La Feria Internacional de Turismo (Fitur) de Madrid, la gran cita del sector para calibrar el estado del turista español que se ha convertido en la llave del éxito para esta industria, ha supuesto un soplo de ánimo en un momento en que hay elementos suficientes para hacer cambiar la brisa por el terral. Y es que en esta edición no sólo se ha puesto el foco en los datos y las previsiones, que por parte de todas las administraciones pronostican mantener la senda alcista tras otro año de récord, sino en la necesidad de que esta industria comience a centrar su estrategia en establecer medidas que contribuyan a evitar el cambio climático, fácilmente constatable en fenómenos como el acontencido de la gran granizada de esta semana.
La palabra mágica ya no es ni digitalización ni big data sino sostenibilidad. Un vocablo que se empieza a convertir por parte de operadores y potenciales turistas en la pregunta del millón. Ya no basta con decir que la Costa o cualquier hotel del destino se vende como sostenible. Ahora se va a más y supone un valor añadido fundamental para el negocio comercializarse con datos y cifras de cuál es la huella de carbono de cada actividad y qué actuaciones se implementan para conseguir reducirla mes a mes. Una experiencia que ha llevado a cabo Andalucía y que le ha llevado a conseguir el premio al stand sostenible. Se avecina un nuevo tiempo en el que se multiplican los que satanizan los viajes en avión, se descartan los establecimientos que no conocen su huella de carbono o se tiende a acortar los viajes para contaminar menos. Se abre otro frente con el clima.
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