La verdadera historia del alcalde de Málaga asesinado
Tribuna de la Historia ·
El miércoles 25 de junio de 1873, un grupo le disparó tres tiros por la espalda a José Moreno Micó, cuando estaba a punto de salir de la calle de San José a la de GranadaEran las tres y media de la tarde del miércoles 25 de junio de 1873. El alcalde de Málaga José Moreno Micó, acompañado por el concejal Juan Valera, salió del edificio del Ayuntamiento, entonces en la calle San Agustín. Acababa de tener una acalorada discusión con unos jóvenes que se negaban a alistarse para cumplir el servicio militar. Ante el cariz que estaba tomando la situación, decidió marcharse a su casa, que estaba muy cerca, en la esquina de la calle Cañuelo de San Bernardo con Niño de Guevara, junto a la calle Granada. Había mucho ruido y jaleo en la calle y, como la cosa se estaba poniendo peligrosa, José Moreno Micó decidió aligerar el paso. Cuando estaba a punto de salir de la calle de San José a la de Granada, un grupo le disparó tres tiros por la espalda. El alcalde, herido de muerte, se refugió en un taller de lápidas que había en la misma calle Granada, frente a la de San José. Allí se escondió agonizante detrás del mostrador, mientras que el lapidario cerró la puerta para evitar que los asesinos lo rematasen. José Moreno Micó murió allí mismo, a los pocos minutos. Apenas quedaban treinta metros para llegar al portal de su casa. Tenía 48 años y había sido alcalde de Málaga durante 35 días.
¿Quién era José Moreno Micó? Gracias al blog 'Investigaciones provinciales malagueñas' hemos averiguado algunos datos más sobre este efímero alcalde malagueño. Había nacido en Málaga, al parecer en 1825, y era hijo de Juan de la Cruz Moreno, natural de Álora, y de Joaquina Micó, gaditana. Su familia disfrutaba de una situación acomodada, como lo prueba el hecho de que su hermano Carlos fuese notario. José Moreno Micó se casó con Francisca Morales Barón, matrimonio del que nacieron tres hijos, José Francisco, Amalia y Elena, esta última fallecida en 1953. Perteneció a la cofradía de los Dolores de San Juan. José Moreno Micó fue un malagueño de ideas avanzadas para la época y fiel defensor de la república. Así, en 1868, el año de la Gloriosa, cuando fue destronada Isabel II, fue uno de los firmantes del bando de la Junta Popular Revolucionaria en el que pedía la abolición de la monarquía, libertad de imprenta, sufragio universal, supresión de las quintas, libertad de cultos, inviolabilidad del domicilio y eliminación de la pena de muerte. Ese mismo año, Moreno Micó fue nombrado presidente del Club Democrático Republicano Federal.
El 22 de mayo de 1873 José Moreno Micó fue elegido alcalde de Málaga, sucediendo al alcalde anterior, Joaquín Quiles, que había estado poco más de dos meses en el cargo. Fueron años de una gran convulsión política y social. El 11 de febrero de 1873 se había proclamado la Primera República Española, que se trasformaría en federal el 1 de junio. Como recuerda un testigo de los hechos, el malagueño Narciso Díaz de Escovar, los milicianos recorrían las calles con sus fusiles al hombro, disparando por el más pequeño motivo. Algunos solo querían lucir sus vistosos uniformes y sus galoneadas gorras. En Málaga reinaba la anarquía y muchas familias huyeron.
El 31 de mayo, siendo ya alcalde Moreno Micó, muchos contribuyentes fueron obligados a realizar «una aportación voluntaria» para la compra de 4.000 armas destinadas a la Milicia Nacional. Además, con el precio de las entradas de los teatros, se sufragaron los uniformes de los milicianos. Ni que decir tiene que estas disposiciones fueron harto polémicas y contraproducentes en la opinión de muchos malagueños. No sabía entonces nuestro protagonista que medidas como estas le iban a costar la vida.
Uno de los gritos de la Revolución de 1868 había sido el de «¡abajo las quintas!». Ya vimos que José Moreno Micó firmó un manifiesto pidiendo su supresión. Pero no pudo ser así. La guerra carlista del Norte y la de Cuba exigían más hombres y sacrificios de patriotismo que muchos malagueños no estaban dispuestos a ofrecer. El día de su muerte, el alcalde tuvo un agrio altercado en el Ayuntamiento con un grupo de jóvenes que se negaban a alistarse como reservas para el ejército. Según Díaz de Escovar, «al verificarse el juicio de exenciones en el Ayuntamiento, uno de los mozos sorteados protestó de las quintas, que los republicanos habían prometido suprimir». Un grupo de jóvenes dio gritos subversivos, que repitieron otros que estaban en el patio y en los corredores del Ayuntamiento. Se acabó por injuriar al alcalde y a los concejales allí presentes.
El hecho no aparece registrado en las Actas Municipales porque no se produjo en el transcurso de un pleno, así que hemos tenido que recurrir al diario 'El Avisador Malagueño' que, sorprendentemente, solo le destina a la noticia del asesinato del alcalde una columna en su tercera página. El periódico, que no debía ser de la cuerda del regidor municipal, titula el trágico suceso del asesinato como «un desagradable incidente». Según el rotativo, entre el alcalde y los jóvenes «mediaron palabras bastante duras» y «los hechos llegaron a mayores». Es entonces cuando al grito de «¡a las armas!, ¡abajo las quintas!, ¡mueran los traidores!» salieron los implicados a la calle y, al poco, volvieron con fusiles. Es lo que tiene armar a la población.
Ya conocimos el desenlace. En el tiroteo, además de fallecer el alcalde, resultó herida una mujer en el brazo y en una pierna. Desconocemos si el concejal Juan Valera, que acompañaba al regidor, recibió alguna herida. Como José Moreno Micó era también comandante de un batallón de la Milicia Nacional, sus miembros, al enterarse de lo ocurrido, fueron a buscar a los asesinos para fusilarlos, lo que finalmente no se llegó a producir.
Al día siguiente, 26 de junio de 1873, tuvo lugar el entierro en el cementerio de San Miguel. Según Díaz de Escovar, las calles estaban llenas de curiosos. Nuevamente 'El Avisador Malagueño' solo le dedica a la noticia 16 líneas para relatar que el sepelio se celebró a las seis de la tarde y que el Batallón de Cazadores de Torrijos, del que Moreno Micó era comandante, realizó una descarga en su honor junto a las tapias del cementerio. Curiosamente, este batallón estaba al mando del conocido pintor Bernardo Ferrándiz.
Pocos días más tarde, el Gobernador Civil publicó un bando en el que condenó los hechos y en el que tachó de cobardes a los que «asesinaron vilmente por la espalda» al alcalde Moreno Micó. El 29 de junio, el Ayuntamiento de Málaga, reunido en pleno, también recordó la memoria de su primer edil, «el ciudadano José Moreno Micó, asesinado alevosamente» por rebeldes a la ley de reemplazo del ejército. Ese día fue elegido alcalde de Málaga Nicolás Maroto, que solo ocupó la presidencia municipal cinco días, lo que muestra los turbulentos días que le tocó vivir. «Se mudaba de alcalde como de camisa», según afirmaba Díaz de Escovar.
El 14 de julio, apenas transcurridos veinte días del asesinato, el Ayuntamiento aprobó conceder una pensión anual de 1.500 pesetas para la viuda de José Moreno Micó.
Los asesinos del alcalde fueron detenidos. Hay quien afirma que el procesado que tenía más responsabilidad en los hechos fue fusilado tres años después en los fosos del castillo de Gibralfaro. No hemos conseguido comprobar la veracidad de este hecho. Lo que sí hemos descubierto es una curiosa carta manuscrita que se conserva en el Archivo Díaz de Escovar, dirigida al director de diario 'El Correo de Andalucía', por la que hemos podido averiguar los nombres de los asesinos. La misiva tiene fecha de 18 de febrero de 1881 y es prueba de que, casi ocho años después del trágico suceso, estos seguían en prisión cumpliendo sus penas. La carta está firmada por ocho varones, autores del magnicidio: Francisco Ramírez Martos, José Gómez, José Caparrós, Manuel Calzado Pedrero, Manuel Gómez, Santiago Rodríguez Pérez, Francisco Merino Pérez y Rafael Cruz Martín. El tiempo transcurrido desde el atentado indica que la memoria colectiva de los malagueños aún no había olvidado este horrible y dramático episodio.
El 11 de octubre de 1972, el Ayuntamiento de Málaga decidió dedicar una calle a José Moreno Micó. Sin duda, conocedores de que su antecesor había fallecido en un taller de lápidas, no se les ocurrió otra idea mejor que bautizar con su nombre una calle junto a la tapias del cementerio de San Rafael, en el polígono Díaz Zafra. En realidad era un callejón que aún carecía de nombre. El periodista Alfonso Vázquez lo llamó «suspiro de calle». Esta es la única memoria que guarda nuestra ciudad de un regidor municipal que tenía unas profundas convicciones republicanas y que murió víctima de la libertad que tanto había defendido.
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