El último turno de Salcedo, el policía solidario
El agente, una institución dentro de la plantilla, se jubila hoy después de 43 años de servicio en los que ha contribuido a fundar La Biznaga Azul, una asociación cultural que se vuelca en ayudar a quien más lo necesita
La imagen de Salcedo va indisolublemente ligada a un bigote y una sonrisa franca. Es de esas personas que hacen bueno el dicho de que la cara es el espejo del alma y que mejoran tu día cuando te las encuentras. Policía de sangre y de vocación, Salcedo es mucho más que el uniforme por el que siente devoción y al que hoy, después de 43 años de servicio, dice adiós. «Me va a costar...», ha confesado a sus íntimos.
José Manuel Salcedo Pérez cumple 65 años este sábado 18 de marzo y con ello pone el broche a una vida entera dedicada a la policía. Ingresó en el Cuerpo en 1979 siguiendo los pasos de su padre, que fue el «espejo donde se miró siempre y al que profesa un recuerdo eterno». Recién salido de la Academia, y tras una breve estancia en Madrid, su destino fue Barcelona, donde se fajó en el turno de noche. Aunque allí dieron los primeros pasos sus tres hijas, a la hora del dar a luz, su mujer, Pilar, volvía a su tierra para que las niñas fueran inscritas como malagueñas.
En 1997 regresó a Málaga. Recuerda el cuartel de la Policía Nacional en la Alameda de Colón, cuyos pasillos recorrió de niño porque allí prestaba servicio su padre, y su posterior destino en La Aduana. Pero prácticamente toda su trayectoria como policía ha estado ligada a la comisaría del distrito Centro, que actualmente está a la espalda del Mercado de la Merced.
Salcedo es, no obstante, uno de los pilares del Grupo de Investigación del distrito Centro por su dilatada experiencia. Ha tenido la misión de instruir a todos los que se han ido incorporando a esa plantilla, desde agentes de la escala básica a los mandos, ya que la comisaría de Centro, por su ubicación, tiene una especial idiosincrasia. Sus conocimientos de los delincuentes habituales en las diferentes modalidades delictivas constituyen un tesoro para las nuevas generaciones de policías.
Con una hoja de servicio intachable -seis medallas y 164 felicitaciones públicas dan fe de ello-, su labor va mucho más allá que la de atrapar delincuentes. Junto a otros cuatro compañeros, fundó La Biznaga Azul, una de las primeras asociaciones de policías nacionales creada para promover la unión de los agentes y sus familiares «en torno a la cultura y el conocimiento de todo lo malagueño». Habitual de la Semana Santa, en la que participa activamente, se ha dedicado durante una década a impartir charlas a escolares sobre acoso, drogas o delitos de odio.
Con Salcedo como uno de sus principales promotores, La Biznaga Azul ha acabado por convertirse en una organización solidaria dedicada a ayudar a todo aquel que lo necesite organizando eventos y movilizando a miles de personas. «Uno de los lemas de Salcedo es haz el bien y no mires a quién», expresa su buen amigo Pepe Páez, otro legendario policía que, como José Manuel, destaca por sus cualidades personales.
De aspecto bonachón, Salcedo impone por su corpulencia, pero también por su carácter afable y su sensibilidad hacia los problemas de los demás. «Jamás lo escuché metido en críticas a nadie. Es una persona empática que siempre está dispuesta a echar una mano», añade Páez. Ha sabido ganarse el respeto y el cariño de todos sus compañeros, sea cual sea su categoría en el escalafón. «Pocos policías reúnen todas las cualidades que él posee y que entrega con humildad y cariño al que le requiere». Hoy dice adiós a la que considera la profesión más bonita del mundo. Pero Salcedo seguirá ahí para ayudar a aquel que lo necesite.
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