Daniel Delgado, preparando las hamacas desde primera hora. A. PAZ
Oficios al sur

Más que hamaqueros

Este oficio ha ido modernizándose y ahora, quien se dedicaa las hamacas ejerce más responsabilidades en el funcionamiento del chiringuito tradicional

alejandro díaz

Jueves, 8 de agosto 2019, 00:21

El oficio de hamaquero, con su riñonera siempre puesta, ha ido evolucionando en las últimas décadas. Ahora tienen más responsabilidades que la mera gestión de las colchonetas y ubicación de las hamacas. Porque hasta los chiringuitos más tradicionales apuestan por un modelo en el que en la propia zona de hamacas se pueda hacer algo más que tomar el sol, o la sombra, eso siempre al gusto del visitante, que es quien elige.

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Ahora la zona de hamacas es otro mundo bien distinto al de décadas anteriores. En la zona occidental de la Costa del Sol se caracterizan por servirse en ellas todo tipo de destilados, zumos e incluso platos internacionales. Por su parte, la zona oriental y axárquica de la Costa del Sol conserva estos espacios con mayor tradición. «Nosotros no servimos personalmente en las hamacas, pero sí que les ponemos una mesita para que el que quiera pueda pedir lo que desee en el chiringuito y llevárselo a la zona de hamacas», comenta Daniel Delgado, quien lleva tres años trabajando en el chiringuito José Jiménez, ubicado en Torrox; concretamente, en la zona de El Peñoncillo.

Él es el responsable de las hamacas. Cada día de verano se encarga de ubicar en su sitio el centenar de ellas que tiene en su haber a disposición de los clientes. La playa, típicamente mediterránea y con menor intervención del ser humano que en otras zonas, es uno de los mayores atractivos de la zona. Por lo general, se da una clientela bastante peculiar por sus buenas formas y su tranquilidad. «Son fijos en cada verano, muchos llevan viniendo aquí todos los años, unas dos semanas. Comen en el chiringuito y por la noche salen por ahí», explica Daniel.

Torrox cuenta con la mayor colonia de residentes alemanes de la provincia. Eso hace que los familiares y amigos acudan a este destino a pasar sus vacaciones. También acuden británicos, escandinavos y, por supuesto, españoles. Pero el concepto de ocio es diferente. Nada de música ni de ruidos. Es otro perfil de visitante, que valora la gastronomía y está adaptado a las distintas propuestas y costumbres de los chiringuitos malagueños.

«A los británicos y a los alemanes no hay que explicarles nada sobre el espeto de sardina;ellos ya vienen con la lección aprendida porque lo han buscado en Google antes de venir, y lo piden y bien que lo disfrutan», comenta Daniel, quien reconoce que la costumbre local de echar una cerveza y unos espetillos en la hamaca como aperitivo ya la han adaptado los clientes extranjeros que acuden cada año al merendero José Jiménez.

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«A veces me preguntan qué es eso del espeto; les explico que es un pescado azul, que va en una caña... Pero en el fondo lo que les convence es cuando empieza a llegarles el olor de la leña de olivo y la brasa», bromea Daniel. Los habituales del chiringuito son también de las hamacas. Hay verdaderas 'competiciones' por conseguir primera fila, especialmente, los fines de semana. Daniel recomienda que es mejor dejarlas reservadas, como las mesas, porque por muy pronto que llegue un cliente, los habituales del lugar ya han dejado casi todo reservado para esos días.

Otra tradición muy española de la que se han empapado bien los visitantes extranjeros es lo de explayarse en la sobremesa. «Y si el 'cacharrito' se lo toman en la hamaca, mejor para ellos», cuenta Daniel. Así, la zona de las hamacas cuenta con su 'hora del gintonic' o del combinado que a cada uno le guste. El que no tiene que conducir prolonga estas particulares sobremesas entre sombrillas y reposado sobre un colchón hasta bien entrada la tarde. A veces, libro en mano. A veces, con la 'tablet'. Y a veces en brazos de Morfeo entre chapuzón y chapuzón.

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Las hamacas no son el principal negocio de un chiringuito, pero es un atractivo que suma a la hora de elegir adónde ir. Cuando va cayendo la tarde y cerrando el turno, Daniel recoge una a una las cien hamacas. En unas horas, las tendrá que reponer mientras se prende la leña de olivo y el proveedor trae el pescado del día. Porque en el chiringuito José Jiménez no se andan con chiquitas:la carta es la típica de un merendero, pero la honestidad está garantizada.

En José Jiménez trabajan el kilómetro cero: todas las frutas y verduras son de una frutería ecológica de la zona y siempre cuenta con pescado salvaje y de piscifactoría. No hay trucos ni engaño, si las gambas son del día y de Málaga, se dice, y si se prefiere optar por descongeladas, no hay problemas. Las brecas salvajes a la brasa son religión y van acompañadas de una menestra casera y unas patatas fritas de las de toda la vida. Nada de ultracongelados ni procesados. Y todo puede ser disfrutado desde las hamacas, cercanas al mar... La Axarquía:tradición malagueña al cien por cien.

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Cuidado con las horas al sol

Las hamacas son el escenario perfecto para envalentonarse y pensar que nuestras pieles expuestas a la luz de la pantalla del ordenador van a adquirir en unas horas el encanto y la tonalidad del Trópico. Nada más lejos de la realidad. La exposición al sol puede causar desde leves a graves lesiones en la piel. Por eso siempre hay que utilizar protector solar adecuado a nuestra tonalidad y no renunciar a pasar varias horas bajo la sombrilla para no insolarnos.

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