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Casa levantada por Liborio García sobre el solar del convento del Ángel F. Alonso
A la sombra de la historia

Un alcalde para la historia: Liborio García

Martes, 26 de agosto 2025, 00:16

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Liborio García Bartolomé era natural de Sotillo del Rincón, al norte de Soria. Sus padres le llamaron así siguiendo una antigua costumbre castellana de bautizar al neonato con el nombre del santo del día. En efecto, Liborio nació el 23 de julio de 1832, día de San Liborio, obispo. La localidad natal de nuestro protagonista se ubica al sur de la Sierra Cebollera. No hay más que cruzar el puerto de Piqueras para acceder a los Cameros, al otro lado de la montaña. La comarca de El Valle -formada por pueblos como Sotillo del Rincón, Valdeavellano de Tera o Villar del Ala- es hoy conocida como «la pequeña Suiza soriana» y destacaba desde antiguo por tener unos índices de analfabetismo muy bajos. En El Valle lo primero era la escuela. Los chicos que presentaban mejores aptitudes emigraban y se solían dedicar al comercio.

Este es el caso de nuestro protagonista, que ha sido objeto de un estudio reciente publicado por el historiador Elías de Mateo. Liborio García debió de llegar a Málaga en la década de los años cuarenta del siglo XIX, como otros muchos castellanos. Entraría, seguramente, a trabajar como pupilo y aprendiz en un comercio de algún paisano. Tras esta etapa de aprendizaje, en 1861 lo encontramos ya establecido al frente de una tienda de tejidos en la calle Cobertizo de los Mártires. Sabemos que también se dedicaba al préstamo, ya que en 1866 consta como titular de la Benéfica, «establecimiento de préstamos sobre toda clase de efectos», cuya sede se ubicaba en la calle Mosquera, 3.

De esta manera, Liborio García debió de acumular un importante capital que le permitió adquirir algunos solares resultantes de la desamortización de los conventos. En 1870 compró uno de aquellos en la que sería la calle Duque de la Victoria, procedente del convento de Santa Clara y, años más tarde, otro en Luis de Velázquez, donde había estado el del Ángel. En esta última parcela construyó un espléndido y suntuoso edificio de tres plantas, diseñado por Gerónimo Cuervo, con unos artísticos cierros, al que trasladó su residencia.

Anuncio de Bazar Español en la Guía de Málaga de Muñoz Cerisola. 1891

Hacia 1886 adquirió las fincas del Castillo y de Santa Clara en Torremolinos, cuya propiedad mantuvo hasta 1905, momento en que las vendió a George Langworthy. Como afirma Elías de Mateo, «sus inversiones inmobiliarias, la compra-venta de fincas rústicas y urbanas y los préstamos hipotecarios constituyeron su principal fuente de ingresos».

En 1891 era propietario del Bazar Español. Este moderno comercio contaba con puertas a las calles Luis de Velázquez y Granada y podemos considerarlo un antecedente de los grandes almacenes pero destinado a un público burgués. Vendía desde muebles y maletas hasta lámparas, paraguas o abanicos, pasando por petacas, jaulas o velocípedos. Seguía el modelo de otros dos establecimientos similares: el Bazar Industrial de Pedro Alonso, fundado en 1879, y el de José Cabeza, recién abierto en la calle Larios.

Liborio García se casó en 1865 con María Posada Bautista, natural de Almería. De los siete hijos que tuvo la pareja, la mayor, Eladia, contrajo matrimonio con José Prados, tío del poeta Emilio Prados. Los hermanos Prados Naveros se acabarían haciendo, en 1894, con el bazar de don Liborio, aunque estos se especializaron en la venta de muebles de lujo y lo trasladaron a la calle Larios.

Nos queda por tratar, en esta breve semblanza, la faceta política de Liborio García. Sorprende que procediendo de un ámbito rural, tradicional y católico, abrazara las ideas políticas del liberalismo progresista y se afiliara al partido de Sagasta (precisamente otro camerano). A la hija de Sagasta le regaló por su boda «unos magníficos pendientes de gran valor». Carlos Dávila Bertololi, Miguel Sanchez Pastor o Narciso Díaz de Escovar fueron otros destacados miembros de este partido en Málaga. Su carrera política empezó en la Milicia Nacional como sargento durante el Bienio Progresista (1854-1856). Fue nombrado gobernador civil de Salamanca, Badajoz y Albacete, aunque de este último cargo no llegó a tomar posesión.

En 1874 ya era teniente de alcalde del Ayuntamiento de Málaga pero, en realidad, desempeñó el puesto de alcalde accidental por enfermedad de su titular, Pedro Alonso García. Liborio García fue alcalde de Málaga entre 1886 y 1889. Como regidor del consistorio malagueño le tocó organizar las fiestas del IV centenario de la conquista de la ciudad. Además, encauzó administrativamente la construcción de la calle Larios. En 1889, ocupando aún el cargo, se le puso su nombre a una nueva vía que unía las calles Nueva y Larios, a petición de algunos comerciantes.

Los últimos años de vida, don Liborio debió sufrir importantes reveses económicos que le obligaron a mudarse a una casa más modesta, en el número 15 de la calle Álamos. Allí murió el 5 de diciembre de 1908 a causa de una oclusión intestinal.

Liborio García Bartolomé. Galería de alcaldes del Ayuntamiento de Málaga

El temible genio de don Liborio

Un día de 1887, cuando Liborio García entraba en el Ayuntamiento, entonces en el antiguo convento de San Agustín, mandó encarcelar en los calabozos municipales a unos ciudadanos a los que calificó como 'turba de inoportunos', porque reclamaban en la puerta el pago de unas deudas. Publicó la noticia el Diario Mercantil bajo el rótulo «¡Abajo el alcalde!». El soriano denunció al peródico. En otra ocasión, en agosto de 1887, quiso sentarse mientras paseaba por la Alameda. Como no quedase ninguna silla libre, se apoderó a la fuerza de una que tenían pagadas varias señoras: «El señor García se alejó llevando en una mano la silla y en la otra la vara de alcalde». La Unión Mercantil criticó el aumento de los gastos de representación para mayor ostentación del alcalde. Este tenía una escolta de guardias municipales y pretendía que el consistorio comprase un coche para asistir a los actos solemnes. El director de este periódico, Antonio Fernández y García, gastó a sus lectores una inocentada al afirmar que se iba a colocar una estatua de Liborio García en el centro de la plaza de la Constitución, mirando hacia la nueva calle Larios.

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