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El perfil de la iglesia de San Felipe Neri desde la calle Alta V. H.
A la sombra de la historia

San Felipe Neri, una iglesia en mitad de una plazuela

Víctor Heredia

Sábado, 26 de julio 2025, 00:30

Hay una iglesia en Málaga algo escondida, que no suele pillar de paso a casi ningún sitio y que parece dar la espalda al Centro, pero que es una de las joyas de la arquitectura religiosa del siglo XVIII en la ciudad. Se trata de la iglesia de San Felipe Neri, cuya construcción propició un cambio radical en el urbanismo de la zona que la rodea. Y todo por el empeño de dos personas: el segundo conde de Buenavista y el sacerdote filipense Cristóbal de Rojas. Su historia comenzó cuando Baltasar Guerrero, un comerciante descendiente de genoveses, edificó en 1706 una casa principal, con un amplio jardín, en la calle Gaona. Baltasar no pudo disfrutar de su nueva residencia durante mucho tiempo, ya que falleció en 1709. La propiedad recayó unos años después en un sobrino, Antonio Tomás Guerrero y Coronado, segundo conde de Buenavista.

Antonio Tomás había sufrido la pérdida de dos esposas y una hija, lo que le persuadió de «que Dios no lo quería casado» y le llevó a ordenarse sacerdote. Decidió ampliar la casona con una capilla, para lo que compró dos viviendas colindantes. Los diseños de la casa de Baltasar Guerrero y de la capilla construida por su sobrino se atribuyen al mismo arquitecto, Felipe de Unzurrunzaga. La nueva iglesia, de reducidas dimensiones, quedó terminada en 1730 y su fachada daba a la plazuela de los Canteros. Este espacio actuaba como punto de confluencia de cinco calles: Guerrero, Parras, Cabello, Gaona y Chinchilla. Las dos primeras formaban parte del camino de salida de la ciudad hacia Casabermeja a través del Molinillo.

La capilla del conde era de planta octogonal y se cubría con una elevada cúpula. La portada de piedra estaba presidida por una imagen de San Felipe Neri, a quien quedó dedicada. En todas sus fachadas se realizó una profusa decoración pictórica a base de motivos geométricos mediante un esgrafiado policromado en varios tonos. En el muro de la calle Gaona podemos ver unas ventanas a ras de suelo que sirven para la ventilación de la cripta de enterramiento. Al mismo nivel de esta, en el subsuelo, el conde hizo otra capilla alejada de miradas indiscretas.

Antonio Tomás Guerrero donó la casa y la capilla a los sacerdotes de la Congregación de San Felipe Neri en 1739. La nueva comunidad religiosa, después de unos vacilantes años iniciales, se asentó definitivamente con la llegada, desde Baeza, del animoso filipense Cristóbal de Rojas.

Rojas consiguió impulsar en poco tiempo el prestigio del Oratorio en la sociedad malagueña. El éxito de la Congregación se reflejó en dos ambiciosos proyectos arquitectónicos: la construcción de la Casa de Estudios, terminada en 1752 y que hoy identificamos como el patio porticado del Instituto de la calle Gaona; y la ampliación de la capilla. En los dos intervino el arquitecto Antonio Ramos, que ejercería el cargo de maestro mayor de las obras de la Catedral.

Plano con el impacto urbano de la ampliación. Biblioteca del Seminario de Málaga

Ramos concibió la ampliación del templo mediante una nueva nave elíptica que quedaba adosada por el frente de la capilla primitiva. Esta orientación fue una iniciativa personal de Cristóbal de Rojas, aun contra el criterio de sus compañeros filipenses, y acabó modificando el urbanismo del entorno. La capilla crecía sobre la plazuela de los Canteros, un espacio público, como vimos. Para llevar a cabo el proyecto fue necesario contar con la aprobación municipal, que se obtuvo en 1755, y comprar hasta doce casas de las proximidades.

La obra modificó el trazado de las calles colindantes y generó nuevas visuales dominadas siempre por la iglesia. Avanzó con cierta lentitud y en 1776 todavía se estaba tejando la nave. Entonces intervino el arquitecto Ventura Rodríguez, quien preparó un proyecto para culminar la construcción que le daba un aire neoclásico y que no llegó a aplicarse. La parte final de la obra fue dirigida por José Martín de Aldehuela y la iglesia fue bendecida el 4 de junio de 1785. El mismo arquitecto hizo a continuación la nueva sacristía, considerada una de sus mejores obras.

El resultado fue que la capilla inicial se convirtió en capilla mayor, unida con la nave ovalada a través de un arco toral. En la fachada principal, flanqueada por dos torres, se recolocaron los elementos de la fachada original: la portada de asperón rojizo, la imagen de San Felipe Neri y el escudo con las armas del condado de Buenavista. Se añadió una decoración pintada, concentrada en las torres, con motivos figurativos y arquitectónicos.

De esta manera desapareció la plazuela de los Canteros y el trazado de las calles Gaona, Cabello y Parras quedó condicionado para el futuro por el fuerte carácter del padre Rojas. Pero, también, Málaga cuenta con una magnífica iglesia de estilo barroco clasicista cuyas cúpulas y torres dominan el perfil de esta parte algo olvidada del Centro.

La capilla subterránea

El segundo conde de Buenavista había ingresado en la Escuela de Cristo, una congregación piadosa que había surgido en Madrid a mediados del siglo XVII. Su fundador, Juan Bautista Ferruzo, se inspiró en la figura de San Felipe Neri y estableció que cada congregación quedara limitada a 72 miembros. Se reunían cada semana para practicar ejercicios de oración y penitencia que concluían con disciplinas corporales. Se extendieron por España y América siguiendo un espíritu de discreción e intimidad. La Escuela de Málaga se fundó en 1662, pero no disponía de sede propia. Por ese motivo el conde hizo una capilla subterránea debajo de la que construyó en la calle Gaona y reservó su uso a la Escuela de Cristo por una escritura otorgada en 1739. Esta capilla tiene forma circular y su bóveda anular se sostiene por un grueso pilar central. Constituye un espacio singular y único en la arquitectura religiosa malagueña. Al mismo nivel estaba la cripta de enterramiento y, por el lado del actual Instituto, un gran almacén.

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