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Personajes lgtbi en el cine: y la pluma, de un plumazo, desapareció
Ilustración: Sr. García
Cine

Personajes lgtbi en el cine: y la pluma, de un plumazo, desapareció

La heterosexualización de personajes en el cine, lejos de ser anecdótica, ha sido un recurso recurrente desde sus producciones más tempranas

Antonio M. Ruiz / Ilustraciones: Sr. García

Jueves, 1 de junio 2023, 12:34

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El cine está plagado de casos, algunos más sangrantes que otros –pero, al fin y al cabo, sangrantes todos–, en los que la sexualidad de los personajes se limpia, blanquea y purifica atendiendo a la moralidad castradora imperante. Gays, lesbianas, bisexuales, pansexuales han sido objeto de una conversión heterosexual fulminante en su versión cinematográfica tal que ni el más radical de los predicadores se hubiera atrevido a soñar. Como respuesta, muchos creadores han tenido que representar la homosexualidad de la única manera que podían sortear a la censura, esto es, de forma latente. Personajes saturados de clichés identificativos, gays excesivamente afeminados, lesbianas vestidas de hombre que campeaban por las producciones desde que el cine es cine, contando con aliados en el lenguaje cinematográfico como la retórica (para proporcionar información clandestina), la metáfora (aclaración del significado de lo que realmente se quiere decir) y el estereotipo, construido sobre prejuicios negativos y, más estrictamente escénicos; la iluminación, la música y la fotografía.

En el inicio de los treinta del siglo pasado, la duodécima colaboración entre el director Josef von Sternberg y Marlene Dietrich dio como fruto 'Morocco' ('Marruecos'). En ella, Dietrich viste de frac, utilizando el travestismo femenino como herramienta para ocultar la erótica lésbica, lo que permite al personaje tener un comportamiento que no le sería posible siendo mujer: la cantante de cabaret que interpreta fusila con sus miradas sugestivas y provocadoras, haciendo gala de claros signos de ambigüedad. Todos quieren caer bajo el influjo de la Dietrich. Claves similares se desprenden de 'Queen Christina' ('La reina Cristina de Suecia'), filmada en 1933 por Robert Mamoulian e interpretada por Greta Garbo. La película versa sobre la vida de esta reina lesbiana, que quiso ser coronada como rey, pero que abdicó por sus 'affaires' con mujeres. El metraje está salpicado de indirectas al lesbianismo, permitiéndose incluso besos entre el personaje de Garbo y la condesa Ebbe (Elizabeth Young), pero bajo la instauración de un romance heterosexual con Don Antonio, conde de Pimentel y embajador del rey de España en Suecia (John Gilbert).

Tennessee Williams acudía a los cines a decirle a los espectadores que no vieran la cercenada 'La gata sobre el tejado de zinc'

El código Hays, creado para dotar de buena imagen a la industria del cine y que perduró desde mediados de los treinta hasta bien entrados los sesenta, se encargó de que la relación homosexual entre Brick, protagonista de la obra de teatro de Tennessee Williams 'Cat on a hot tin roof' ('La gata sobre el tejado de zinc caliente', 1955), interpretado en su adaptación al cine por Paul Newman; y Skipper, su íntimo amigo y fantasma del pasado, quedara eliminada en su paso a guión cinematográfico. En el film, la falta del deseo sexual de Brick por su esposa Maggie (interpretada por Elizabeth Taylor), la gata, es justificada por el perpetuo estado de embriaguez del personaje de Newman, que no puede superar la muerte de su amigo ni el fin de su prometedora carrera como atleta por una lesión de tobillo. Ni el enfado de Newman ni la férrea oposición de Williams, para el que esta película iba a hacer que la industria del cine retrocediera «50 años», fueron suficientes para frenar tal agravio a su obra. Hubiera merecido mucho la pena ver cómo el dramaturgo gritaba «¡Iros a casa!» a los que guardaban cola para ver la película en el cine. La censura de nuestro país puso también su granito de arena, quitando 'caliente' del título de la película.

Ilustración: Sr. García

Es Platón, el personaje interpretado por Sal Mineo en 'Rebel without a cause' de Nicholas Ray ('Rebelde sin causa', 1955) el que soportaba sobre sus hombros los sentimientos homosexuales hacia Jim (James Dean). De nuevo, sentimientos expresados de una manera implícita, soterrados bajo un tormento existencial que le empujará a un fatídico final. Son diversas las pistas que la película da al espectador: las miradas que dedicaba a Jim, su insistencia para que durmiese en su casa, la posesión de una fotografía del actor Alan Ladd en su taquilla, y hasta su nombre, que hace referencia al filósofo griego y a su época, cuando la homosexualidad era cotidiana. El filme, cuyo equipo perfectamente podía haberse sacado de un garito de Torremolinos (Ray era bisexual, al igual que Mineo; y Dean, homosexual) se ha convertido con el paso del tiempo en una obra de referencia para el colectivo gay.

De nuevo el código Hays se ocupó de mutilar la gran obra del péplum 'Spartacus' ('Espartaco'), dirigida por Stanley Kubrick en 1960. La escena prohibida tiene lugar en la soledad de un baño romano entre Marco Licinio Craso (Laurence Olivier) y su esclavo Antoninus (Tony Curtis), sudorosos y casi desnudos, mientras el sirviente da un masaje a su señor. En una clara alusión a la bisexualidad, dialogan sobre la moralidad o inmoralidad del acto de comer ostras o caracoles, confesando Craso, en último término, que su gusto incluye tanto las primeras como los segundos. Más de 30 años después de su estreno se recuperó la escena y se devolvió a su lugar.

Una de las más divertidas confabulaciones del cine de los grandes estudios de Hollywood, también durante el reinado del código Hayns, fue la que destapó Gore Vidal, uno de los cinco guionistas de 'Ben-Hur' (1959), de William Wyler. Vidal, abiertamente gay, destapó que el tratamiento de la relación existente entre Ben-Hur (Charlton Heston) y Messala (Stephen Boyd) fue siempre desde un punto de vista homosexual, algo que quedaba reflejado de forma bastante clara en el texto de Lewis Wallace ('Ben-Hur', 1880): el odio del segundo hacia el primero se justificaría por la negativa de Ben-Hur a continuar la relación sentimental que mantuvieron en el pasado. Wyler lo vio con buenos ojos, pero el que más disfrutó con todo esto fue Boyd, también gay y conocedor de la trama, que afrontó su actuación como si su personaje estuviera enamorado de Ben-Hur, encarnado por el conservador y posterior presidente de la Asociación Nacional del Rifle, Heston, quien no fue informado para evitar su posible abandono del proyecto. La escena más famosa es aquella en la que se vuelven a encontrar los personajes después de unos años y acaban brindando y bebiendo vino de sus cálices con los brazos entrelazados.

Miss Danvers, el ama de llaves de 'Rebeca', es la representación siniestra y homófoba de la lesbiana en el cine americano de la época

Tampoco el cine de Alfred Hitchcock está exento del exterminio del colectivo: 'Rebecca' ('Rebeca', 1940), 'Rope' ('La soga', 1948) y 'Strangers on a Train' ('Extraños en un tren', 1951) son un buen ejemplo. Miss Danvers, el ama de llaves de la Rebeca del título –interpretada soberbiamente por Judith Anderson– es la representación siniestra y homofóba de la lesbiana en el cine americano de la época. Frígida, sádica y oscura, cuyo destino final será el mayor de los castigos que pueda recibir. Hitchcock, sobradamente conocedor del omnipresente código Hays, da algunas pinceladas a los espectadores más despiertos, como la escena en la que Miss Danvers toca la ropa interior de su admirada señora mientras se la muestra a la nueva inquilina de la casa, reproduciendo así la escena más subida de tono de la novela homónima de Daphne du Maurier, en la que se dice que Rebeca tenía tendencias bisexuales y que Danvers fue objeto de su seducción.

En 1950, Patricia Highsmith publicó su novela 'Strangers on a Train', que narra el acuerdo mediante el cual dos desconocidos asesinarán a la persona que el otro designe: Guy Haynes, casado y apasionado de su trabajo, quiere deshacerse de su mujer infiel y Charles Anthony Bruno, alcohólico y sociópata, desea que su odioso padre desaparezca. La atracción y excitación que sienten los dos personajes entre sí tiene una importante carga homosexual que permanece latente en el texto de Highsmith, pero que se diluye en la obsesión que Bruno siente por Haynes en el film de Hitchcock. El montaje británico de la película difiere del americano, aportando más luz sobre la obsesión que Bruno siente por Haynes.

La primera película en color del director británico toma el título de la obra teatral de Patrick Hamilton escrita en 1929 en la que se basa, 'Rope' ('La soga'), muy controvertida en su tiempo por la homosexualidad no oculta de sus protagonistas. Hitchcock vuelve a hilar fino para no tratar el tema de forma explícita y esquivar los designios del código Hays (a pesar de que se recortaron algunos diálogos), consciente de que sin el aspecto homosexual de los personajes la historia no tendría sentido. El papel de los asesinos, Brandon y Philip, fue interpretado por dos actores homosexuales, John Dall y Farley Granger, respectivamente. Las conversaciones y el trato íntimo que tienen sus personajes evocan a una relación de pareja, aunque sin ninguna referencia directa. La polémica generada en su estreno provocó que se prohibiera la exhibición en algunos cines estadounidenses.

La novela de Fanie Flagg (que sería coguionista en el salto al cine junto a Carol Sobieski) despeja cualquier duda respecto a la relación que mantienen Idgie y Ruth (Mary Stuart Materson y Mary-Louise Parker, en su adaptación cinematográfica) en los años treinta del siglo pasado: eran lesbianas y se querían. 'Fried Green Tomatoes' ('Tomates verdes fritos') ,de Jon Avnet, estrenada en 1991, hizo lo que se esperaba de un film de la época. Dio una gruesa mano de barniz arquetípico a sus protagonistas para adecentarlas: Ruth es femenina, dulce y abnegada, que vive por y para su familia; Idgie es la machorra, asilvestrada y vestida con ropa típicamente masculina. Así, escondió una bella historia de amor bajo el manto de una fiel historia de amistad entre mujeres. Se llevó el GLAAD a la mejor película lésbica y algunas protestas del colectivo.

Pero si lo que se busca es el 'cum laude' en lo que a la homosexualidad latente se refiere habrá que refugiarse en las tenebrosa y maniquea 'Interview with the Vampire: The Vampire Chronicles' ('Entrevista con el vampiro', 1994), de Neil Jordan. El no muerto ha servido tanto a la literatura como al cine como metáfora del homosexual que lleva una doble vida y, en este caso, no fue diferente. Refinados, amanerados y ambiguos, los vampiros de Jordan matan cuando realmente lo que parece que desean es fornicar con sus víctimas, al contrario que en la novela de Anne Rice, cuyos personajes rezuman erotismo homosexual.

Tampoco el mundo del cómic sale ileso de su paso a las pantallas. Si bien sobre el papel hay un buen puñado de personajes que son ejemplo del amplio abanico de la sexualidad humana, cuando se convierten en celuloide se heterosexualizan. Y para muestra, Deadpool ('Deadpool', 2016, de Tim Miller). Pansexual en los libros de la Marvel, el irreverente héroe mantiene en el film una relación con Vanessa (Morena Baccarin), desapareciendo cualquier atisbo de atracción a otra persona independientemente de su sexo o identidad de género. Sin embargo, parece que el daño ocasionado se va a intentar reparar en futuras entregas, siendo el principal interesado en hacer justicia al personaje Ryan Reynolds, actor que lo interpreta.

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