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Marisol Guisasola | MUJERHOY.COM
Viernes, 8 de mayo 2015, 14:37
En la época de la posguerra y la escasez, mucha gente iba a los bares a pedir los posos de las cafeteras para preparar con ellos el café de su casa. Lo hacían echando un par de tazones de posos y unas cucharadas de achicoria sobre un litro de agua hirviendo, apartando luego la olla del fuego para taparla y dejar reposar la mezcla, y colándolo todo con un colador de aquellos de 'calcetín'.
El sabor era suave y agradable y, en una época en que la que nadie hablaba de reciclado, era una imaginativa forma de aprovechar los recursos al máximo. Lo que nadie sabía entonces era que, lejos de estar tomando un producto degradado, aquellos posos de café tenían sorprendentes propiedades saludables. ¡Incluida una capacidad antioxidante muy superior a la de la mismísima vitamina C!
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