¿Por qué debería (pre)ocuparnos el fenómeno del 'chemsex'?
El investigador Daniel Íncera, uno de los grandes expertos de este fenómeno, pide evitar un nuevo estigma contra el colectivo LGTBI
El 'chemsex' se ha convertido en un fenómeno creciente en España. Un fenómeno que aún no ha sido estudiado en profundidad y que muchos profesionales no saben cómo evaluar y abordar. En esta línea, Daniel Íncera, doctor en Psicología Clínica y de la Salud y profesor en la Universidad Internacional de Empresa (UNIE), ha publicado el libro 'Chemsex. Consecuencias sobre la infección por VIH y otros aspectos de la salud'. «Si algo caracteriza al 'chemsex', es por el grave impacto que está teniendo en nuestra sociedad y su crecimiento exponencial», dice el investigador en una entrevista con SIX.
Este manual no solo se centra en la parte psicológica, en la que es experto Íncera, sino que también conceptualiza sobre qué es el 'chemsex', habla de las sustancias implicadas e incluye la salud física en relación a las infecciones de transmisión sexual (ITS), además de la salud sexual y social para incidir en la evaluación e intervención basadas en la evidencia. «Nos hemos centrado en hacer una revisión desde todas estas perspectivas para evaluar el 'chemsex' y abordarlo de una manera más integral», recalca el profesor.
«No es lo mismo tomar una raya ocasionalmente, que necesitar consumir cada fin de semana»
El 'chemsex', según el 'European Chemsex Forum', se conoce como «un tipo particular de práctica de consumo sexualizado de sustancias, entre hombres gais, bisexuales, otros hombres que tienen sexo con hombres, y personas trans y no binarias que participan en la 'cultura de sexo casual o sin compromiso' gay». Sin embargo, Íncera considera que esta definición deja fuera algunas particularidades de este fenómeno. El especialista pone el foco en las características propias de la comunidad y en no dejar a nadie atrás. «Hemos propuesto una definición más inclusiva sobre el fenómeno que también incluye motivaciones no estrictamente sexuales para participar en estos encuentros», asegura, a lo que añade que hay personas que acuden a estas citas para «sentirse parte de una comunidad» o «vinculado a sus iguales». Y hace partícipe a más población. «Incluimos a todas las personas del colectivo LGTBI. Aunque no todas practican el 'chemsex' de la misma manera, es fundamental que, si recurren a él, se sientan incluidas y acogidas, para que puedan acceder a apoyo y acompañamiento cuando lo necesiten», señala.
'CHEMSEX. Consecuencias sobre la infección por VIH y otros aspectos de la salud'

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Autor: Daniel Íncera, junto a Santiago Moreno y a Manuel Gámez
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Editorial: Universidad de Alcalá
Íncera cuenta que algunos usuarios de 'chemsex' aseguran que, al principio, las sesiones son «maravillosas». «Las personas sienten que están socializando, conociendo gente nueva, manteniendo relaciones sexuales sin prejuicios; se sienten cuidadas por quienes las rodean y creando nuevos vínculos», enumera. Conforme pasan las sesiones y se puede volver algo más frecuente, ya no quieren ir a cualquier 'chill', quieren unas drogas específicas, empiezan a experimentar con las vías de administración… «Eso termina aislando a la persona en prácticas que son más concretas, pero que también llevan asociadas a implicaciones más peligrosas», asevera.
La frecuencia con la que estas personas acuden a las sesiones también es determinante. «Es una situación comparable al consumo recreativo de sustancias entre personas heterosexuales. No es lo mismo alguien que se toma una raya ocasionalmente en un festival, que alguien que necesita consumir cada fin de semana para poder salir de fiesta», incide el experto para no caer en el estigma, y añade que aquellas personas que se impliquen con más frecuencia en el 'chemsex', es posible que tengan más implicaciones de salud física, mental y sexual.
Los riesgos asociados al 'chemsex' son diversos, pero Íncera hace hincapié en el estigma. «Si los profesionales no están adecuadamente formados, pueden caer en el estigma. Y si hay estigma, el que necesita ayuda no la va a solicitar», recalca el profesor, quien busca, precisamente, evitar este resultado. «En muchos medios de comunicación, 'chemsex' es sinónimo de depravación, de VIH, de ITS… Esto favorece a la estigmatización de una práctica y también de las personas que la llevan a cabo», defiende. Esto no quita que existan otros riesgos, sobre todo entre las personas que se implican de una manera más frecuente. «Es una mezcla de dos estímulos muy potentes: el sexo y las drogas», matiza.

En este sentido, el experto apunta que resulta habitual que, al acudir a estos espacios bajo los efectos de sustancias, las personas tiendan a restar importancia a los riesgos asociados a las prácticas sexuales. El especialista añade que estas sesiones pueden durar más de 24 horas, pero no se mantiene sexo todo el tiempo. «Se da ese fenómeno también de vinculación emocional. Y hay mucha gente que va a consumir drogas y no a practicar sexo en estos contextos», dice.
Las herramientas que se recogen en este libro, coordinado junto a Santiago Moreno, jefe del Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Universitario Ramón y Cajal; y a Manuel Gámez, profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, son diversas. «No solamente debemos incidir en lo que se hace normalmente en los programas de abstinencia, sino que también tenemos que trabajar en los programas de reducción de riesgos y minimización de daños. Si una persona decide libremente seguir consumiendo, vamos a acompañarlo en ese proceso para minimizar los riesgos de ir a estas sesiones», explica Íncera, quien incide en la importancia de conocer la idiosincrasia del fenómeno antes de abordarlo, y de que sea una intervención desde todos los ámbitos.
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