La casa de los marqueses de Fontellas, sede del Colegio de Economistas
Víctor Heredia
Lunes, 28 de julio 2025, 00:17
Entre las antiguas casas aristocráticas del centro de Málaga hay una que destaca por su historia y por su valor patrimonial. Es la casona de los marqueses de Fontellas, actual sede del Colegio de Economistas, en el número 41 de la calle Granada. Este palacete todavía luce numerosos detalles de su pasado nobiliario, como la portada de piedra, la artística reja del zaguán, la escalera de doble tramo, los mosaicos con escudos, un gran patio con cuatro columnas o las salas principales con techos decorados con primorosas molduras. Hagamos un breve recorrido por su historia.
La casa que existía en este lugar estaba habitada en 1824 por Ana Murphy, una de las hijas del comerciante irlandés John Murphy. En la casa de al lado, a la derecha, que era de la misma propiedad, vivían entonces Tomás Livermore, su esposa Petronila Salas, sus hijas adolescentes Josefa, Matilde y Petronila, y la cuñada, Quintina Salas.
Pocos años después el edificio fue comprado por el tarifeño Juan de Arcos, quien lo reconstruyó o, al menos, hizo una amplia remodelación. Sus iniciales han quedado registradas en la cancela que cierra el zaguán hacia el patio. Entre las trabajadas filigranas de la verja hay un año, 1842, y un letrero con las iniciales 'J de A'.
Tras la muerte de Juan de Arcos siguieron viviendo en el edificio su viuda, Dolores Rodríguez, y sus hijas Francisca, Isabel y Micaela. Francisca de Arcos se había casado con el capitán Juan Pérez de Vinagre, de quien enviudó pronto. Una de sus hijas, Aurora Pérez de Vinagre Arcos, contrajo matrimonio en 1844 con Luis Gómez de Molina Sánchez-Arjona, regidor de Málaga y caballero de la Maestranza de Ronda.
Juan Gómez de Molina y Pérez de Vinagre, hijo de los anteriores, siguió la carrera militar, fue comandante de Artillería y obtuvo la Cruz del Mérito Militar por acciones de guerra. Se casó con la aristócrata navarra María del Pilar Elío y Magallón, hija de los marqueses de Vesolla. A finales del siglo XIX Juan Gómez de Molina ya aparece como dueño de la casa de la calle Granada, aunque residía en Sevilla. Su esposa heredó en 1900 el marquesado de Fontellas.
Fue entonces cuando los marqueses se instalaron definitivamente en el palacete malagueño. A la casa se le había añadido un ático en 1879 y en 1902 se le hizo una obra que estuvo a cargo de Antonio Ruiz. Poco después se colocaron en la escalera dos mosaicos de azulejos sevillanos con las armas de Gómez de Molina y de Elío, fechados en 1907. De estos años deben datar algunas reformas en el interior del inmueble, como la lujosa decoración de los techos de los salones, con motivos culinarios (en el comedor) y heráldicos (en la gran sala que da a la calle), o los escudos pintados que adornaban el frontal de la escalera, con el fin de darle el adecuado tono aristocrático a la que ya era conocida como la casa de los marqueses de Fontellas. En el padrón de 1910 consta la presencia de cinco sirvientes en la residencia.
El marqués falleció en 1913 y al año siguiente el papa Benedicto XV concedió a su viuda el título pontificio de marquesa de Fontana. La doble marquesa continuó habitando en el palacete de la calle Granada hasta su muerte en 1922, aunque la prensa nos da noticias de sus continuos desplazamientos a otros puntos del país. Por ejemplo, en agosto de 1919 estaba acompañando a la reina madre María Cristina en su veraneo en San Sebastián. Como curiosidad, una hermana de la marquesa de Fontellas, Micaela de Elío, marquesa viuda de Casa Torres, fue la descubridora del talento de un niño llamado Cristóbal Balenciaga durante sus descansos estivales en Guetaria.
Tras el fallecimiento de la marquesa heredó sus bienes y su título pontificio su único hijo vivo, Juan Gómez de Molina y Elío, que ejerció la carrera diplomática y que ya no vivió en Málaga.
Después de la Guerra Civil el edificio fue ocupado hasta 1951 por la delegación provincial de la Organización Nacional de Ciegos. Todavía entonces había en el centro del patio una fuente con una escultura de un niño montando una oca, idéntica a la que está en la finca La Cónsula. Posteriormente las Hermanas Terciarias Franciscanas de los Sagrados Corazones instalaron una residencia femenina que cerró en 1983 y a continuación el inmueble sirvió como Hogar de Jesús Abandonado. El Colegio de Economistas adquirió la casa en 1997 y la sometió a una cuidadosa rehabilitación que fue dirigida por el arquitecto Miguel Ángel Díaz. En septiembre del año 2000 fue inaugurado como su sede, por lo que en poco tiempo va a cumplir veinticinco años con esta función.
La mujer que llora o lo parece
Las magníficas y lujosas puertas del edificio de los marqueses de Fontellas son de una excepcional calidad. Talladas en la madera, junto a las figuras grotescas formadas por motivos vegetales con rostros de mirada y colmillos terribles, hay dos cabezas femeninas de rasgos delicados y diferentes expresiones. Las dos parecen mostrar tristeza y en la mejilla de una de ellas el artesano colocó una lágrima. Otro detalle curioso de estas puertas es el ojo de la cerradura, que dibuja claramente la forma de un 3. La portada de piedra blanca presenta una discreta monumentalidad, flanqueada por pilastras acanaladas rematadas por estilizados mensulones y con una elegante guirnalda en el dintel. A ambos lados hay unas lápidas de mármol con letras pintadas en rojo que nos proporcionan información. En una consta que la casa está asegurada de incendios y en la otra se da su antigua dirección: números 2 y 3 de la manzana 67. Cuando se colocó, el número 1 correspondía al desaparecido convento de San Bernardo, donde ahora está la calle Niño de Guevara.
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