policía. En un futuro ya no demasiado lejano, la nevera inteligente podría registrar la falta de algunos alimentos, hacer un pedido online para reponerlos y pedir al supermercado que los envíe a bordo de un dron o de un vehículo autónomo cuando lleguemos a casa. Puede parecer ciencia ficción, pero es una posibilidad cada vez más cercana.

El 5G también ahondará en la transformación del consumo de contenidos audiovisuales. Las plataformas de vídeo bajo demanda –como Netflix– entrarán en una época dorada, poniendo aún en más apuros a la televisión tradicional. Pero, seguramente, el sector de los videojuegos será el que viva una mayor transformación en el ámbito del ocio, porque verá significativamente ampliados sus límites gracias a la computación en la nube: los 'superjuegos' se ejecutarán en el ciberespacio, de forma que no dependerán de la capacidad de procesamiento de nuestros dispositivos.

El 5G permitirá conducir sin carné. O algo parecido, porque son las redes que el sector de automoción necesitaba para hacer realidad el vehículo autónomo. La latencia extremadamente baja permitirá que estos coches sin conductor se comuniquen directamente con otros automóviles y también con la infraestructura viaria. Así, por ejemplo, conocerán en todo momento la posición del resto de vehículos. También conducirán mejor y de forma más eficiente que los seres humanos, porque sabrán de antemano cuándo un semáforo se va a poner en rojo y podrán actuar en consecuencia, aminorando o acelerando para tener que esperar el mínimo tiempo posible. Sus desarrolladores avanzan que, con una flota de vehículos totalmente automatizados, los atascos serán cosa del pasado.

Junto a los sistemas de reconocimiento facial, el 5G también hará posible que los usuarios del transporte público paguen 'con su cara', sin tener que llevar ningún billete. Y, en principio, todos los sensores con los que están equipados los vehículos autónomos deben incrementar también la seguridad de los peatones. Pero quienes desarrollan los algoritmos que gobiernan sus movimientos todavía deben dar respuesta a cuestiones de corte ético, como decidir a quién matar en caso de accidente: ¿al conductor o al peatón? Cada vez más a menudo, estás decisiones no recaerán sobre seres humanos sino sobre las propias máquinas y el 'software' que las mueve.

La robótica es uno de los sectores que más se va a beneficiar del despliegue de las redes 5G. Sobre todo, la industrial. El control remoto de las máquinas resultará más sencillo y, por lo tanto, se espera un nuevo salto en la automatización de las fábricas. Además, la suma del 5G y de las realidades aumentada y virtual ofrecerá mucha más seguridad a los operarios en situaciones de riesgo. Como apuntó recientemente a este periódico en una entrevista el presidente de Huawei, Ren Zhengfei, muchas operaciones comprometidas que ponen en peligro la vida de seres humanos podrán ser realizadas por robots controlados en tiempo real desde escenarios donde no haya peligro. «Por ejemplo, pienso en los trabajadores que murieron en el sellado de los reactores de la central nuclear de Fukushima», agregó.

Hablar idiomas también dejará de ser un problema, porque el 5G facilitará el despegue definitivo de los traductores simultáneos. «Con una velocidad tan elevada y una latencia tan baja, el 'software' traducirá en pocos segundos», avanzó Ren. Claro que, sumado a la inteligencia artificial, el 5G también servirá para controlar de forma mucho más eficaz a los empleados, que podrán ser identificados en todo momento por sistemas de reconocimiento facial. De hecho, es posible que, como sucede ya en China, cada vez más empresas utilicen este sistema biométrico para fichar al entrar y salir de las empresas. Tendrán que salvar, no obstante, la leyes de privacidad.

La telemedicina ya no será entendida solo como una videoconferencia en la que el paciente le cuenta sus problemas a un médico que puede estar en cualquier parte del mundo. Con el 5G, el paciente podrá estar monitorizado en todo momento, independientemente de dónde se encuentre, porque los aparatos utilizados para realizar pruebas –desde un tensiómetro hasta implantes para el corazón–, podrán transmitir directamente los datos que recogen a un centro de salud. Combinados con sistemas de inteligencia artificial, pueden incluso hacer diagnósticos que, en algunos casos, resultan más fiables que los realizados por médicos de carne y hueso, y llamar a una ambulancia en caso de que lo consideren necesario. «No van a suplir a los médicos, pero sí que incrementarán notablemente su productividad y efectividad», vaticina Zhu Long, presidente de la compañía china Yitu.

Por otro lado, los cirujanos podrán ir más allá de la supervisión de operaciones por vídeo y a su alcance estará el control de los aparatos de un quirófano, de forma que las operaciones a distancia con robots médicos se convertirán en una realidad. Esto conllevará una importante optimización de los recursos humanos y facilitará el acceso de un mayor número de pacientes a la mejor atención sanitaria existente. La operadora americana AT&T estima que estos avances propiciados por el 5G también reducirán los costos médicos en torno al 16%.