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Un informe solicitado por el Ministerio de Ciencia sobre las vías de transmisión del coronavirus concluye que existe consenso en la comunidad científica en torno al contagio por aerosoles. Se trata de partículas más diminutas que las gotículas, aceptadas como principal vía de transmisión durante los primeros meses de la pandemia. El tamaño de estos aerosoles provoca que se queden suspendidos en el aire, a diferencia de las gotículas, que al ser de mayor tamaño acaban por caer al suelo o en superficies y objetos. La confirmación de que los aerosoles también son una vía de transmisión, tesis que muchos expertos llevan meses defendiendo, supone la introducción de algunos cambios respecto a los hábitos adquiridos para evitar contagios y frenar el avance del virus.
El primer gran cambio consiste en que no basta con mantener la distancia social en lugares interiores. Con los aerosoles suspendidos en el aire, en continuo movimiento, resulta necesario llevar la mascarilla incluso cuando haya más de un metro de distancia entre personas. Otra modificación, más polémica, afecta al transporte público. Los expertos que redactan el informe advierten de que el transporte urbano, como autobuses y metros, «pueden tener un riesgo variable de infecciones». Aunque no se ha podido demostrar que sea un foco de contagio, «tal vez porque es extraordinariamente difícil de demostrar que un individuo se haya infectado en itinerario», el riesgo debe reducirse.
Por eso recomiendan, además del uso obligatorio de mascarillas, la instalación de dosificadores de gel hidroalcohólico en vehículos, vagones, estaciones y andenes, el mantenimiento de una distancia de al menos un metro y medio entre pasajeros, el incremento al máximo posible de la ventilación (a ser posible procedente con aire exterior), la mejora de los sistemas de filtrado y la desinfección de superficies y conductos de aire. Para posibilitar el mantenimiento de la distancia, el documento propone que se potencie el teletrabajo y se escalonen las horas de entrada para evitar horas punta. Estas medidas se recomiendan también el transporte de largo recorrido, como aviones y trenes, «con énfasis en la mejora de sistemas de filtrado y ventilación», aunque los aviones ya tienen sistemas optimizados, con flujos verticales, ventilación con aire fresco y filtrado con germicidas del aire circulado. Estos diseños, consideran los científicos, deben aplicarse también a trenes y autobuses de larga distancia.
Pero la recomendación más polémica aparece en el último punto: «Se recomienda no hablar en el transporte público, y sobre todo no cantar ni gritar, como en el caso de Japón». La propuesta de permanecer en silencio contrasta con las imágenes de autobuses y metros llenos, sin respetar la distancia de seguridad. De momento, no es más que una recomendación, aunque ya se han sumado ayuntamientos y comunidades autónomas como Cataluña y País Vasco, que han instalado carteles solicitando silencio. Los investigadores insisten en que el volumen de la voz influye en la cantidad de aire exhalado. Cuanto más volumen, más aire, y por tanto los aerosoles se extienden en mayor cantidad y con más rapidez, hasta el punto de que pueden llegar más lejos de dos metros.
El informe está firmado por los científicos Antonio Alcamí (CBM-CSIC), Margarita del Val (CBM-CSIC), Miguel Hernán (Universidad de Harvard), Pello Latassa (Gobierno La Rioja), José Luis Jiménez (Universidad de Colorado), Xavier Querol (IDAEA-CSIC), Gloria Sánchez (IATA-CSIC) y Alfonso Valencia (BSCCNS).
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