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Histórica entrevista de la cadena pública británica a Lady Di en 1995. REUTERS
La BBC, en el punto de mira

La BBC, en el punto de mira

Cercada por sus errores y sus rivales La múltiple oferta digital y los escándalos,el último por la polémica entrevista a Lady Di hace 25 años, perturba el horizonte de una prestigiosa institución que cae a menudoen la autocomplacencia

iñigo gurruchaga

Domingo, 6 de junio 2021

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A los jóvenes ya no les interesa la célebre imparcialidad de los programas informativos de la BBC. Portavoces de una masa de población que vive en el Norte del país le dicen un día sí y otro también que es una organización elitista, que no representas sus valores. Nuevas tecnologías multiplican su competencia. Solo faltaba que le acusasen de hacer una guarrada al rey.

El príncipe Guillermo no es aún el monarca, pero avanzada la noche del 20 de mayo, apareció en las pantallas de televisiones británicas y, con la oscuridad y una palmera como telón de fondo y un rostro que a ratos parecía incitar a una pelea a puñetazos, se dirigió a la BBC y a la nación. Un juez había publicado un informe horroroso sobre la entrevista confesional que dio su madre al ente público en 1995.

El entrevistador, Martin Bashir, falsificó cheques pretendiendo que eran los pagos de otros medios de comunicación a secretarios de Diana, o al jefe de seguridad de su hermano, a cambio de información confidencial sobre su vida. Cuando obtuvo la cita privada con esa mentira, Bashir le contó una ristra de revelaciones inventadas sobre las conspiraciones de la familia real o de servicios secretos contra ella.

Aunque en ese encuentro Diana permaneció callada gran parte del tiempo- según su hermano, Charles Spencer-, la princesa de Gales quedó persuadida de que el periodista era un buen cómplice contra la injusticia que sufría. Aceptó ser entrevistada ante las cámaras de la BBC para explicar su adulterio y el de su marido, Carlos, a Bashir y a sus 23 millones de espectadores. También sus reproches y temores.

Los directivos de la BBC recibieron muy pronto sospechas y acusaciones sobre la manera en la que el periodista logró tan mayúscula exclusiva. Tuvieron los datos, pero se felicitaron mutuamente, se repartieron nuevos cargos y poltronas en el ente o en instituciones de la vida cultural del país. Hasta que un cuarto de siglo después se desentierran los estragos que causó aquella sobredosis de autocomplacencia.

«Empleados de la BBC», leyó Guillermo, «mintieron y usaron falsos documentos para obtener la entrevista con mi madre, inventaron acusaciones estridentes y falsas contra la familia real que agravaron sus temores y paranoia, desplegaron una lamentable incompetencia investigando quejas y reservas sobre el programa, evadieron a otros medios y taparon lo que sabían de su investigación interna».

Directivos de la BBC afirman que hoy no sería posible tal aberración, por sus reformas en los últimos 25 años. Pero en ese periodo ha sido condenada por su papel en la muerte del científico David Kelly durante la guerra en Irak; por la magnitud e impunidad de los abusos sexuales de una de sus estrellas, Jimmy Saville; o por la cobertura sensacionalista de falsos casos de abuso sexual, como el del cantante, Cliff Richard.

El informe sobre la entrevista de Diana ha caído sobre la BBC en un momento en el que se pone en duda su financiación, mediante el pago de una licencia por quienes tienen un aparato que permita ver televisión en directo o los programas de la plataforma digital, BBC iPlayer. Un momento también en el que un diputado conservador es capaz de reprochar en el Parlamento al director general del ente que el informe anual que acompaña a sus cuentas no está adornado con un número suficiente de banderas británicas.

Boris Johnson, durante una entrevista en la BBC, compañía contra la que ha emprendido una campaña feroz.
Boris Johnson, durante una entrevista en la BBC, compañía contra la que ha emprendido una campaña feroz. REUTERS

Rasmus Kleis Nielsen, director del Instituto Reuters de Estudios del Periodismo, en la Universidad de Oxford, explica el contexto: «La BBC se encuentra en una situación en la que el sistema de licencia va a ser revisado en 2022 y hay un Gobierno conservador con amplia mayoría; con secciones del partido que creen que, en el peor de los casos, está sesgada contra los conservadores y, en el mejor, que es una forma ineficiente de intervención del Estado en el mercado libre».

Mundo más grande

La tensión y la complicidad entre políticos y la BBC es tan vieja como la institución, que va a cumplir cien años, pero algunos episodios recientes son quizás inéditos. En la campaña electoral del pasado diciembre, Boris Johnson se negó a ser entrevistado por Andrew Neil, un veterano periodista que había interrogado a los demás candidatos sobre sus promesas electorales.

Solo la emergencia del coronavirus permitió al informativo matinal 'Today', del canal 4 de radio de la BBC, contar con la presencia de un ministro, Matthew Hancock, responsable de Sanidad. El Gobierno había boicoteado hasta entonces un programa de noticias y entrevistas que durante décadas ha sido una referencia para la élite británica sobre la agenda política y social del país.

La polarización en el referéndum escocés sobre la independencia, en 2014, o en torno al 'brexit', a partir de la consulta de 2016, derivó en críticas agrias a la política editorial de la BBC. En ambas circunstancias se acumularon quejas por el supuesto sesgo de sus periodistas en favor de una opción o por los efectos que tiene la imparcialidad si no distingue entre lo verdadero y lo falso.

Al ente público, creado en 1927 como un monopolio público de radiotelevisión, cuya independencia es protegida por una Cédula Real, también le reclaman que abandone su afán fundacional, descrito por el filósofo conservador, Roger Scruton, como «dar al público británico lo que debiera conocer». Esa idea elitista estaría siendo sustituida por la oferta al público de lo que quiere oír.

Series y concursos

La BBC emite programas para audiencias con alto nivel educativo, pero también series, concursos o 'reality shows' muy populares. Sin embargo, el 13 de junio comenzará sus emisiones GB News, una cadena de noticias y «comentario robusto», según su presidente, Andrew Neil. En su lanzamiento acentúa que representará a los olvidados del Norte, sinécdoque del nacionalismo 'brexiter'.

Es un reto adicional para el conglomerado de 11 canales de televisión, más de 60 de radio y un portal digital. Según Kleis Nielsen, «la BBC ha tenido históricamente un papel dominante en el paisaje mediático y hoy, cuando nos movemos hacia un entorno más digital y basado en aparatos móviles y plataformas, retiene amplias audiencias pero es una parte mucho más pequeña de algo mucho más grande. Eso le plantea un reto para cumplir su misión de informar, educar y entretener a todo tipo de audiencias».

Las cifras del organismo supervisor de las empresas de comunicación, Ofcom, en cuya cima el Gobierno quiere colocar a Paul Dacre, 'brexiter' y exdirector de un 'Daily Mail' perpetuamente indignado con la BBC, ya registran una fuerte caída en el tiempo que pasan conectados al ente público los usuarios de entre 16 y 23 años, y un descenso algo menor entre 25 y 34. Los jóvenes, dicen las encuestas, perciben sus informativos como «áridos y aburridos» y prefieren noticias menos concentradas en asuntos británicos, más globales y también menos neutrales.

Netflix, Amazon o YouTube son los grandes rivales de una BBC cercada por la nueva competencia y por un Gobierno hostil. Pero los principios que la sustentan gozan de una amplia simpatía. El príncipe Guillermo, por ejemplo, concluyó su alocución, amarga sobre el daño que ha hecho a su familia aquella entrevista engañosa, señalando que «el servicio público de radiotelevisión y la prensa libre no han sido nunca tan importantes como en un tiempo de noticias falsas».

Multas y penas de prisión por no pagar la licencia para ver la televisión

Llaman a tu puerta. Te preguntan si tienes en tu casa un aparato receptor de televisión. Si no les dejas entrar para comprobarlo, regresan con un policía y un permiso de registro. Si tienes el aparato y no has comprado la licencia, te imponen una multa. En 2019, cinco morosos persistentes acabaron en la cárcel, pero la tiranía orwelliana afloja. El primer año con registro de cifras, 1991, fueron a prisión 394. En 1993 eran ya 845.

La licencia cuyo impago persiguen los inspectores de una empresa privada, Capita, es de unos 180 euros anuales (60 si el aparato es en blanco y negro) y sirve para financiar tres orquestas, documentales sobre el reino animal, programas para niños sin publicidad, series de éxito temporal o enraizadas en la cultura cotidiana del país. Y un sistema de producción de noticias con buena reputación internacional.

El presupuesto de la British Broadcasting Corporation (BBC), algo más de 5.500 millones de euros, se nutre de la licencia que los británicos pagan por tener un televisor, una consola de juegos, un ordenador o teléfono móvil,… en el que se puedan ver o grabar programas de cualquier canal, público o privado. Las encuestas dicen que la mayoría de británicos respalda ese sistema de financiación.

En 2015, un informe encargado por el Gobierno de coalición de conservadores y liberal-demócratas llegó a la conclusión de que no era aconsejable modificar el procedimiento legal por el que se persigue a los evasores, aunque se han reducido drásticamente las penas de prisión. Sería injusto que quienes pagan la licencia subvencionen el fraude de quienes no cumplen la ley, decía el informe.

Sin embargo, el Ejecutivo de Boris Johnson abrió una nueva encuesta sobre la despenalización del impago de la licencia nada más llegar al poder. La BBC estimó en más de 200 millones la posible pérdida de ingresos. La consulta terminó de nuevo con un aplazamiento.

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