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Agua. La Acequia Benito es elemento que proporciona la banda sonora a las calles de Montecorto. J.A.
Paseos entre acequias: los pueblos donde las aguas murmullan
Montecorto e Istán

Paseos entre acequias: los pueblos donde las aguas murmullan

El líquido elemento recorre las calles de estas dos localidades malagueñas, lejanas entre sí, pero unidas por conservar fuentes y manantiales en muchos rincones

Viernes, 7 de marzo 2025, 00:12

Están unidos por una misma banda sonora. Pasear por sus calles en un día tranquilo tiene la misma recompensa. El murmullo del agua es constante, gracias a las acequias que forman parte de sus respectivos trazados urbanos. Entre Istán y Montecorto, hay unos noventa kilómetros de distancia por sinuosas carreteras. No están en la misma comarca ni tienen vínculos históricos entre sí, pero sí tienen en común la presencia de acequias en sus calles más céntricas.

El agua se convierte así en el elemento primordial para entender la idiosincrasia de ambas villas malagueñas, que tienen su territorio dentro de dos espacios protegidos tan importantes como los parques natural y nacional de la Sierra de las Nieves (Istán) y el de Grazalema (Montecorto).

Ambos pueblos invitan a caminar y dejarse llevar por los trazados urbanos con siglos de historia. En el caso de Montecorto, el hilo conductor será la Acequia Benito. El recorrido, así, puede empezar en los Doce Pilares, un generoso manantial situado en la parte más alta de este pueblo, que consiguió emanciparse de la ciudad de Ronda para ser el municipio 102 hace algo más de una década.

Las aguas bajan encauzadas por el Lavadero Viejo y por el Nuevo. Después continúan su curso por La Fábrica, situada en El Llano, hasta que llega a una zona de fértiles y espléndidas huertas (la del Molino, la de Perico, la de Abajo y la de Andrés). Hay que tener en cuenta que el fin último de ésta, como otras acequias, ha sido siempre el de facilitar el riego de modestos cultivos de temporada.

Pilares, fuentes y lavaderos forman parte de estos sistemas hídricos que fueron fundamentales hasta hace pocas décadas

A continuación, el agua sobrante de estas huertas va a parar al arroyo que lleva el nombre de esta localidad de la Serranía de Ronda. El ciclo del agua adquiere aquí otra dimensión. Lo saben generaciones de montecorteños que han tenido esta inmejorable banda sonora. Todavía hoy sigue siendo el principal atractivo de su casco urbano, aunque no hay que olvidar que Montecorto es especialmente conocida por su entorno montañoso y por su ubicación dentro de la comarca de la Serranía de Ronda, entre la ciudad romana de Acinipo y el embalse del Gastor, ya situado en la provincia de Cádiz, con la que tiene buena parte sus lindes.

El rumor del agua es también el elemento sonoro más importante de Istán. Aquí el recorrido casi musical del agua comienza en El Chorro, emblema del pueblo desde hace siglos. En este caso, se trata de un conjunto etnográfico conformado por un antiguo lavadero y una fuente con siete caños (en su día llegó a tener ocho).

Angostas. En el pueblo de Istán hay callejones estrechos que dan más encanto aún al recorrido a pie. J. A.

A partir de ahí el líquido elemento pasa a las acequias, hoy muchas de ellas parcialmente soterradas. Junto a ellas se puede caminar para recorrer las calles del pueblo de una forma distinta, sin un plano turístico.

Cobra así sentido un itinerario entre fuentes y manantiales que evidencian la riqueza hídrica que hay en estas montañas del sur de la Sierra de las Nieves. A cada paso se verá una fuente o se intuirá una acequia bajo el suelo que se pisa. El agua reivindica así su importancia. El líquido elemento también se puede apreciar desde los miradores. Gracias a una posición elevada, son varios balcones que tiene este pueblo de la comarca de la Sierra de las Nieves. Desde ellos, lo mismo se pueden divisar saltos de agua del río Verde o de algunos de sus afluentes.

Manantiales. La fuente de los Siete Caños es el punto de partida del recorrido hídrico por Istán. J. A.

Merece la pena alejarse algo de la centralidad de las acequias para ir hasta el Tajo Banderas, que está situado en uno de los extremos del casco urbano, donde en otros siglos se colocaban los estandartes de aquellos que pugnaban por tomar el pueblo. Desde allí, se pueden ver todas las sierras que rodean a la localidad, el cauce del río Verde y su desembocadura en el pantano de la Concepción.

A pocos metros de allí, sobre un cerro, se encuentra el mirador de Las Herrizas, donde se percibe con mayor nitidez el valle del río Verde.

Dentro del pueblo, también hay otros balcones naturales integrados dentro de esta curiosa ruta, como el del Azufaifo, desde donde se puede ver el nacimiento del río Molinos, al que también se podría llegar dando un paseo desde el propio pueblo.

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