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Antiguo Jesús del Rescate, talla anónima malagueña. ARCHIVO ARGRUPACIÓN DE COFRADÍAS
Investigación cofrade

La imagen de Jesús del Rescate participó en la liberación de un preso a finales del siglo XIX

Este hecho ocurrió el Martes Santo 13 de abril de 1897, año en el que, precisamente, no procesionó el Nazareno de El Rico

JOSÉ JIMÉNEZ GUERRERO

Jueves, 3 de marzo 2022, 00:20

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Desde épocas pretéritas, determinadas cofradías pasionistas se relacionan con ciertos acontecimientos, hechos o prerrogativas. Algunos de ellos se enlazan con episodios más afines con la leyenda que con la historia veraz. Otros responden a la concesión de un privilegio especial que otorga a la hermandad un carácter distintivo que, por regla general, se ha perpetuado a través de los años. En este sentido, en nuestra Málaga destaca la liberación de un penado que cada Miércoles Santo realiza la imagen de Jesús el Rico.

Es conocido que ello se ha vinculado tradicionalmente con la especial concesión otorgada mediante una Pragmática por parte del monarca Carlos III. Y todo ello, a pesar que el documento nunca haya sido localizado. La cofradía fecha la prerrogativa en 1759. Ello conlleva que, en su caso, dado que el monarca ilustrado reinó en España entre 1759 y 1788, sería una de las primeras decisiones que adoptaría. No obstante, la primera referencia conocida sobre el acto de liberación del penado por parte de la Cofradía de Jesús el Rico, la publica el periódico local El Avisador Malagueño el 1 de abril de 1866. Hay que recordar las interesantes aportaciones al respecto realizadas por Alberto Palomo y Susana Rodríguez de Tembleque en su obra 'Historia de la Hermandad de Jesús el Rico (1584-1939)'.

Sin embargo, no se debe obviar la indudable conexión que existe entre este acontecimiento y la presencia en la fraternidad del templo de la calle Granada de los miembros de la llamada 'Cofradía de la Cárcel, intitulada de la Degollación de San Juan Bautista', también nombrada de la 'Degollación de San Juan Bautista' o de los 'Pobres de la Cárcel'. Esta circunstancia se produce tras su desaparición como tal entidad en 1835. Se trataba de una corporación cuyas raíces se vinculaban con la Compañía de Jesús, que se situaba en la entonces nombrada calle de San Sebastián, hoy Compañía, muy cerca de la actual plaza de la Constitución, donde se alzaba el edificio de la cárcel pública.

Esta asociación religiosa recogía limosnas para poder auxiliar materialmente a los presos. También les proporcionaba auxilio espiritual, sobre todo en la enfermedad y ante la muerte. Incluso, en determinadas ocasiones pudo liberar a algún penado. La presencia de su icono (la cabeza de Juan Bautista Degollado) a los pies de la imagen del Nazareno, en el trono procesional, ejemplifica y pone de manifiesto esta vinculación histórica.

Cabeza de San Juan Bautista Degollado, pieza anónima del siglo XVIII. SUR

Es sabido que otras cofradías e imágenes sacras gozan de un privilegio similar o han liberado a un preso en otros lugares de España (Jesús Nazareno, de la leonesa localidad de Ponferrada; Santísimo Ecce Homo de la valenciana ciudad de Gandía; Nuestra Señora de La Soledad y Descendimiento del Señor de Granada; Santo Cristo del Perdón de León, etc.). Pero tal vez sea menos conocido que una imagen en concreto participase en alguna ocasión en un acto de liberación de un recluso, aunque no tuviese concedido oficialmente tal privilegio. Y en Málaga se dio esta circunstancia.

Gracias, entre otras publicaciones, al libro de José Manuel Luque Jaime 'Aproximación histórica a la Real, Piadosa y Venerable Hermandad de Culto y Procesión de Nuestro Padre Jesús del Rescate y María Santísima de Gracia', editado en 1999, conocemos los pormenores de la vida corporativa de esta fraternidad, vinculada en su fundación, en el siglo XVII, con la Orden de los Trinitarios Descalzos.

Creación

Francisco José Rodríguez Marín, en la página 205 de su obra 'Málaga conventual. Estudio histórico, artístico y urbanístico de los conventos malagueños' (editorial Arguval, Málaga, 2000) señala que «los antecedentes de la fundación del convento de los Trinitarios Descalzos en la ciudad de Málaga se remontan a 1633, cuando el papa Urbano VIII expidió un decreto autorizando a la orden a fundar conventos en varias ciudades españolas y, entre ellas, la de Málaga». Según acredita el citado historiador, su institución se concreta finalmente en 1655, bajo el nombre de 'Convento de Nuestra Señora de la Purísima Concepción y de Nuestra Señora de Gracia' (aunque a nivel popular era conocido como el 'Conventico'). El cenobio se edificó en la calle Liborio García.

La corporación de Jesús del Rescate mantuvo su sede en este lugar hasta que tras la exclaustración producida por los procesos desamortizadores se vio obligada a buscar acomodo en un nuevo espacio sacro. Fue entonces cuando la antigua imagen se trasladó a la cercana iglesia de San Juan. La fraternidad se reorganizó y, siendo obispo de Málaga Marcelo Spínola, aprobó un nuevo régimen estatutario en 1894.

Ese año, la imagen (de la que la prensa afirma que «sin ser de un mérito extraordinario es una de las mejores que existen en la iglesia de San Juan») fue procesionada en «un hermoso risco sobre las andas en madera tallada (obra del hábil tallista señor Guijarro) adornándose con flores y plantas artificiales». El periódico La Unión Mercantil reseña que «detrás del Señor del Rescate fue en procesión una Dolorosa que se venera en la capilla que existe en la calle del Marqués, esquina a la de Arriola en el sitio conocido por la bajada del puente de Santo Domingo». Indudablemente, tal y como en su día reseñó el siempre recordado Jesús Castellanos, se refería a la Virgen de los Dolores, 'la del Puente'.

En 1895, la imagen fue procesionada de nuevo. Sin embargo, en esta ocasión lo hizo junto a la de Jesús de la Puente de Cedrón. El mismo día (Jueves Santo), y desde el mismo espacio sacro (la iglesia de San Juan), aunque una hora y media más tarde, partió la efigie de Jesús de Azotes y Columna.

En 1896, las efigies del Rescate y de la Puente de Cedrón volvieron a participar unidas en una procesión.

Sin embargo, a partir de este momento se abre un periodo desconocido en la historia de la hermandad hasta que seis años más tarde se documenta que se había establecido en la iglesia de San Carlos y Santo Domingo. El sitio web de la cofradía reseña que «existe constancia de su salida procesional de 1892 a 1896, pero dicha estancia fue bastante efímera (en la iglesia de San Juan) ya que los siguientes datos la sitúan en la iglesia de Santo Domingo, donde su hermano mayor, Joaquín Fernández Soler, presenta en 1902 los estatutos de 1894 para su inscripción en el Gobierno Civil». Asimismo, Luque Jaime afirmó que «algo debió ocurrir para que, en los albores del siglo, 1902, cambiase su sede canónica de San Juan a Santo Domingo, aunque no consta que tuviese capilla propia».

El primitivo Señor del Rescate en 1924, a su paso por la calle Larios. ARCHIVO AGRUPACIÓN DE COFRADÍAS

Hoy puedo aportar algo de luz a lo vivido por esta corporación en ese sexenio. La hermandad y su imagen titular ya no se hallarían en la iglesia de San Juan. En este sentido, es reveladora la información que transmite el documento 'Exposición de imágenes e insignias' de 1897. Se trata de una pormenorizada relación de las imágenes que, siguiendo una arraigada costumbre decimonónica, eran mostradas sobre sus peanas o en sus tronos en los pavimentos de las respectivas sedes durante los días de la Semana Santa. Algunas de ellas eran procesionadas, otras no. Pero lo que desvela es que en el templo de San Juan estaban expuestas las efigies del Señor de la Puente, del Crucificado de la Exaltación, de la Vera Cruz, del Cristo de la Columna, de la Virgen de los Dolores y de Jesús Nazareno. No hace referencia a la de Jesús del Rescate.

La cuestión era: ¿no estuvo expuesta, pero sí permanecía en el templo? La respuesta nos la ofrece una noticia recogida por el periódico La Unión Mercantil.

En su número de 13 de abril de 1897 afirma que, en la tarde de ese día, Martes Santo, «saldría del Convento de la Trinidad una procesión con las imágenes de Jesús de Llagas y Columna y Nuestra Señora de los Dolores» y que la hermandad costeó «una hermosa cabellera y un trono a la efigie del Señor». También concreta el itinerario que seguiría: «Calzada de la Trinidad, Carril, Mármoles, Acera del Guadalmedina, cauce de este río para seguir por el Pasillo de la Cárcel hasta la puerta de este establecimiento. Allí se detendrá y los presos entonarán una salve. Seguirá luego la comitiva por el Postigo de Arance, Torrijos, Puerta Nueva, Compañía, acera derecha de la plaza de la Constitución, calles de Especerías y Nueva, Puerta del Mar, Martínez, Larios, plaza de la Constitución, Granada, San Agustín, Granada, plaza de Riego, calle Álamos, Torrijos, Postigo de Arance, Acera del Guadalmedina, cauce del río, Trinidad, y calzada de este nombre hasta su iglesia».

Mas, como es sabido, la imagen de Jesús de Llagas y Columna se veneraba en la iglesia de Santiago. De hecho, ese mismo día se publicó en la prensa que «esta noche, según antiguas costumbres, tendrá efecto la visita a las efigies o insignias que, en diferentes templos aparecen colocados en sus tronos (…)». Y con referencia al de Santiago, reseñaba que allí se exponían «el Señor de Llagas y Columna, Jesús el Rico, Cristo de la Humildad, Jesús el chiquito y Dolores». Por lo tanto, y según esta información, se sitúa a la efigie, de manera inequívoca, en la iglesia de Santiago, su sede tradicional, y no en la de la Trinidad. Por ello, la imagen no pudo ser procesionada. Se trataba de un error.

De hecho, en una nota publicada al día siguiente, la misma fuente hemerográfica concreta que en realidad se refería a otra imagen. En este sentido, reseña que «como habíamos anunciado y con la mayor solemnidad, salieron anoche procesionalmente de la iglesia de la Trinidad las sagradas imágenes de Nuestro Padre Jesús del Rescate y Nuestra Señora de los Dolores».

La noticia no deja de ser novedosa ya que, como he detallado, hasta 1896 la imagen con esta advocación salía en procesión desde la iglesia de San Juan y no se tenía constancia de que en 1897 hubiese sido procesionada.

Hipótesis

Ello permite formular una hipótesis sobre la presencia de la imagen del Señor del Rescate en el templo trinitario en el periodo 1897-1902.

Queda una incógnita por resolver: si la imagen realizó una salida puntual desde ese enclave, o si la fraternidad se estableció provisionalmente, a la espera de una sede definitiva, en la iglesia trinitaria.

La prensa especifica que la procesión de Jesús del Rescate, celebrada en 1897, se inició a las seis y media y que partió desde la iglesia de la Trinidad. Asimismo, revela que el orden de procesión fue el siguiente: «Batidores de la Guardia Civil, el guion de la Hermandad, penitentes con velas, el Señor del Rescate, seguíanle otros penitentes, y a continuación la Virgen con gastadores que la escoltaban; la manga de la iglesia, el palio, una sección del Cuerpo de Vigilancia, las bandas de cornetas y tambores y la de música y un piquete del Regimiento de Borbón al mando del oficial Sr. Jiménez Enciso».

La nota de prensa también aporta unos datos que no dejan de ser sorprendentes. Afirma que, en el transcurso del itinerario, ya reflejado, «al llegar la procesión a la cárcel los presos de ambos sexos cantaron varias zaetas (sic) mientras se ponía en libertad al preso Lucas Mellado Céspedes, que siguió acompañando a aquella con un cirio». Y remata la información con una reseña que no deja de ser anecdótica y que concreta que el acto de liberación del penado no pasó desapercibido, sino que incluso fue festejado ya que «el digno director del establecimiento, D. Manuel Matarrane obsequió con un espléndido lunch compuesto de pastas, dulces, licores y cigarros a los invitados entre los que vimos a los Sres. Estrada, Díaz de Escovar y señora, las familias del director y empleados de la cárcel, sres. Morales Hoyo, Haro, Santamaría, Medina y familias y otras muchas».

La noticia, de la que solo he hallado esta referencia, desvelaría que una hermandad distinta a la de Jesús el Rico participaría en la liberación de un preso. Asimismo, se conoce que ese año, 1897, la imagen del Nazareno de la iglesia de Santiago no realizó su tradicional procesión y, por lo tanto, no participaría en la excarcelación de ningún penado.

La nota de prensa no reseña qué imagen de la Virgen de Dolores acompañó a Jesús del Rescate en la procesión. A pesar de que, como he reseñado, en 1894 le acompañó en la procesión la Virgen de los Dolores del Puente, atendiendo al criterio de la cercanía espacial se abren tres posibilidades: que se tratase de una Dolorosa que se hallase en el templo trinitario (tal vez la más plausible); de una Virgen de los Dolores que hubiese sido trasladada con anterioridad desde la iglesia de San Pablo; o que fuese la efigie de la Virgen de los Dolores de Zamarrilla. En este último caso, se trata de una imagen que en ocasiones fue procesionada hasta ese lugar para participar en cultos y que, según algunas referencias, antes de llegar a la ermita en 1792, procedía de la iglesia de la Trinidad. No obstante, para que fuese esta imagen la que acompañó a Jesús del Rescate debió de ser trasladada 'ex profeso' desde la ermita. Sin embargo, consta su permanencia expuesta en su trono en la capilla trinitaria para la exposición de insignias e imágenes del año 1897.

Se desconocen las circunstancias por las que atravesó la corporación de Jesús del Rescate. Se sabe que en 1902 tenía su sede canónica en la iglesia de San Carlos y Santo Domingo. La imagen ocupaba la primera capilla de la parte izquierda de la nave.

Tras su destrucción durante los sucesos de mayo de 1931, la hermandad se reorganizó en 1949. Ubicó su sede canónica en la iglesia de Santiago, aunque las imágenes quedaron expuestas a la veneración en la antigua capilla alzada en 1800 en la esquina de las calles Agua y Victoria, nombrada como 'del Cristo de la Inspiración', 'de la Expiración' o 'Faro de la Victoria'. Allí permanecen.

No se tiene noticia de que la imagen del Señor del Rescate participase en otra ocasión en el acto de liberación de un preso. Pero no cabe duda de que el conocimiento de que lo hiciese, al menos en una ocasión, aunque pueda resultar anecdótico, revela cómo una imagen sacra, cuya advocación hace referencia al rescate de cautivos realizó, aunque fuese de una manera puntual, una actividad que en otros tiempos era esencial.

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