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Ada Colau. Del movimiento antidesahucios a la alcaldía de la ciudad condal con la plataforma ciudadana Barcelona en Comú. Ganadora de las elecciones, ha anunciado su apoyo al proceso soberanista.
¿Para cuándo una Hillary?

¿Para cuándo una Hillary?

«Nace un nuevo mundo, con mujeres que toman decisiones y hombres que se resisten a entender esta nueva forma de vida». Son la fotografía del cambio

zuriñe ortiz de latierro

Lunes, 8 de junio 2015, 00:13

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La procuradora María Elena García Zalve, 38 años, puño en alto, rompía la noche del 24-M con dos décadas de mandato popular en Socuéllamos, pueblo vitivinícola de Ciudad Real donde sus 13.600 vecinos han tenido que elegir entre mujeres. Tres papeletas PSOE, PP, UPyD para dos licenciadas en Derecho y una en Filosofía, con la amabilidad en vez del insulto como eslogan de campaña. Una bomba en esta tierra de uva Airén, masiva y poco cuidada, donde una mujer al mando es algo tan insólito como los vinos pálidos, de aromas afrutados, que empiezan a elaborar.

En Santa Coloma de Gramenet, otra socialista, la alcaldesa Núria Parlon, heredera de la ruina que le dejó el exregidor Bartomeu Muñoz, a un paso del banquillo por el caso Pretoria, lograba una hazaña: la mayoría absoluta para el PSC en esta ciudad (118.000 habitantes) del cinturón charnego de Barcelona. Algunos analistas hablan ya del modelo Parlon proximidad, austeridad, alergia al boato que tanto recuerda al de las mediáticas vencedoras del 24-M que acaparan portadas históricas: Ada Colau (BComú) en Barcelona, Manuela Carmena (Ahora Madrid) en la capital, Mónica Oltra (Compromís) en Valencia, Uxue Barkos (Geroa Bai) en Navarra... «Nace un nuevo mundo. Hay un cambio de paradigma con mujeres que toman decisiones y hombres que se resisten a entender esta nueva forma de vida: que las mujeres vamos a asumir más responsabilidades», advierte Oltra, pieza clave en la partida de ajedrez que se juega en la Comunidad Valenciana para arrebatar la Generalitat al PP del ya saliente Alberto Fabra.

Por primera vez en 37 años de procesos electorales, las grandes ganadoras y perdedoras María Dolores de Cospedal, Esperanza Aguirre, Rita Barberá, Teófila Martínez, Rosa Díez son mujeres. Abuelas, singles, cabezas de familia. Españolas con los sesenta cumplidos que doblaron su Cabo de Hornos luchando por las libertades: la píldora, el divorcio, el aborto. Mujeres más jóvenes, entre los 30 y 50, con carreras profesionales sólidas gracias, en muchos casos, al sacrificio de sus madres. De sustratos sociales e ideológicos tan variados como distantes. «A la vista de los problemas sociales, hemos dado el paso, hay un compromiso grande de participar en la política. Somos más ambiciosas en nuestra preparación que los hombres, pero luego somos menos competitivas por el cargo. Las mujeres están mucho mejor preparadas que los hombres. En mi equipo hay tres doctoras y una ingeniero», se vanagloria Carina Mejías, candidata de Ciutadans al Ayuntamiento de Barcelona, donde ha pasado de la nada a la tercera fuerza, y de 7 a 176 concejales en toda Cataluña.

Son cada vez más, con tanta preparación y sensibilidad como ganas, el problema es que en las fotos de las negociaciones postelectorales de esta semana, donde se reparte el auténtico poder, arrasan los pantalones: Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Albert Rivera... María Lourdes Vinuesa, profesora de Sociología en la Universidad Complutense, lleva años estudiando la participación de las féminas en la política y concluye que la paridad no existe. «Se están introduciendo con fuerza, ¿pero con qué capacidad? Cristina Cifuentes no pudo confeccionar su lista para la comunidad de Madrid. Aunque es innegable que los partidos se han dado cuenta de que comunican de una manera diferente, son más cercanas y están más en la realidad del día a día. Conectan mejor, van más de frente, con excepciones, claro. Están desbancando a los políticos tradicionales, sin la ayuda de expertos en comunicación. Les tiene que doler... Estamos mucho más cerca de tener una candidata a presidenta del Gobierno, ha llegado el momento».

En las planchas autonómicas, populares y socialistas han empatado con 6 mujeres como cabeza de lista de un total de 15. Ciudadanos se ha quedado en 4, mientras que en Podemos y IU se han conformado con 2 cada uno. En los ayuntamientos, el PSOE gana esta batalla, con un 25% de candidatas en el primer puesto, dos puntos más que en 2011, y sus listas cremallera, donde se van alternando ellos y ellas de principio a final. Con aspirantes tan visibles como rotundas, al PP no le ha parecido necesario hacer públicas sus cuotas. En cualquier caso, de todos los niveles de gobierno, el municipal es el menos permeable a la presencia femenina. Solo el 17,4% de los alcaldes salientes son mujeres.

«Mandonas no, jefas»

Como observa Juana M. Ruiloba, profesora de Ciencia Política en la Universidad Católica de Murcia, «lo que tiene realmente más peso y supone un cambio de tendencia es que ya no son excepcionales los partidos que confían el primer puesto a mujeres, incluso se apuesta por ellas en feudos complicados o en grandes ciudades. Se han convertido en la imagen del cambio, una especie de adalides de la nueva época. Llaman la atención esas caras nuevas, que vienen de la sociedad civil, son profesionales y activistas interesadas en los asuntos públicos. Quizás encarnan más y mejor las cualidades de liderazgo que se hacen necesarias en este momento, donde la capacidad de escucha, el diálogo, los pactos, la negociación y el consenso son prioritarios».

En la Comunidad de Madrid, solo los populares han apostado por una mujer, Cifuentes. Pero en el Ayuntamiento cambia: cuatro de los seis principales candidatos. En 2011, fueron todo varones. Valencia es otro buen ejemplo, tres señoras frente a cuatro hombres, cuando hace cuatro años solo hubo una postulante. O Navarra, con cuatro mujeres de ocho aspirantes a presidir la comunidad foral. Por no hablar de Barcelona. De cero a cuatro políticas dispuestas a arrebatarle el bastón al todopoderoso Xavier Trias, que en plena pataleta postelectoral no ha podido estar menos acertado: «¿Colau? Una mandona».

Se lo dicen a tantas... Margaret Thatcher, Angela Merkel, Hillary Clinton, Condoleezza Rice, hasta a Beyoncé. La exsecretaria de Estado de Bush y la reina del espectáculo se unieron en una campaña para reivindicar el No soy una mandona. Soy la jefa. Las americanas se han hartado del término bossy, utilizado de forma sistemática para desacreditar a una señora que ocupa una posición de poder, para perpetuar el miedo de las mujeres a asumir posiciones de liderazgo. La campaña denunciaba que «llamar a las niñas mandonas es una de tantas cosas que hacemos para disuadirlas deque sean líderes».

Mónica Oltra, rompedora no solo con sus camisetas de lemas reivindicativos, lo tiene superado.

Nos llaman mandonas, Cruellas de Vil, de todo, pero no estamos dispuestas a ser lo mismo que ese tipo de hombres. El actual momento político exige la escucha, la amabilidad, otra forma de comunicarse que no sea derribar al adversario.

Hay mujeres en la política española que no son especialmente amables.

Esperanza Aguirre y Rita Barberá comunican como hombres. Y hay hombres dialogantes, amables, como Ángel Gabilondo, es cierto. No es patrimonio exclusivo de las mujeres. Quien represente eso, sea hombre o mujer, tendrá mucho ganado.

Las tildan de marimandonas, las llaman por su nombre y no por el apellido como a sus compañeros, se examina su aspecto físico el esmoquin de Carmen Chacón, los vestidos de Carmen Calvo, los calcetines de emergencia de Esperanza Aguirre, el pañuelo palestino de Dolores de Cospedal, los escarpines de Rosa Díez y se les interroga, siempre, por la conciliación. «Todavía nos queda camino por recorrer. Desde que estoy en política me preguntan por la familia. La mujer sigue sin ocupar el papel que le corresponde en la administración pública y en la empresa privada. La desigualdad salarial está en parte detrás de esto, porque a la hora de los permisos los coge ella, que gana menos. Creemos en la igualdad, pero no practicamos. Bien de teoría, mal de práctica», sentencia la peneuvista Amaia del Campo, otra campeona del 24-M.

Después de 30 años de socialismo en Barakaldo, el segundo municipio vizcaíno, esta procuradora de 49 años ha ganado por 52 papeletas. Doble hito, porque ninguna localidad vasca de más de 100.000 habitantes ha tenido alcaldesa desde que se instauró la democracia y Amaia está a un paso de serlo. «A nivel político no me he sentido discriminada, pero hasta hace no mucho yo era la única en numerosas reuniones. Somos la mitad de la población, no puede ser que en una mesa de diez se siente solo una mujer. Nos falta visibilidad en estos puestos, no porque no queramos, sino porque se nos exige más que a ellos. Parece que tenemos que demostrar más. Cuando dejemos de ser noticia, lo habremos conseguido».

Teresa Forcades lo pone difícil, porque además es monja. Una benedictina molesta, médica y teóloga por Harvard, que irrumpió contra la vacuna de la gripe A, siguió con la defensa de la secesión de Cataluña y este miércoles anunciaba que está dispuesta a liderar una lista común para las elecciones al Parlament, previstas en septiembre. Aspira a ser la Ada Colau de Cataluña presentándose con los mismos partidos que la que probablemente será la próxima alcaldesa de Barcelona Podemos, Iniciativa Esquerra Unida i Alternativa y Procés Constituent, además de la candidatura popular CUP. Una prueba más de que en las filas femeninas no falta ambición.

«Animaos a presentaros con todos los partidos, hay que entrar en gobiernos y diputaciones. Los hombres nos tienen miedo porque somos más capaces, más constantes y si estamos en un puesto, respondemos», arengaba hace un par de meses en el Senado la presidenta de la federación de mujeres rurales, Juana Borrego.

Desde los movimientos sociales, la judicatura, el clero, el campo, la universidad, los despachos profesionales... «Estamos tan motivadas y preparadas como ellos. Nos atrevemos, desde ámbitos bien diferentes. La participación y el interés de las mujeres han estado tapados, pero en el contexto actual se han podido expresar. En los mítines de Ada Colau y Manuela Carmena hemos visto a muchas mujeres, a un sustrato social interesante que ha emergido», analiza Irene Delgado Sotillos, profesora de Ciencia Política y de la Administración de la UNED.

Aquí ya es impensable una foto como la del nuevo Gobierno de Grecia, el izquierdista Syriza, con 10 ministros, todos hombres, y solo 6 mujeres entre los 41 viceministros y secretarios de Estado. Provocó una oleada de indignación en España con tuits como el de otra de las grandes protagonistas de este 2015 electoral, Susana Díaz: «¿Esto era el cambio? Syriza pacta con la derecha en Grecia y forma un gobierno sin una sola mujer. Los primeros pasos son decepcionantes».

Aunque tampoco estamos para echar campanas al vuelo. «Hemos avanzado muchísimo. Ahora hay que normalizar la presencia equilibrada de mujeres en los escenarios de poder, pero en todo el espectro social, no solo en la cúspide», apunta la profesora Ruiloba. Los sindicatos reivindican de manera constante la brecha salarial entre sexos y sus ejecutivas son cada vez más paritarias, pero ni CC OO ni UGT han sido nunca liderados por una secretaria general. En la patronal, tres cuartos de lo mismo. Como en el poder judicial, las universidades públicas, los colegios profesionales de los 31 de Madrid, solo 8 están dirigidos por mujeres, las empresas con un 16% de féminas en los consejos de administración o los medios de comunicación. Los principales periódicos, televisiones y radios del país están dirigidos por hombres.

Pero ahora estamos en un escenario donde parece que todo puede pasar, incluso una candidata a presidir el Gobierno de España en unos pocos años, «aunque sea de rebote, porque falta todavía mucha base», relativiza la politóloga Silvia Claveria, profesora de la Universitat Pompeu Fabra. Como ha repetido en sus electrizantes mítines, a Mónica Oltra le gusta soñar: «Hay muchos rostros femeninos en este cambio político. Hay lideratos femeninos muy buenos en ciudades y comunidades. Ese día cada vez está más cerca».

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