Le bastó con asomarse a la puerta en el alba del Sábado de Pasión y después hacer lo mismo en la plaza que lleva su nombre, en pleno corazón de la Trinidad, para demostrar su enorme grandeza. Ver las colas que desde hace 48 horas conforman gentes de todo tipo y condición, pero especialmente humildes, para inclinarse, musitar un rezo, decirle un piropo o pedirle un deseo, es más que demostrativo de su enorme grandeza. Es el Señor de Málaga, nada más y nada menos, y lo demuestra cada día, no sólo los lunes santos, que es su gran jornada, o en su traslado en la vísperas de los niños, las palmas y los olivos... No se puede entender que quien es uno de los grandes símbolos, santo y seña de la Semana Santa de Málaga, uno de los grandes ejes del fervor cofrade malacitano, cuando todo termina, cuando el pueblo se ha reencontrado con Él y se ha llenado de fuerza para seguir aguantando miserias de salud y de dinero, pobrezas materiales y espirituales, digo que no es lógico que retorne a una capilla esquinada, pequeña y casi escondida en su parroquia de San Pablo, que tiene el nombre del gran apóstol, pero que en Málaga todos conocen como «la iglesia del Cautivo».
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No se equivoque nadie. El Cautivo no es una marca, no es un capricho, no es una imagen más, no; el Cautivo es un símbolo del fervor y de la ilusión de cientos de miles de personas que luchan por salir adelante. Es como en Sevilla el Gran Poder, o como en El Abuelo en Jaén, o Medinaceli en Madrid... Nadie entendería que alguno de ellos, 'señores de tierra y cielo' en sus respectivas ciudades, punto de atracción devocional, tuviese un lugar secundario en lo que a ubicación se refiere en los templos donde se veneran...
San Pablo es San Pablo. Sin duda. Pero el Cautivo es más que el Cautivo. ¿Por qué no preside el templo? ¿Por qué no recibe como el Señor de Málaga que es a quienes van a visitarlo, a quienes van en busca de su consuelo, de quien incluso va tan sólo a mirarlo a los ojos...? No hay una explicación lógica, para nada. Muchos de los que vienen de fuera y no son habituales en la iglesia trinitaria se extrañan del lugar asignado al 'Gran Jesús de Málaga', como lo bautizó un periodista extranjero en una curiosa crónica sobre lo que es la Semana Santa de Málaga publicada hace ya unos cuantos años en un periódico de Londres.
No están los tiempos como para hacer grandes desembolsos económicos, y la cofradía trinitaria tiene hoy muchos frentes sociales que debe afrontar. Su entorno está plagado de carencias, y la hermandad hace lo que puede, que no es poco; por eso, hablar de construir basílicas o algo parecido no tiene sentido, ninguno, y más en los tiempos que corren. Pero no hay excusas tampoco para que el Señor de Málaga, para que el Cautivo no presida San Pablo, para que no sea el eje central del templo, porque entre otras cosas lo es en el corazón y en el sentimiento de los trinitarios y de los malagueños.
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