
Secciones
Servicios
Destacamos
A las ocho de la tarde resonaban los aplausos en agradecimiento a los médicos y enfermeros. La lucha contra la pandemia puso a muchos frente al espejo del sistema de salud en el que vieron a un equipo humano dispuesto a darlo todo por proteger a la sociedad. Pero mientras los homenajes resonaban en los balcones hubo una lacra que no cesó: la de las agresiones al personal sanitario. Málaga fue la provincia de España en la que más ataques de este tipo se denunciaron en 2020 según los datos de la Policía Nacional, con 26 casos.
Detrás de cada una de estas cifras hay un episodio de miedo, golpes e indefensión. Estas son algunas de sus historias, reunidas con motivo del Día Contra las Agresiones a Sanitarios, que se celebra este domingo, 14 marzo.
Javier estaba en un descanso en uno de los dos centros de salud en los que trabaja como enfermero en la comarca del Guadalhorce. Fue el pasado mes de octubre. «Los dos equipos de urgencias habían salido por prioridades de nivel dos, en ese momento no había ningún médico». Llegó una mujer pidiendo asistencia: «Decía que tenía Covid-19, que se ahogaba y que no podía respirar». Se calzó el EPI y se dispuso a atenderla a la espera de la llegada de algún facultativo, pero la paciente «comenzó a ponerse violenta» al ver que no le daban la atención que pedía.
«Empezó a escupirme a la cara», recuerda. Javier (que no emplea su nombre real) reaccionó apartando al resto de pacientes, porque la amenaza del virus «estaba ahí». Sin embargo el episodio fue a más, y la mujer acabó «dándole patadas» hasta que fue contenida por varios compañeros. En primer lugar acudió la Policía Local del municipio, tras lo que la paciente se marchó, pero regresó en dos ocasiones en las que tuvo que intervenir la Guardia Civil. Fue identificada y está a la espera de juicio por un presunto delito de atentado contra la autoridad.
Javier recuerda la sensación de «decepción». «Uno está acostumbrado a hacer lo mejor que puede por los demás y no se espera que ocurra algo así, y cuando llega duele mucho», afirma. A la incomprensión se sumó la «inseguridad», porque la persona que lo atacó no tuvo reparos en hacerlo pese a que hubiera varios testigos: «Te sientes totalmente indefenso».
Gloria estaba en el mostrador de un centro médico cuando una paciente que había acudido en varias ocasiones perdió los nervios, la amenazó de muerte y se abalanzó sobre ella, tras lo que se dio un golpe contra parte del mobiliario que le provocó lesiones leves. La mujer fue detenida. «Me sentí frustrada e indefensa, pero tomé la determinación de denunciar y recibí el apoyo de todo el centro», explica.
Gloria asegura que las agresiones verbales se producen «todos los días», especialmente en el ámbito de las urgencias. De hecho, esta sanitaria ya sufrió hace once años el ataque de un paciente, cuando todavía se tenía «muy asumido» que ese tipo de situaciones eran «parte del trabajo». Comparando ese primer caso con el que sufrió hace pocos meses, la profesional reconoce un «cambio» en el sistema a favor del personal que pasa por algún trance de este tipo.
Elena –nombre ficticio– estaba tratando a una mujer de avanzada edad que necesitaba asistencia en su domicilio. Esta enfermera de un centro de salud de la capital se encargó durante meses de sus cuidados hasta que un día una complicación médica derivó en un ingreso hospitalario durante el que la paciente falleció. «Su hija dejó de hablarme», recuerda Elena.
Su caso es especial porque, a diferencia del resto, se produjo «con premeditación». Pasaron cuatro años desde que falleció la mujer a la que atendía Elena hasta que se encontró con la hija de la fallecida a las puertas del centro de salud. «Me dijo que quería hablar conmigo, comenzó a insultarme, a llamarme de todo, me agarró por los brazos y tuve que zafarme para entrar al trabajo», recuerda.
A los pocos días, la mujer la esperó agazapada en una zona por la que pasaba a diario, se le echó encima, la agarró del bolso y le dio varios golpes. Le arañó los brazos, el rostro y un ojo. Fue condenada por los hechos a pagar una indemnización y a cumplir con una orden de alejamiento. «Se te queda una sensación compleja, da mucha impresión pensar que pueda pasar algo así por hacer tu trabajo», explica. «Ha pasado mucho tiempo, pero cuando me acuerdo del tema me pongo mala», resume la enfermera, y reflexiona: «Todos nos quieren mucho y todo va bien hasta que algo sale mal, entonces la situación se da la vuelta».
Los datos de la Policía Nacional no son nuevos para quienes conviven día a día con las agresiones a los sanitarios. El Colegio de Médicos de Málaga, el Colegio de Enfermería, el Sindicato Médico y el Sindicato de Enfermería coinciden en la necesidad de aplicar más medidas para reducir «a cero» el número de ataques.
El presidente del Colegio de Enfermeros, José Miguel Carrasco, tacha las cifras de «preocupantes» y las agresiones de «penosas». Considera que el momento actual «es complejo» porque hay «mucha tensión».
Por su parte, el secretario del Sindicato de Enfermería, Juan José Sánchez, define el informe de la Policía Nacional como «muy negativo», y cree que en el año de la pandemia es aún «más significativo» que el personal sanitario tenga que «soportar esta lacra», que también perjudica a la atención de los pacientes.
Desde el Colegio de Médicos, el presidente Juan José Sánchez indica que el descenso generalizado de la violencia hacia el personal sanitario es un motivo de celebración, pero cree que «el año 2020 no ha sido un año al uso», por lo que habrá que esperar para confirmar que se trata de una tendencia.
El vicepresidente del Sindicato Médico, Carlos Camacho, asegura que el sector lleva «años bregando» con esta problemática. Camacho destaca que en Andalucía las agresiones aumentan a la vez que disminuyen en otras comunidades, y pone el acento en los insultos y amenazas que parte del personal sufren a través de las redes sociales por parte de pacientes descontentos.
Los cuatro representantes coinciden en que las administraciones deben poner más herramientas sobre la mesa para combatir esta lacra, a la vez que aplauden la figura del interlocutor policial sanitario. A su juicio, su presencia ha ayudado mucho a visibilizar el problema y a que se denuncien las agresiones.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Óscar Beltrán de Otálora y Josemi Benítez (Gráficos)
Lourdes Pérez, Melchor Sáiz-Pardo, Sara I. Belled y Álex Sánchez
Cristina Cándido y José A. González
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.