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Las dementes conspiraciones sobre la piloto que desapareció intentando dar la vuelta al mundo

El anuncio de Donald Trump de desclasificar los informes secretos sobre el vuelo de Amelia Earhart en los años treinta reaviva la importancia de su figura, que ha alimentado desde entonces todo tipo de leyendas, a cada cual más disparatada

Lunes, 1 de diciembre 2025

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«Ordeno a mi Administración que desclasifique y publique todos los registros gubernamentales relacionados con Amelia Earhart, su último viaje y todo lo demás sobre ella». Con este mensaje publicado a través de su propia red social, Truth Social, Donald Trump anunció que ha dispuesto la apertura al público de todos los informes secretos relacionados con la histórica aviadora estadounidense, su último viaje y su legado. El 2 de julio de 1937, Earhart y su navegante Fred Noonan desaparecieron sobre el vasto océano Pacífico mientras intentaban completar la primera vuelta al mundo en avión por la ruta ecuatorial.

La desaparición de un personaje que en los años treinta aparecía en las portadas de los periódicos ha desatado numerosas especulaciones, que han alimentado desde películas de Hollywood hasta teorías conspirativas extravagantes y disparatadas. Estas son algunas de ellas.

Según la teoría de la isla Nikumaroro, Amelia Earhart y Fred Noonan, al no poder localizar la isla a la que se dirigían, habrían volado hacia el sur en busca de otra tierra y terminado en la entonces deshabitada isla Gardner (hoy Nikumaroro) dentro del grupo Fénix. Se cree que aterrizaron su aeroplano en un arrecife cercano al naufragio del carguero 'SS Norwich City' y que lograron emitir mensajes de radio intermitentes pidiendo ayuda. Después, los restos del avión habrían sido arrastrados al mar, dejando a los aviadores varados hasta morir como náufragos. Restos óseos y objetos hallados por el oficial británico Gerald Gallagher en 1940 avivaron esta hipótesis, aunque un examen posterior concluyó que pertenecían a un hombre. Décadas después, el grupo TIGHAR realizó múltiples expediciones que hallaron artefactos y piezas de aluminio, pero ninguna prueba concluyente que los vincule con Earhart. En 2019, una búsqueda submarina dirigida por Robert Ballard tampoco halló evidencias del avión. La comunidad histórica considera esta hipótesis plausible, aunque menos probable que un accidente en el mar por falta de combustible.

Inspirada por la película Flight for Freedom (1943), otra teoría postula que Earhart fue enviada por la administración del presidente Franklin D. Roosevelt en una misión secreta de reconocimiento sobre territorio japonés en el Pacífico. La idea se popularizó en la posguerra, pero fue investigada y descartada por la inteligencia militar estadounidense en 1949. La aviadora Jacqueline Cochran, amiga personal de Earhart, consultó archivos japoneses tras la guerra y concluyó que no existía ninguna relación entre su desaparición y operaciones de espionaje.

La conjetura de la captura japonesa sostiene que Earhart y Noonan, tras desviarse de su ruta, habrían ingresado en el territorio bajo mandato japonés del Pacífico, donde fueron capturados. El periodista Fred Goerner popularizó la versión de que los aviadores fueron ejecutados en Saipán, aunque versiones posteriores trasladaron el episodio a las islas Marshall. A lo largo de los años se han presentado supuestos testigos y fotografías, pero todas han sido desmentidas. Un documental del History Channel en 2017 afirmó identificar a Earhart y Noonan en una foto del atolón Jaluit, pero la imagen resultó ser anterior a 1937. Las críticas principales a esta teoría destacan la enorme distancia entre Howland y las islas japonesas y la falta de evidencias físicas. Además, se considera improbable que Japón ocultara el rescate de una figura tan famosa.

¿Pero qué ocurrió realmente? Earhart, nacida en 1897, era un ícono de la aviación. En 1932 se había convertido en la primera mujer en cruzar sola el Atlántico en avión, había batido récords de velocidad y cofundado las Ninety-Nines, una organización de mujeres piloto aún activa. Su esposo, George Putnam, la promocionó como la 'Reina de la Aviación', aunque exageraba sus logros iniciales: volaba con copilotos antes de dominar licencias avanzadas y no manejaba bien el código morse, esencial para la navegación a larga distancia.

Noonan, un navegante experto pero con serios problemas de alcoholismo, fue el elegido para acompañarla en la vuelta al mundo. La desaparición causó mucho interés. La versión oficial: se quedaron sin combustible y se estrellaron en el Pacífico. Registros familiares de Earhart, consultados en biografías recientes, lo confirman: «Perdida en el mar alrededor del 4, 5 y 6 de julio de 1937».

Ningún avión comercial de la época era capaz de cubrir las distancias que necesitaba recorrer para afrontar la vuelta completa al globo, pero Amelia, ya una celebridad, consiguió que la Universidad de Purdue pusiera en marcha un fondo para fabricar una versión de un Lockeed E10 Electra capaz de acometer el viaje. Para ello, encargaron al fabricante una unidad con depósitos de combustible y aceite extras en lugar del espacio destinado a los pasajeros.

La ruta estaba ya planificada desde el principio. Partiría de California -donde se había fabricado el avión-, pero aún estaba por ver si iba a despegar hacia el oeste (y afrontar primero el vuelo entre la costa del Pacífico y Hawái) o hacerlo en sentido contrario, cruzando primero la parte continental de Estados Unidos. Un error -o un fallo mecánico- en el despegue, cuando partieron hacia el Pacífico obligó a posponer la aventura y reparar el aparato. Después de eso, iniciaría el viaje en sentido contrario, hacia el este.

El 'Electra', un avión fabricado en aluminio pulido, llamaba la atención por su brillo metálico. Era un bimotor relativamente lento, fabricado para vuelos con diez pasajeros. Tenía doble timón de cola y el tren de aterrizaje delantero era retráctil. No era la aeronave más popular del momento -en ese momento el que más se volaba era el 'Douglas DC-1'-, ni tampoco la más rápida. Sus hélices de madera eran de paso variable, con las palas móviles para generar más o menos empuje sin requerir acelerones de los motores de cilindros en estrella.

Los despegues eran problemáticos porque en las etapas más largas el avión iba sobrecargado por el peso del combustible extra. Ya en el aire, la navegación es la clave, sobre todo porque los navegantes no contaban con muchos más instrumentos que los que usaban los marinos que cruzaban el Atlántico cuatrocientos años antes. Sobre tierra, o sobre la línea de costa, era más fácil situarse, pero en la inmensidad del océano orientarse es más peliagudo. Con la brújula podían saber qué rumbo estaban siguiendo, pero deducir en qué punto de un mapa -en algunos casos de precisión cuestionable- se encontraban requería cálculos con un margen de error relativamente grande. Para obtener el título de navegante era necesario tener una precisión superior a 30 millas (50 kilómetros).

Tras llegar al destino había que aterrizar. Y los aterrizajes también eran peligrosos. El avión -que era capaz de volar durante veinte horas antes de agotar el combustible- se volvía más ligero y manejable, pero muchos de los aeródromos no estaban perfectamente acondicionados para un avión diseñado para aterrizar en pistas de aeropuertos. Muchos de los anteriores récords, sobre todo los que implicaban el cruce de océanos, tenían la salvaguarda de que se realizaban en hidroaviones, con los que se podía posar en el mar si el combustible se agotaba por haber errado el rumbo, y flotar a la deriva hasta el momento del rescate.

Había partido de California el 21 de mayo. Llegó a Lae (Papúa - Nueva Guinea) el 29 de junio, después de volar 34.500 kilómetros. Le faltaban 11.200. Por el camino había establecido alguna ruta que no se había realizado antes, como la conexión entre África oriental y Pakistán. Pasaba algunos días en cada punto de aterrizaje antes de volar al siguiente destino. Sólo quedaba cruzar el Pacífico, la parte más peliaguda del periplo.

Aunque el modelo de aeroplano no era el más rápido ni moderno, sí estaba dotado del mejor sistema de telecomunicaciones de la época, con radios de distinto alcance: corto para la voz y telegráfico para las comunicaciones de mayor rango. La característica antena circular situada sobre la cabina permitía recibir señales en forma de haz lanzadas por radio desde el destino, pero solo las captaba cuando el avión volaba directamente hacia ese punto de emisión. Esta técnica, denominada 'radio beaming', servía para orientarse y confirmar que efectivamente volaban hacia el punto de aterrizaje anque no podían saber a qué distancia se encontraban del destino.

Un guardacostas de la marina, el 'Itasca', estaba pendiente de ella. No en vano Amelia era amiga de la mujer del presidente de Estados Unidos. El barco era el que emitía la señal para el 'beaming'. En el último momento, cuando no eran capaces de comunicarse con ella pese a que debía estar cerca -se especula con problemas técnicos en la radio-, arrancaron las calderas para que el avión pudiera ver la columna de humo negro que se elevaba desde la chimenea del barco. Pero ni con esas. Amelia y Fred no aparecían.

A las 7:20 GMT había comunicado su posición a 232 km al sudoeste de las islas Nukumanu. A las 8:00 GMT hizo su último contacto de radio con Lae, a quienes había confirmado que el avión volaba en curso a la isla Howland a 3.657 m de altura. Sin embargo, nunca se supo el rumbo que siguió tras alcanzar Nukumanu. Tras algunas transmisiones cortas al Itasca, el barco que estaba pendiente de ella, no pudo averiguarse su posición porque los mensajes eran demasido breves o ininteligibles. «KHAQQ llamando al 'Itasca'. Debemos estar encima de ustedes, pero no los vemos... El combustible se está agotando...»

Con el consiguiente fracaso de la misión de búsqueda, comienzan a aflorar las teorías más o menos disparatadas sobre su desparición. No solo las que hemos citado al principio, sino también otras aún más disparatadas, como la que la vincula al rumor 'Tokyo Rose', otra versión propagandística que afirmaba que Earhart fue capturada por los japoneses y obligada a participar como locutora en emisiones de propaganda bajo el nombre de 'Tokyo Rose'. Su esposo, George Putnam, investigó personalmente esta posibilidad, pero tras revisar numerosas grabaciones concluyó que ninguna de las voces transmitidas correspondía a la de Earhart, descartando así este rumor.

Algunos teóricos de la conspiración han planteado que Earhart pudo haber dado media vuelta durante el vuelo y tratado de llegar a un aeródromo de la isla de Nueva Bretaña (Papúa Nueva Guinea). En 1945, un soldado australiano afirmó haber visto un avión bimotor accidentado que podría haber sido el 'Electra', y décadas más tarde se halló un mapa con anotaciones de serie compatibles con ese modelo. Sin embargo, las búsquedas posteriores en esa ubicación fueron infructuosas. Expertos como Ric Gillespie sostienen que, dada la posición estimada del último contacto, sería imposible que el avión llegara tan lejos con el combustible restante.

Por su parte, Joe Klaas propuso en el libro 'Amelia Earhart Lives' (1970) la teoría de la identidad asumida, según la cual Earhart habría sobrevivido, adoptado un nuevo nombre —Irene Craigmile Bolam—, y vivido anónimamente en Nueva Jersey. Bolam negó tajantemente la acusación, presentó una demanda y logró que el libro fuera retirado por la editorial. Investigaciones posteriores demostraron que la biografía de Bolam estaba lo suficientemente documentada como para no ser Amelia Earhart. Análisis fotográficos y periciales modernos confirmaron diferencias medibles entre ambas mujeres, descartando así cualquier posibilidad de que fueran la misma persona. Quizás, ni la desclasificación de documentos ordenada por Donald Trump resuelva estos enigmas, para alegría de los teóricos de la conspiración.

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